Un grito, un golpe, un empujón, son las formas de maltrato más evidentes. Pero hay un maltrato sutil que deja huellas más difíciles de superar en los niños. Ignorarlos, sobreprotegerlos y no guardar coherencia entre lo que se les dice y el verdadero significado de las palabras o las actitudes corporales que las acompañan, son agresiones que pueden lesionar no solo la autoestima sino su capacidad de expresar sus sentimientos.
Según explica Marianela Vallejo, psicóloga con maestría en spicología infantil de la Universidad Libre de Bruselas, son los niveles sutiles en el lenguaje no manifiesto los que pueden generar más daño psicológico, porque generan una gran confusión entre lo que el niño escucha –que normalmente son expresiones positivas– y el verdadero contenido de la comunicación, que esconde una agresión silenciosa. Por ejemplo, una madre que le dice a su hijo que está bien que se coma el último postre, pero a renglón seguido le dice que es el más voraz de la familia y que dejó sin postre a su papá y a su hermano, está dando un doble mensaje. “En consecuencia, en un nivel el niño siente la aprobación de la madre, y en el otro nivel la desa-probación y la culpa”, señala Vallejo.
Esta falta de coherencia también se presenta cuando en un nivel verbal se aprueba una conducta, pero la expresión corporal implica distancia. Por ejemplo, cuando el niño le dice a su mamá “siento que no me quieres”, y ella le dice “cómo vas a pensar eso si te adoro”, pero cuando el niño se acerca a abrazarla, ella se retira.
“Estos niveles sutiles que perturban seriamente al niño obedecen también a un nivel de disociación interna de la madre, consecuencia de que tal vez ella haya recibido o tiene grabado en su interior un vínculo con su madre similar. Más que lo que hacen los padres en la educación, al niño lo marca lo que siente que son los padres”,
explica Vallejo.
Un lenguaje que desdice y que es contrario a los verdaderos sentimientos de los padres, es como si fuera un maquillaje ante la agresión que el padre o la madre no se permiten manifestar abiertamente.
Y estas conductas casi nunca registradas por los padres, en muchas ocasiones son más nocivas que la agresión abierta, puesto que el niño se encuentra inmerso en un marasmo de sentimientos a los que ni siquiera logra nombrar. Es preferible que los padres puedan asumir el sentimiento de malestar frente a su hijo y que lo expresen con respeto, porque con esto el niño aprende a hacer lo propio y una conducta coherente entre lo que hace y lo que siente, aconseja Vallejo.
Generar conductas de agresión pasiva es un paso que lleva a la negación de la agresión, y negar los sentimientos negativos que albergamos en nuestro interior cierra el corazón e impide la expresión sincera y auténtica del afecto, puesto que el corazón que se cierra por miedo a reconocer el dolor o la rabia ocasiona que el cuerpo se vaya congelando y los sentimientos se tornen cada vez más protegidos y llenos de caretas, al punto que se puede llegar a estar desconectados de estos.
Otra conducta que parece sin importancia, pero que deja secuelas en los niños, es ignorarlos. Este maltrato en el que muchos padres caen por tener la cabeza en otra parte, les genera un sentimiento de que ellos no existen y los hace sentir excluidos. Como reacción, los niños pueden desarrollar conductas difíciles para hacerse notar. “La violencia más fuerte es la muerte física, la siguiente es ignorar los sentimientos o decir que no existen. No escuchar a los niños, no contestarles, no dejarlos hablar, es como matar los sentimientos, negarlos, no escuchar sus necesidades”, explica Vallejo. Otro tipo de agresión es la sobreprotección. Querer hacer todo por ellos cuando no es necesario, es una forma de decirles que no son capaces, así la intención de los padres sea expresarles su amor. Por eso hay que saber cuáles son las necesidades y capacidades de los niños en cada edad.
Frases maltratadoras
• Ahora no.
• Cómo vas a sentir rabia, tristeza, dolor, etc., si no te pasó nada importante.
• Que te calles.
• Claro que puedes hacer eso, pero estás siendo egoísta, malo, desconsiderado.
• Déjame a mí que tú no puedes.
• Quítate de ahí.