Cada bebé da las señales de las actividades que puede ir realizando, de acuerdo a su edad y su capacidad para desarrollar cierto tipo de dinámicas.
“Tanta tecnología, información y el boom sobre la estimulación ha hecho que los papás tomen todo el contenido sin norte y sobreestimulen a su bebé. Cuando no reciben los conceptos de manera correcta, saturan al niño de estímulos”, explica Alicia Amador, sicóloga del desarrollo, directora del centro de estimulación Creciendo Juntos.
En este sentido, los adultos tienen la tendencia de cometer dos errores: estimular de manera inadecuada y generar una sobreestimulación. La primera indica que el padre no sigue un proceso evolutivo y ordenado, de acuerdo con las exigencias del niño. La segunda se refiere a la imposición de un exceso de dinámicas que el menor no puede procesar adecuadamente y, mucho menos, realizar a cabalidad.
“La estimulación debe ir orientada de acuerdo con el proceso de desarrollo normal del ser humano. Es decir, es importante que se conozcan cuáles son los aspectos que se deben lograr, según la edad de los niños. Esto ayuda a saber de qué manera se debe estimular al pequeño y cuáles áreas se encuentran en un proceso adecuado o requieren más trabajo para lograr un desarrollo integral”, asegura Jenny Morera Niño, terapeuta ocupacional, especialista en salud pública y docente de la Universidad Manuela Beltrán.
Encontrar el balance
No existe un manual que indique cuántas actividades necesita un niño, pues estas dependen de la edad del pequeño, de su desarrollo evolutivo y la orientación que le han dado los padres.
La pediatra Aura Sofía Rico, especialista en desarrollo infantil, dice que “el temperamento de cada bebé nos puede indicar si necesita mucha o poca actividad. Hay preescolares que necesitan bastante, mientras otros se cansan fácilmente; por lo tanto, debemos observar el interés de cada menor por la dinámica que le ofrecemos y reconocer indicadores de ansiedad”.
En este sentido, es conveniente observar si llora, tira el juguete, permanece inatento, arma pataleta, se siente frustrado, parece cansado o suele sentir hambre o sueño. O, por el contrario, disfruta de la actividad que está realizando.
Cuando se respeta la individualidad de cada bebé, los padres identifican el momento y la acción oportuna para estimular a su hijo. Para ello, es necesario anticiparse ante situaciones que pueden generarle estrés y buscar un momento y ambiente adecuados. La pediatra recomienda:
1. Las actividades deben estar planeadas para la etapa de desarrollo del niño. Por ejemplo, un bebé de 3 meses, que aún no ha madurado su habilidad de coordinar los objetos con la mano, no podrá armar un rompecabezas, así que no se mostrará interesado y no querrá hacerlo.
2. Si los padres insisten en exponer al bebé a situaciones que superan sus habilidades en cualquier área de desarrollo y no tienen en cuenta sus condiciones individuales, él terminará por manifestar su rechazo y se mostrará incómodo cuando se las propongan.
3. Si los adultos no identifican las situaciones que frustren al niño, cada día aumentará este sentimiento y será más difícil ‘conectarlo’ con la actividad.
Al no permitirle descansar si tiene sueño, la irritabilidad aumentaría y podría presentar dificultades en el establecimiento de rutinas.
4. Las habilidades motrices gruesas tienen un momento oportuno. Sería riesgoso exponer a un pequeño, que no posee buen control de cabeza y tronco, por ejemplo, a dar botes. O a un niño que no camina, forzarlo a que se anticipe ante habilidades que el cerebro solo logra cuando está listo.
Niños frustrados y saturados
Aunque los padres creen que están formando niños genios, cuando un pequeño recibe más estímulos de los adecuados suele perder ciertas capacidades esenciales, necesarias para su desarrollo.
Los padres “creen que solo deben llenar el disco duro del chiquito y esto ha traído problemas de organización de la atención, porque son niños que tienen información mecánica y no se puede concentrar en cosas esenciales y en funcionalidad de las cosas. Tienen información teórica, pero no técnica”, dice la sicóloga Alicia Amador.
Además, pueden crear algún tipo de frustración en su hijo. Según la terapeuta Jenny Morera, “además de afectar la parte de atención y concentración, se puede perturbar la autoestima del niño, pues al no poder cumplir todas las tareas que se le han encomendado se siente frustrado”.
Padres, los guías
Jenny Morera Niño, terapeuta ocupacional, señala algunas recomendaciones que se deben tener en cuenta:
* Es esencial que los padres busquen orientación de especialistas en el tema. Son ellos quienes pueden brindarles las pautas necesarias para que hagan un adecuado trabajo en casa.
* Si se observa alguna dificultad en el pequeño o comportamientos que no sean acordes con su edad, se debe acudir adonde un profesional que conozca sobre el tema de estimulación.
*El padre debe aprovechar las actividades que su hijo realiza diariamente para proveer los estímulos necesarios para el desarrollo y aprendizaje. No hay que inventarse actividades extrañas para lograr un adecuado proceso. Es decir, el mismo entorno en el que el niño se desarrolla está rico de estímulos.
* Con los niños más grandes es recomendable negociar. Es decir, concertar qué tipo de dinámicas resultan más llamativas para él y realizarlas permanentemente.
Por Karen Johana Sánchez
Redactora ABC del bebé