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Las várices, lejos de ser sólo un problema estético, son una enfermedad que dejan grandes secuelas

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Pueden ser hereditarias, pero también existen factores que pueden desencadenarlas y que se pueden evitar.
Anteriormente, cuando una mujer tenía várices y consultaba a su médico por ese motivo, este le preguntaba cuántos hijos iba a tener. Si ella decía que planeaba tener 2 o 3, generalmente le decían: ‘Vaya, tenga sus hijos y después le hacemos la cirugía o el tratamiento contra las várices’. Es decir, esperaban a que las venas se dañaran para operarlas. En cambio, ahora lo que se busca es atacarlas a tiempo”, cuenta Álvaro Delgado, cirujano vascular periférico y director científico de EVLT Colombia (EndoVenous Laser Treatment).
El doctor Delgado explica que los seres humanos tenemos tres circulaciones: arterial, venosa y linfática. La arterial lleva sangre oxigenada; es decir, que ya pasó por el pulmón hacia el corazón y, de allí, este se encarga de enviarla a todo el cuerpo. Por su parte, la venosa devuelve la sangre al corazón, pero en las extremidades inferiores tiene una connotación diferente, pues el hecho de que el homo sapiens hubiera tomado la posición erecta implicaba que la sangre se bajaba. Por eso, en la evolución nacieron unas válvulas que a cada tanto se cierran y permiten que la sangre suba al corazón, pero que no se devuelva.
Estas se encuentran ubicadas en las venas entre cada 3 y 5 centímetros. Los seres humanos tenemos un corazón que empuja la sangre y la lleva hasta la periferia, pero no tenemos un corazón, literalmente, que la regrese de nuevo hacia el tórax. “Sin embargo, a la pantorrilla se le llama clínicamente corazón periférico, pues bombea la sangre de las extremidades inferiores al corazón —dice el especialista—.
Cuando uno camina, al dar el paso, la pantorrilla exprime la vena y empuja la sangre hacia arriba, permitiendo así que suba. De igual manera, en la respiración, el movimiento de la inhalación, chupa la sangre de las piernas. Pero si no hay válvulas, la sangre empieza a pendular, o sea, a subir y bajar”. Lo que ocurre con las várices es que las venas se han dilatado y las válvulas perdieron su sellamiento. Entonces, la sangre empieza a bajarse. Nueve de cada 10 personas con várices tienen dañadas las válvulas de la vena safena interna o vena safena mayor, que es la más larga del cuerpo humano, y va desde el tobillo hasta la región inguinal. El otro 1 por ciento tiene dañada la safena corta o menor, que va por detrás, desde el tobillo externo hasta la corva.
“Las várices se complican porque la sangre se regresa. Se denomina sangre pendular, es decir, está en el mismo sitio y no llega al pulmón para ser oxigenada y luego repartirla. Entonces, es probable que se coaguale. Por eso, hay que prestarle atención”, asegura el especialista.
Herencia
Las várices se producen principalmente porque los padres heredan un daño en el tejido conectivo o tejido elástico de las válvulas. Sobre todo, en la primera válvula de la vena safena interna o vena safena mayor, pues, según explica el doctor Delgado, la enfermedad se produce en la parte superior de las piernas, aunque las várices se manifiestan abajo. Esto significa que existe una predisposición genética; esto es, si la madre las tiene, seguramente las hijas y su descendencia las podrían presentar, aunque hay factores que la desencadenan y que, por supuesto, evitándolos, es posible prevenir la aparición de estas. Entre los principales se encuentran:
- Vida sedentaria.
- Sobrepeso.
- Estreñimiento crónico.
- Estar de pie mucho tiempo, más de 8 horas diarias.
- Usar tacones muy altos, pues, como ya se dijo, al dar el paso o movimiento de arranque, se contrae la pantorrilla y esta empuja la sangre al corazón. Entonces, si el pie ya está elevado por el tacón, el movimiento que va a hacer es mínimo. Sin embargo, unos tacones moderados no intervienen en su aparición.
- Aumento de presión dentro de la cavidad abdominal por el embarazo. Para prevenir su aparición en este periodo, se recomienda el uso de soporte elástico. Es decir, medias de compresión gradual, que aprietan mucho en el pie y van disminuyendo la presión a medida que van subiendo en la pierna. Este soporte permite empujar la sangre hacia arriba y si las válvulas están dañadas o la vena dilatada, se aproximan, apretando la pierna.
