Un simple móvil o un objeto llamativo lo distraerá, a la vez que le ayudará a descubrir sus emociones.
Tenga en cuenta que los juegos que le exigen un poco de actividad física como moverle las manos o hacerle bicicleta con los pies, no deben sobrepasar los 20 minutos o la media hora porque los cansa. “Las actividades muy largas los fatigan y causan rechazo”, señaló el pediatra Leonardo Díaz.
El juego es una actividad que puede ayudar a entrelazar sentimientos. Juegue con su hijo todos los días y entre más lo haga mejores resultados tendrá de afecto. El pediatra Díaz recomienda hacerlo en los momentos en que el bebé está más descansado, por ejemplo, después del baño.
Todas las noches, antes de dormir, háblele o léale con diferentes voces. La idea es irle enseñando palabras y sonidos con los que él después se va encontrar en su camino por la vida. Esto, además, le ayudará a conciliar el sueño y a quedar con una sensación de bienestar y relajación.
Durante el día puede llevarlo a lugares bonitos como a un parque a que observe otras personas, texturas y a que oiga sonidos naturales. También puede llevarlo a un lago o sacarlo a dar una vuelta a un lugar muy tranquilo. Tenga en cuenta que para trasladarlo necesita un buen coche y ropa cómoda. Tanto el bebé como usted se distraerán mucho. Recuerde hablarle siempre y enseñarle cosas nuevas, por ejemplo, decirle y mostrarle “mira, bebé; eso es un árbol; es verde y alto”.
Al menor le gusta agarrar los juguetes y metérselos a la boca, por eso es importante que no sean peligrosos, es decir, que no sean muy pequeños y que no se les desprendan cosas que se puedan tragar.
El bebé, a través del juego, conoce y controla sus emociones. Se da cuenta de que posee la risa, la intriga y el llanto, entre otros. Todos los sentimientos pueden converger alrededor de una actividad tan sencilla como abrazarlo, tomarle los dedos o hacerle caricias.
El juego ayudará a desarrollar las habilidades del pequeño. Ocurre, por ejemplo, cuando le enseña a oprimir un botón para que un muñeco haga o diga algo o, cuando le enseña a mover de un lado a otro una maraca o un sonajero.
Es importante que la madre se divierta con el bebé, con eso él entiende que jugar es bueno, es aceptado y puede hacerlo cuantas veces quiera. Del juego surge la risa así como la memoria, la astucia, la picardía, etc.
A los bebés les encanta tener en su habitación objetos con colores vivos que puedan tocar y oler, pero también del entorno hacen parte otros juguetes que les gustan y que no necesariamente tienen al alcance de sus manos. Es el caso del móvil, que como está tan lejos de él, la madre es quien lo debe mover de vez en cuando, ojalá siempre cuando el bebé esté en la cuna a punto de dormirse.
Usted como madre irá conociendo a su hijo. Fíjese que de pronto de las cosas más sencillas salen juegos. En la observación también está presente el juego. Por ejemplo, si su bebé se queda mirando algo muy concentrado y usted llega y le mueve ese algo con un golpecito, a él le quedará gustando y se reirá cada vez que usted lo haga. Ahí le ayudará a desarrollar la vista y la atención.
Para el pediatra Leonardo Díaz, a esa edad no se habla tanto de actividades lúdicas sino de estímulos como ayudarlo a voltearse en la cuna. “Ponerlo boca abajo y empezar a darle empujoncitos para que él mismo aprenda. A eso se le podría llamar juego, pero, en últimas, es una relación normal de los padres con su hijo”, aclaró.
En todos los juegos que le haga, demuéstrele que lo ama y recuerde que es importante que tanto usted como su hijo disfruten a la vez que aprendan y desarrollen habilidades.
Yina Ramos
Para ABC del bebé