Entre ellas se encuentran la atonía uterina, la retención de la placenta, la ruptura uterina y las alteraciones en la coagulación.
Se entiende por hemorragia posparto la pérdida de sangre que se presenta una vez ha nacido el bebé y se ha producido el alumbramiento; es decir, la expulsión de la placenta.
Marco Duque, ginecoobstetra, director de la Unidad de medicina maternofetal de la Clínica de la mujer, y perinatólogo de la Clínica Reina Sofía, asegura que se puede presentar en el momento del parto y hasta 7 días después, posteriormente a esta fecha es raro que se presente.
Por su parte, el ginecoobstetra y uroginecólogo José Joaquín Gómez Castaño explica que se trata de una pérdida de sangre tan significativa que “descompensa a la paciente y hace que necesite una transfusión de glóbulos rojos empaquetados”.
Para tener una idea más clara de la magnitud de una hemorragia, Gómez señala que el sangrado en un parto vaginal es normal hasta 500 centímetros cúbicos y en una cesárea hasta 1.000 centímetros cúbicos, por tanto una hemorragia posparto debe ser superior a estas cantidades.
En ese sentido, añade que durante un parto siempre hay una pérdida de sangre inevitable, así que para que esta no sea mayor hay dos mecanismos que conservan la integridad de los vasos sanguíneos tras el alumbramiento. Estos son:
- La constricción de los vasos sanguíneos del lecho placentario (el lugar del útero donde se ha adherido la placenta) al producirse una contracción del útero.
- Un sistema de coagulación adecuado.
Las causas
Duque comenta que la atonía uterina es el principal motivo que la detona. “Esto significa que el útero no se contrae de manera adecuada después de que ha salido la placenta, a pesar de que se aplican las medicinas usuales para que esto ocurra”, dice Duque. Y añade que otra causa bastante frecuente, más ahora con el uso de la cesárea, es el acretismo placentario, que consiste en una adherencia mayor de la placenta en una cicatriz del útero. Es decir, una mujer que ya haya pasado por una cesárea, por raspados uterinos o por cualquier cirugía uterina a la que haya sido sometida con anterioridad (como miomectomías) produce una cicatriz en el útero, que podría hacer que la placenta se adhiera con más fuerza al útero.
Otras causas que la podrían producir son:
- Retención de la placenta o fragmentos de esta
- Lesiones en el tracto genital inferior
- Ruptura uterina
- Inversión uterina
- Alteraciones de la coagulación
Prevención
Gómez indica que para prevenirla se deben identificar y controlar los factores de riesgo, los cuales se clasifican de acuerdo con el tipo de nacimiento:
Parto vaginal
- Preeclampsia (tensión arterial alta durante el embarazo)
- Embarazo gemelar
- Alumbramiento prolongado (se demora la salida de la placenta más de una hora)
- Episiotomía (incisión o corte que se realiza para prevenir desgarros durante el parto y aumenta la apertura vaginal para favorecer la salida del bebé).
- Trabajo de parto estacionario (la mujer deja de dilatar y se debe llevar a cabo una cesárea)
- Lesión del tracto genital inferior durante el parto
- Estimulación del útero con oxitocina para reforzar el trabajo de parto
- Utilización de espátulas
- Nulíparas (mujeres que antes no han dado a luz)
Para Cesárea:
- Uso de anestesia general
- Corioamnionitis (infección dentro del útero)
- Preeclampsia
- Fase activa del parto prolongada
- Expulsivo prolongado (cuando el recién nacido se demora más de una hora entre el momento en que la paciente está en 10 centímetros de dilatación y el nacimiento).
Ahora bien, para manejar y controlar esta situación se debe tener en cuenta la causa que la produjo.
“Si la paciente no es atendida a tiempo tiene un mayor riesgo de complicación o muerte —dice Duque—. Sin embargo, así sea atendida a tiempo, puede complicarse o morir a pesar de todo el manejo adecuado que se le brinde. No sobra señalar que la hemorragia posparto es la segunda causa de muerte materna en el mundo y en algunos países, la primera, solamente superada por la preeclampsia”.
De hecho, Gómez agrega que la frecuencia con que se presenta es del 5 por ciento en los partos vaginales y entre 6 y el 10 por ciento en las cesáreas.
Consecuencias
El doctor Duque asegura que las consecuencias pueden variar desde una anemia importante (que se corrige con transfusiones, hierro y dieta), hasta la muerte, pasando por lesiones de órganos vecinos durante la cirugía (a nivel de uréter, vejiga o intestino), complicaciones intermedias, infecciones, falla renal o extracción quirúrgica del útero.
Después de que se ha controlado la hemorragia, las mujeres deben estar pendientes de posibles sangrados posteriores y acudir a urgencias ante cualquier signo de sangrado abundante. Deben tener en cuenta que de acuerdo al grado de complicación que tuvieron, su recuperación será más lenta, tendrá que controlarse el riesgo de infección y la anemia, que generalmente después de que ha pasado el episodio agudo (primeras 48 horas ) será manejada con hierro y dieta en casa.