Lo más importante para comenzar el proceso de estimulación es que los adultos se empoderen de su papel como principales actores en el crecimiento y desarrollo adecuados de su hijo.
Johana Rodríguez, sicóloga del Programa Madre Canguro del Hospital San Rafael de Tunja, apoyado por la Fundación Canguro, explica que el primer paso de los padres es “querer y cuidar a su hijo como es, chiquito y bajo de peso, como un miembro muy importante de la familia; hay que crear conciencia en casa de que el trabajo que se viene es grande y depende de papá y mamá y de lo que puedan darle en el ambiente familiar, porque es lo que hará exitoso el desarrollo posterior del niño”.
Pero, por el contrario, los papás que no superan la angustia, el estrés y las dificultades en el momento del nacimiento siempre estarán ansiosos, temerosos y no van a saber atender al bebé, porque esos sentimientos producirían un bloqueo que puede retardar o dificultar la correcta atención.
Estimulación adecuada
El cerebro de los niños cuenta con una flexibilidad que les permite recibir como esponjas lo que está a su alrededor. Sin embargo, si pasados varios meses después de su nacimiento no se les brindan los estímulos necesarios que les den las herramientas para garantizar su adecuada evolución, no será sencillo que en el futuro se pueda suplir esa ausencia. Un pequeño nacido antes de tiempo necesita caricias, os, palabras, sonidos e imágenes diferentes a los pequeños con edad gestacional completa.
“Tiene que haber unos padres muy bien preparados, que sepan cómo lo hacen y para qué lo hacen y empezar un programa de estimulación a tiempo, para que en cada una de sus etapas el bebé haga lo que debe hacer, y así equipararlo luego con un niño que hubiese nacido a término”, explica la sicóloga Johana Rodríguez.
Desde el momento en el que el pequeño nace, necesita sentir el corazón, la piel, la voz, el calor de sus padres. A través de los estudios se ha comprobado que estos factores son importantes elementos para su crecimiento rápido y adecuado. Aunque las tareas de estimulación son muy sencillas e incluyen el uso de maracas, móviles, música, los padres no deben hacerlas sin una asesoría previa, debido a que cada pequeño requiere una atención especial de acuerdo con sus condiciones, su nivel de desarrollo y necesidades particulares.
Estimular y sobreestimular
Un pequeño al que se le da mucho puede parecerse al que se le da poco. Cuando un bebé nace antes de tiempo, su desarrollo, que debía completarse en el vientre, debe hacerse en una incubadora. Los sonidos, las imágenes, las voces de las que estaba a salvo en el interior de la mamá, son ahora el pan diario, unidas a pinchazos, cambios de luz y otros elementos que pueden hacer que sus primeros días sean dolorosos. El pequeño, adaptado a un ambiente oscuro y cálido, tiene que responder ahora frente al espacio hospitalario y cuando llega a casa, debe comenzar el proceso desde cero; por eso la importancia de que el recién nacido prematuro reciba estímulos distintos a los de un pequeño que completó su tiempo de desarrollo.
Contar con la asesoría pertinente ayudará a que se le haga un seguimiento riguroso al pequeño, que, de detectarse a tiempo, también recibirá el tratamiento adecuado.
“Lo ideal es que en un programa de estimulación haya sicólogos, fisioterapeutas, terapeuta ocupacional y en la medida de las posibilidades fonoaudiólogos”, señala la experta. Un pequeño con el seguimiento adecuado logrará un desarrollo óptimo sin dificultades.
La falta y el exceso
Un niño prematuro que no recibe estimulación tendría:
- Problemas de atención.
- Dificultad de aprendizaje.
- Mal rendimiento escolar.
- Retrasos en el desarrollo.
- Hiperactividad.
Un bebé sobreesti-mulado quiere decir que sus padres son nerviosos y, por lo tanto, impulsan a que su bebé realice actividades para las que aún no está capacitado como caminar, cuando apenas se sienta. Como consecuencia, habrá pequeños que:
- No crecen y no son saludables.
- Está aislado, por lo que puede tener dificultades en su sociabialidad.
La correcta estimulación
Cuando a los padres se les dan las herramientas para estimular a sus hijos prematuros, muchos de ellos quieren estar las 24 horas ofreciéndoles todas las herramientas necesarias para garantizar que el crecimiento y desarrollo sean los adecuados. Sin embargo, la exageración, en este caso sobreestimulación, también son factores que pueden perjudicar la evolución del recién nacido.
Un paso importante es vincular a toda la familia. Por ejemplo, que el hijo más grande pueda hacer dibujos para un móvil, la madre los pinte y el padre lo arme. De esta manera, todos se sentirán útiles y parte del proceso de crecimiento del nuevo miembro de la familia; además se disminuyen los niveles de angustia y estrés.
La sicóloga Johana Rodríguez, formada en el Método Madre Canguro por el Programa Madre Canguro del Hospital San Ignacio, explica que “un bebé sobreestimulado es el que está expuesto a muchas cosas que no conoce y no está preparado para vivir, mientras un niño a término se va para su casa, lo quieren, lo miman sin problemas, porque nacer a término hace que esté más preparado para vivir por fuera del vientre”.
Si no se cuenta con la supervisión adecuada, los bebés pueden presentar retrasos que no van a ser detectados, ni tratados.
Solo hasta la edad preescolar se evidenciarían.
Por Edna Juliana Rojas H.
Redactora ABC del bebé