¿Qué tal consumir siempre el mismo alimento, pero en cada comida con un sabor diferente? Algo similar a esto es lo que sucede con la leche materna, pues la dieta de la madre no solo influye en la calidad de la leche, sino en los sabores que asimila el bebé.
Silvana Dadán, nutrióloga pediatra, master en Nutrición Clínica y líder del área de Nutrición Clínica, IPS Gastronutriped, explica que los alimentos que come la mamá durante el embarazo y durante la lactancia sensibilizan, poniendo al bebé en o con olores y sabores, primero, a través del vientre materno, y luego, mediante la leche materna.
Dentro del útero, el bebé siempre está en o con el líquido amniótico, que contiene las partículas que dan sabor a los alimentos que consume su madre y, a su vez, está familiarizado con los sabores más frecuentes de su dieta. Sin embargo, aunque dentro del útero el bebé no puede hacer nada al respecto, si puede hacerlo cuando está tomando leche materna, aceptándola o rechazándola.
Martha Beltrán González, jefe de urgencias y de pediatría de la clínica La Colina de Bogotá, explica que la leche materna no siempre le sabe igual al pequeño, y que esta diferencia se debe a los diversos alimentos que consume la madre y que pasan al él cuando lo amamanta.
Podría decirse que todos los sabores llegan a la leche materna, pero el bebé ya está acostumbrado a ellos y los conoce desde que está en el vientre de su madre. A pesar de ello, sabores desconocidos o algunos conocidos, pero más fuertes o intensos, pueden generar diferentes reacciones en el niño.
No se trata de que si la madre come lechuga y tomate, entonces el niño sentirá exactamente los mismos sabores en su boca; la leche no perderá sus características, pero sí le aportará a su paladar diferentes experiencias. De hecho, no es cierto que si la madre come picante el bebé se picará su lengua, o que todos los bebés tendrán gases si la madre come brócoli. El picante jamás pasará a la leche materna y no todos los pequeños reaccionan igual a los alimentos que reciben.
Por medio de la lactancia, el bebé aprende a degustar los diferentes alimentos y a reconocer sus sabores, con lo cual estará más preparado para el momento en que llegue la alimentación complementaria, es decir, la introducción de nuevas comidas después de los seis meses de edad cuando concluya la etapa de la lactancia exclusiva.
Es por esto que la nutrición de la madre durante la gestación y durante la lactancia es fundamental, no solo porque de ella depende su buen desarrollo dentro del útero y en sus primeros años de vida, sino porque lo prepara para el mundo, y facilita el consumo de todos los alimentos nutritivos.
Dadán afirma que los estudios señalados demuestran que los niños de mamás que consumen dietas variadas, ricas en vegetales y en frutas, durante el embarazo y en la lactancia, aceptan más fácilmente los alimentos, en especial estos que nombramos. Esa disposición es importante porque facilitará la buena nutrición del bebé, fundamental para todo su desarrollo.
Adicionalmente, cuando inicia la alimentación complementaria y la madre continúa lactando, sigue promoviendo la aceptación de alimentos, porque además de los que él está probando directamente, sigue recibiendo los que le llegan a través de leche de la mamá.
Los beneficios de amamantar al bebé son innumerables. Conoce algunos:
- Le provee todos los nutrientes que necesita y en sus cantidades exactas.
- Le protege de alergias, gases, diarreas, estreñimiento, infecciones de oído, o males respiratorios.
- También tendrá menos posibilidades de ser obeso o tener problemas de peso.
- Creará un vínculo más fuerte entre él y su madre.