Algunos hombres también pueden sentir mareos y náuseas durante el embarazo de su pareja. No hay que preocuparse.
Algunos hombres también pueden sentir mareos y náuseas durante el embarazo de su pareja. No hay que preocuparse.
Incluso antes de saber que están esperando un hijo, algunos hombres sienten malestar y antojos. Es el Síndrome de la Covada, un conjunto de síntomas del embarazo que aqueja a los padres y que no tiene más explicación que un vínculo emocional con la pareja; cuatro hombres cuentan sus experiencias con el embarazo.
Disminuyó conductas de riesgo
Andrés Aguirre tiene 32 años y se desempeña como trader en deuda pública. Su esposa María Andrea Cuervo tiene 33 semanas de embarazo. Durante el tercer y cuarto mes de gestación sintió mareo y muchas náuseas.
“He aumentado de peso porque se me abrió más el apetito. Me ha dado antojo de helado, algo que nunca como, y de pizza solo con queso”, revela Andrés.
Su temperamento no ha variado durante este tiempo y se ha sentido siempre muy tranquilo. Pero ofrecerle un futuro le quita el sueño: “Me da mucha incertidumbre el futuro, el poder asegurarle la educación”.
Además, siente que se ha vuelto más conservador frente a los riesgos diarios. “Manejo más despacio y hago mucho más ejercicio. He empezado a ahorrar en acciones mensualmente, abrí fidecomisos para su educación, hemos comprado pañales, he tratado de dormir un poco más y de descansar lo máximo posible”.
Además tiene claro que cuando llegue su bebé, las actividades que más le gustan van a quedar a un lado, para ofrecerle todo el tiempo a su hijo.
Cambios en el estado de ánimo
Los tres primeros meses de embarazo de Cristina Galvis fueron muy difíciles para su esposo Juan Carlos Rojas, porque no paró de sentirse mareado.
Además, desde entonces, no ha dejado de comer. “Parezco un yoyo porque subo y bajo de peso. Me dan más antojos a mí que a mi esposa; cuando mercamos pongo en la canasta mermeladas de todos los sabores, lecheras, arequipe”, dice.
Juan Carlos cuenta que otro de los cambios importantes que ha sentido en este periodo es un aumento en su sensibilidad: “el sentimiento de ser papá me hace muy vulnerable a temas como el abandono. Antes no lloraba, ahora soy más sensible”.
Y el cambio de vida ha sido radical, pues asegura que ve “con otros ojos mucho más frágiles a los demás niños. Veo a mi esposa y me produce tanto amor, es algo que solo lo sientes cuando eres papá”.
Con un leve pánico
John Naranjo es diseñador gráfico y a su esposa solo le faltan dos semanas para dar a luz. Ha sido afortunado, porque en este tiempo no ha sentido mareos o náuseas. Aunque al principio tuvo mucha ansiedad al pensar en la salud de su bebé.
Pero, a pesar de la ausencia de malestar general, no se ha librado de los antojos. “He subido de peso, unos cuatro kilos. A veces me dan deseos incontenibles de comer cosas que no debo (sufro de gastritis) como hamburguesas y perros calientes”.
Su estado de ánimo también ha cambiado: “A veces estoy irascible, a veces sensible, a veces inseguro (como ataques de pánico leves)”. Asegura con certeza que su vida ha cambiado. “Antes vivía en función de mí mismo, de mi vida en pareja y de mi carrera; ahora he introducido rutinas que le abren paso a mi relación con mi hija”.
Antojos a medianoche
Andrés Mauricio Herrera tiene 30 años y se desempeña en el área de servicio y atención al cliente de una empresa. Su bebé es Samuel Herrera Jaramillo y ya tiene 6 meses de edad.
Paradógicamente, Andrés sintió malestar general antes de saber que su esposa estaba embarazada. “Estuve incapacitado 3 días con náuseas, mareo y vómito. Una semana después conocimos la noticia, y de ahí en adelante seguí con náuseas y con una necesidad constante de dormir”.
Además, sus rutinas de comida cambiaron, al punto que todo lo que su esposa no quería comer, él se lo comía, por esto aumentó un poco de peso. Claro, los antojos no se hicieron esperar: un deseo incontenible de comer brownie a cada momento se apoderó de él.
“Mi esposa quería cosas ácidas y yo siempre quería comer dulce. Cuando teníamos cuatro meses de embarazo, sentí un deseo enorme de comer arroz con chuleta de cerdo a las 12 de la noche y mi esposa tuvo que levantarse a prepararlas”.
En cuanto a su estado de ánimo cambió sobre todo en el trabajo. Se sentía muy irritable. Pero con su esposa, se volvió mucho más amoroso y comprensivo que de costumbre.
“Me siento muy contento, con deseos de trabajar muchísimo más para darle lo mejor siempre a mi hijo. Sentía emociones difíciles de explicar”-
Juliana Rojas H.
Redactora ABC del bebé