En esta edad, el pequeño se integra a la mesa familiar y sigue la dieta de un adulto según su desarrollo.
La leche es clave, y aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja prolongar la lactancia hasta el segundo año de vida, si se deja de lactar antes de ese tiempo, la leche de origen animal es una alternativa solo después del primer año. A un bebé sano, dice la gastroenteróloga Sandra Paipilla, se le puede dar leche de vaca en polvo o líquida pasteurizada (nunca sin pasteurizar, que es la de cantina).
El mercado ofrece opciones en ambas presentaciones, con vitaminas y minerales.
“La leche por sí misma tiene su propio valor nutricional y se complementa con nutrientes de otros alimentos”, agrega Paipilla.
Según el pediatra Juan Fernando Gómez, la leche en polvo puede ser más práctica: dura más y está disponible todo el tiempo, pero eventualmente se la asocia con mayor incidencia en el estreñimiento, aclara.
Lo ideal es que en los primeros seis meses, la leche materna sea el alimento exclusivo del bebé. A partir del sexto mes ya es tiempo de complementarla con otro tipo de alimentos.
En cambio, la leche de origen animal, por ningún motivo, se debe dar al niño antes del año. ¿Por qué? Según la gastroenteróloga Sandra Paipilla, cuando la leche de vaca sin pasteurizar (de la cantina) se introduce antes del año, perjudica el crecimiento y desarrollo de los niños.
Además, este alimento es pobre en hierro. Como es de baja absorción intestinal, predispone a sangrados y alergias gastrointestinales, que frecuentemente se asocian a deficiencia de hierro, así como anemia. Estas condiciones son las que retrasan el desarrollo sicomotor. Adicionalmente, la leche de vaca es baja en otros nutrientes, como ácidos grasos esenciales y vitaminas C y E.
¿Qué hacer? Si tiene la posibilidad, prefiera darle al niño una leche de marca comercial. Varias de ellas, por no decir todas, vienen adicionadas con vitaminas, minerales y otros nutrientes.
“La leche, por sí misma, tiene su propio valor nutricional, que se complementa con el aporte de vitaminas, minerales y otros nutrientes presentes en otros alimentos”, afirma la doctora Paipilla.
Claro está, las mamás deben tener en cuenta que la leche en polvo, en algunos casos se asocia a mayor incidencia de estreñimiento.
En caso de que le haga daño
Cuando se consume leche, pueden producirse varias clases de intolerancias.
Estas son algunas de ellas y las consecuencias que generan.
- Intolerancia a la lactosa:
El pequeño muestra signos de distensión abdominal, cólicos, permanece con gases, eructos, flatulencia; tiene deposiciones semilíquidas, explosivas y ácidas que queman el área del pañal y ocurren después de la ingesta de leche.
- Alergia a la proteína:
El dos por ciento de los niños menores de 2 años son alérgicos a la leche, la cual contiene cerca de 25 proteínas alergénicas.
Sin embargo, la mayoría de los lactantes se vuelven tolerantes a ésta a partir de los 2 ó 3 años de edad, según el gastroenterólogo y nutriólogo Wilson Daza.
El experto señala que estas pueden ser las señales de una alergia a alguna de las proteínas de la leche: náuseas, vómito, cólico, diarrea, estreñimiento, hemorragia digestiva, anemia por pérdida crónica de sangre en forma oculta, incremento inadecuado de peso y talla, anorexia, desnutrición, brotes, eczema, edema labial, urticaria, prurito, rinitis alérgica, asma conjuntivitis alérgica e hipotensión. Consulte al médico.