Clasificación
Cero. Pierna limpia. Cuando las piernas están sin rastros de várices ni arañitas (venas delgaditas y de color morado) pero la mujer se queja de dolor, especialmente en los días previos a la menstruación. Aunque puede presentarse todos los días. Los síntomas generalmente son vespertinos, o sea que en la mañana las pacientes se encuentran bien, pero a partir del mediodía, empiezan a sentir cansancio y pesadez en las piernas. Cuando llegan a sus casas, elevan las piernas sobre almohadas o sobre la cabecera de la cama y sienten alivio.
1. La pierna empieza a verse con arañitas.
2. Se hacen evidentes ‘nudos’ o venas levantadas.
3. Además de lo anterior, se hincha la pierna.
4. Comienza a mancharse la piel, la zona coge otro color y, además, la persona se rasca y se empieza a lastimar y dañar la piel.
5. Ya se presentó una úlcera, pero esta ya cicatrizó.
6. Hay una úlcera varicosa, que está activa, sangrando y abierta.
“Los síntomas de las várices son  inespecíficos, van de ninguna molestia a incapacidad total. En algunos casos, la pierna está limpia, pero la paciente se queja de dolor; en otros, tienen unos nudos inmensos y estos no les producen ningún dolor ni molestia. Independientemente del caso, hay que tratar las várices para que no avancen de nivel ni se compliquen”, sostiene el doctor Delgado.
Prevención de várices en mujeres embarazadas
1. Uso de medias de compresión gradual. Siempre y cuando lo autorice el ginecoobstetra. Aunque actualmente están diseñadas con una bolsa, que no ejerce ningún tipo de presión sobre la cavidad abdominal, donde está el bebé.
2. Evitar el estreñimiento, pues al aumento de presión del bebé no hay que aumentarle la del estreñimiento
3. Hacer ejercicios para las piernas, siempre y cuando lo permita el médico tratante.
4. No recostarse boca arriba, preferiblemente del lado izquierdo.
5. Acariciar y masajear las piernas. Preferiblemente, poniendo los pies sobre la cabecera de la cama y luego masajeando los pies e ir ascendiendo a la zona inguinal.
Tratamiento
El sistema venoso se divide en superficial y profundo. Para contrarrestar las várices, solo se hacen tratamientos en el sistema superficial y así es posible desaparecerlas definitivamente.
Para determinar si la vena está enferma y es necesario operarla, se hace un examen de ultrasonido llamado dúplex. A través de este, es posible establecer si la sangre se está regresando, esto se conoce como reflujo.
Si el examen demuestra que es necesario operar, se utilizan principalmente los siguientes tratamientos:
1. Inyecciones o escleroterapia. “Esclerosar es sellar o acordonar”, dice el especialista y añade, si antes la vena era un tubito por donde pasaba sangre, después de la escleroterapia queda un cordón, que el organismo absorbe y se borra. Antiguamente se usaba un líquido, que al combinarse con la sangre podía producir toxicidad. Actualmente se inyecta una espuma, que se comporta como émbolo y empuja la sangre. Así, la espuma acaba el resto de las venas dañadas. Para los casos avanzados, no se aconseja inyectar nada.
2. “Cuando las venas se ven como nudos o como unas ‘culebras’ en las piernas, esto se produce porque todas las ramificaciones de las venas se han dilatado, así que la única opción es operar, para hacerlo hay dos maneras:
• Cirugía convencional, screening o safenectomía, en esta, se quita toda la vena safena. “Como hay muchísimas ramas, cuando se arranca, hay que hacer múltiples incisiones y la pierna queda toda llena de cortes. Sin embargo, no hay ningún problema de quitarla porque queda todo el sistema profundo funcionando”, explica el doctor Delgado.
• Cirugía con láser. Se inserta dentro de la vena una fibra óptica que viaja hasta el nacimiento de la vena safena interna. Se quema toda la vena y se sella. Al hacerlo, se sella también la raíz de todas las colaterales; por eso, no hay que arrancarlas ni hacer incisiones. Con el tiempo, lo que queda de la vena se reabsorbe.
Esta última cirugía con láser no deja cicatrices ni incapacidad y quienes se la practican salen caminando normalmente.
Por Melissa Serrato Ramírez
Redactora ABC del bebé

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