Niñeras hay muchas, pero pocas las que tienen un verdadero conocimiento para atender a estos pequeños que requieren cuidados especiales para mejorar su desarrollo.
Diana ponía un poco de leche en su mano para medir la temperatura antes de dársela a los bebés. Dos pequeños de ocho meses aguardaban en la cuna por sus teteros, mientras uno más, de dos años y medio, se entretenía frente al televisor.
De eso hace casi dos años. Diana Perdomo vivía en Neiva y se ganaba la vida como niñera, mientras también cuidaba a su hermano menor. Pero ni siquiera esta experiencia la preparó para ser la mamá de un bebé prematuro.
“Un resbalón que tuve durante el embarazo, a la semana 32, fue el milagro, porque me caí en la cocina; al día siguiente empecé a manchar y por eso fui al médico. Allá me dijeron que si hubiera llegado una hora tarde mi bebé hubiera muerto, porque ya no tenía líquido amniótico”, recuerda Diana.
Sol Valentina tuvo que llegar a la fuerza, cuando apenas cumplía siete meses de gestación, con 38 centímetros y dos libras de peso. Desde entonces, la nueva familia vive en una pequeña casa en Bogotá, a donde llegaron persiguiendo un trabajo.
Leyla Bojacá, la creadora de la Fundación Javier Santacruz, apareció en la vida de Diana cuando más la necesitaba. Ella es la mamá de Javier, un pequeño que nació a los cinco meses de gestación, pesando un poco más de 600 gramos. Pese a los diagnósticos de ser un bebé ‘inviable’, hoy tiene 18 meses y las capacidades de un niño normal.
Gracias a Javier
Leyla se ha dedicado, desde hace un año, a ayudar a los padres de hijos prematuros, especialmente a los de bajos recursos. “En las unidades de cuidados intensivos hay bebés que estan solos todo el día, porque las mamás no tienen plata para el bus y no podían ir a verlos. Además, también cada día los pequeños gastan una cantidad de pañales desechables que son difíciles de costear. Por eso, en nombre de mi hijo, yo comencé con esta fundación para ayudar a todas esas familias”. Es enfermera y coincidencialmente, antes de su embarazo, se había capacitado en el Programa Madre Canguro. Tras la experiencia con su bebé se le ocurrió formar a auxiliares de enfermería para que pudieran ser niñeras idóneas en cuidar a los prematuros.
“Si a un bebé pretérmino se le ofrece la estimulación adecuada tendrá las mismas oportunidades que las de un niño nacido en tiempo normal. Aunque son bebés que no crecen tan rápido o están bajos de peso, llegará un punto en el que no se notará la diferencia con los nacidos a término; la clave está en el acompañamiento”, dice Leyla.
La Fundación, a través de la niñera, asesoró a Diana en la manera de alimentar a la bebé, los cuidados que necesitaba, el tipo de estimulación, la acompañó a los controles médicos, entre otros aspectos que ella ignoraba.
Por eso, después del parto, Diana salió hacia su casa en compañía de la nueva niñera, que estuvo con ella cerca de una semana y posteriormente la acompañó otra nana por el mismo periodo de tiempo. “Ellas me enseñaron a sentar mejor a mi bebé cuando le daba tetero para que no le diera reflujo, me ayudaban a cambiarlo, porque a mí me parecía muy frágil y, lo más importante, me daban tranquilidad, porque si la bebé tosía a mí me daban ganas de salir corriendo para urgencias en la clínica”, recuerda esta mamá.
Sol Valentina ya tiene seis meses de edad, aunque debería tener cuatro; se acuesta tranquila en los brazos de su mamá, aunque a veces se pone inquieta buscando el seno, que succiona sin mucha fuerza.
Su salud es de hierro y Diana cree que tienen que ver sus cuidados y el estímulo constante que siempre le ha dado: las luces de colores que le ponía cuando todavía estaba en la barriga, la música de Mozart y las figuras rojas y negras con las que ahora le juega, porque la niñera le enseñó este método para que Sol sea una pequeña más atenta y dispuesta a aprender. Y lo ha logrado.
Una manera de ayudar
La Fundación Javier Santacruz apoya a personas que tienen los recursos, pero también a quienes no cuentan con ellos. A partir de donaciones, Leyla logra que todas las niñeras tengan su salario, aunque las familias no puedan pagar por este.
Otra de las funciones es capacitar a las mamás a través de talleres, que realizan en diversos barrios en donde indentifican los bebés prematuros.
Así mismo, comercializan ropa especializada para prematuros, kits para hacer la estadía en las incubadoras más plácida, como las hamacas que se usan para mecer al bebé y ayudarlo a descansar de las largas jornadas acostado.
También se pueden donar los juguetes, ropa y todos los elementos para bebés que ya no se estén usando; así mismo, se reciben donaciones en dinero.
Por Juliana Rojas H.
Redactora ABC del Bebé