Cuando tu bebé nace hay dos cosas fundamentales para su desarrollo: el o piel a piel con mamá, el cual que creará un vínculo afectivo para toda la vida, y la leche materna o, como la llaman los expertos, “la primera vacuna natural”, que le ayudará a enfrentarse al mundo.
No por nada, Unicef advierte que darle leche materna a un bebé durante su primera hora de vida podría prevenir una de cada cinco muertes innecesarias y salvar a más de medio millón de niños en el mundo, cada año.
Además, se ha encontrado que iniciar este proceso inmediatamente después del parto, favorece la producción de leche en la madre ya que está bajará solamente si el niño succiona la glándula mamaria, lo que estimula su producción. De hecho, ese primer líquido amarillento que se conoce como calostro le aportará al niño un alto contenido de inmunoglobulinas que lo protegerán desde ese mismo instante.
Pese a todas las bondades comprobadas sobre el valor de la lactancia, con el paso de los años amamantar se está convirtiendo en una práctica cada vez más escasa, pues muchas mujeres dejan de alimentar a sus hijos por prevenciones estéticas o mitos.
Por ello, las autoridades de salud y sanitarias del mundo insistir cada vez más, en los beneficios únicos e irremplazables que este poderoso alimento aporta al desarrollo de los niños en sus primeros años de vida.
Fuente de defensas
Lo primero que debes saber, es que en cada toma que recibe un recién nacido durante el tiempo que es amamantado hay infinidad de nutrientes, vitaminas, minerales, enzimas, lípidos y otras sustancias potenciales para el desarrollo de sus funciones vitales y el equilibrado desempeño de su organismo.
Pero además, este líquido cuenta con una alta concentración de prebióticos, “sustancias benéficas entre las que se encuentran los oligosacáridos, que ayudan en la prevención de enfermedades y son esenciales para la formación de tejidos” como lo explica el biólogo y PH. D. Bernd Stahl del Centro de Investigación de la Leche
Materna de Danone Nutricia, ubicado en Utrecht (Holanda).
Todos estos componentes son los que hacen que la leche materna influya altamente en el sistema inmunológico de tu hijo porque le aporta anticuerpos que le ayudan a combatir infecciones gastrointestinales y respiratorias así como otras enfermedades.
Incluso, varias investigaciones han sugerido que sus compuestos intervienen en el desarrollo cerebral y cardiovascular y en la formación de la flora gastrointestinal o microbiota, como la comunidad médica le llama actualmente, lo que hace de ella una pieza clave en la nutrición de los niños, el funcionamiento de su metabolismo y el control a largo plazo de la obesidad.
Alimento inteligente
Otra cosa que debes conocer es que se trata de un alimento tan perfecto que varía a lo largo del día y mes a mes, ajustándose así a las necesidades de tu pequeño en cada etapa de su vida como lo sostiene Yvan
Vandenplas, presidente y profesor de pediatría del Hospital Infantil de la Universidad de Bélgica.
Pero la leche materna no es igual en todas las mujeres: por un lado, consta de un componente genético propio de cada mamáy por otro, parte de sus componentes se ven influenciados por el tipo de la alimentación que ella reciba.
Por ejemplo, si una madre come pescado, en su leche se van a encontrar ácidos grasos y omega 3 en una proporción mayor respecto a la de una en cuya dieta estos alimentos no estén.
Así que en general, una madre debe seguir una dieta balanceada y rica en vitaminas y minerales con la que pueda producir una leche sin igual para su bebé. No obstante, es importante tener en cuenta que el bebé no recibe lo que ella comió ayer, sino que su leche es el resultado de lo que su organismo trae a lo largo de la vida.
En los prematuros
Un bebé prematuro es muy vulnerable y tiende a desarrollar infecciones y complicaciones cerebrales, y la leche materna le entrega los anticuerpos, células vivientes y la nutrición apropiada para contrarrestar esto, con las vitaminas, las enzimas y los lípidos adecuados, en una alimentación que le ayudará a restablecerse.
Por ello es tan importante que si tienen un bebé prematuro y no puedes suministrarle tu propia leche, hay que recurrir a los bancos de leche y tener claro que la leche materna por sí sola no es suficiente para nivelar la salud de tu pequeño, pues ellos necesitan más proteínas y nutrientes diferentes de los de la leche; sin embargo, que reciba leche materna, sí es indispensable para su recuperación.
La doctora Ángela Victoria Martínez aclara que, “la lactancia se limita solo para las mujeres con tratamientos quimioterapéuticos, de radioterapia y con HIV, o cuando el bebé nace con trastornos metabólicos, como la galactosemia”, fuera de estas restricciones toda mujer puede alimentar a su hijo.
¿Cómo amamantar?
Aunque algunos pediatras recomiendan que la lactancia sea a libre demanda durante el primer mes de vida, es muy importante asegurar que el bebé reciba alimento cada 2 o 3 horas, durante veinte minutos en cada toma. “Si el bebé pasa más tiempo sin ingerir alimento, puede presentar una descompensación metabólica peligrosa”, advierte Dianna Ramírez Prada, nutricionista dietista del Hospital Infantil Los Ángeles de Pasto.
Al respecto muchas madres se preguntan si deben despertar a sus pequeños para amamantarlos, dado que se sabe, por estudios, que en los primeros meses de vida el sueño sirve también para el desarrollo del pequeño.
Igualmente, resulta importante que mantengas una buena producción de leche en ambos pechos, para que no se congestionen y la lactancia se vuelva dolorosa. La clave está en que desde el principio, alternes la alimentación por periodos parecidos en cada mama.