Recuerdas a tus padrinos de bautizo? Para muchos colombianos católicos y cristianos, la imagen de esa pareja que estaba al lado de sus padres el día de su bautizo sobrevive tan solo en las fotos del evento. De resto, nunca más los volvieron a ver.
Para otros, en cambio, ellos han estado presentes en sus vidas en varios momentos, o por lo menos en los más importantes. También hay casos en los que el padrino o la madrina se han convertido en una figura de ejemplo, respaldo, compromiso y protección.
Así las cosas, la suerte que corra tu hijo, si deseas bautizarlo y nombrarle padrinos, dependerá de la buena elección que hagas.
La posibilidad de que los pequeños creen relaciones afectivas con personas diferentes al núcleo íntimo familiar es un asunto que pocos padres se plantean a la hora de escoger al padrino o madrina de sus hijos. De hecho, suele ocurrir que los eligen como un formalismo, basados en tradición, la amistad o los compromisos sociales.
Por ello, en algunos casos parecería que el rol de los padrinos se desvirtúa después de la ceremonia y se reduce a dar un regalo de vez en cuando.
Según la psicóloga y psicoterapeuta María Carolina Sánchez Thorin, “en términos psicológicos, los padrinos representan las llamadas ‘figuras de apego secundarias”.
La especialista señala que “al igual que ocurre con los abuelos, tíos o cuidadores, un padrino o madrina puede llegar a representar un espacio de seguridad, de afecto y de comprensión, indispensables para el desarrollo emocional del niño”.
Por ello, la recomendación es elegirlos de forma consciente. Wendy Haynes, en su libro How to Be an Inspiring Godparent, Mentor or Guardian (Cómo ser un padrino que inspira, en español) recomienda que los padrinos sean personas que “estén al lado del pequeño tanto en las celebraciones como en los momentos de crisis. Alguien en quien el menor pueda confiar y pedir consejo”.
Por el lado de los padres, es importante que compartan lazos fuertes con los elegidos, que tengan unos valores similares (para que puedan formar parte de la educación de los niños) y que la relación entre ellos esté equilibrada, tanto en edad como por lazo afectivo. Un consejo en este sentido es que elija padrinos que sean dos amigos cercanos entre sí, dos esposos o dos hermanos, en lugar de personas particulares, pues la comunicación entre ellos será más fluida.
Finalmente, es imprescindible que las personas a las que les proponga ser padrinos estén tan emocionados como usted con el título, que no lo consideren una carga y sepan cuál va a ser el rol que usted espera de ellos, de esta forma pueden decidir si están dispuestos a comprometerse o no.
Según el abogado Jonathan Vargas, los padrinos “no tienen ninguna responsabilidad legal con el ahijado porque el apadrinamiento no está regulado, lo que implica que firmar un acta de bautizo y volverse padrino no implica ninguna obligación legal. Lo que sí se entiende es que hay una obligación moral, aunque esta no sea exigida por la ley”.
No obstante, muchos padres eligen a los padrinos de sus hijos porque consideran que pueden ser las personas que velen por los niños en el momento en que lleguen a faltar y los pequeños queden en estado de indefensión.
“Pero, para que esto tenga verdadero efecto, es importante que los padres del menor dejen por escrito, vía documento legal, que en caso de fallecer, los padrinos quedarán asignados como tutores legales”, finaliza el experto.
Como explica Joan Suárez Gómez, abogado especialista en derecho civil, “esto funciona en los casos en que un niño está completamente desprotegido de su familia extensa, para que el niño no termine, en el peor de los casos, en un hogar de paso del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF).
La costumbre de nombrar padrinos tiene raíces en la fe católica cristiana. El Código de Derecho Canónico –las normas jurídicas de la Iglesia– señala: “En la medida de lo posible, a quien va a recibir el bautismo se le ha de dar un padrino, cuya función
es asistir en su iniciación cristiana al adulto que se bautiza y, juntamente con los padres, presentar al niño y procurar que después lleve una vida cristiana congruente, cumpliendo las obligaciones inherentes al sacramento”