Bebés a los que les cuesta sostener la cabeza durante periodos prolongados, cerrar las manos, voltearse, gatear y caminar, y niños con malas posturas, cansancio permanente y dificultad para concentrarse podrían padecer hipotonía, una condición que al ser tratada a tiempo evitaría retrasos en el desarrollo psicomotor.
Sí, es cierto que cada pequeño tiene su propio ritmo de aprendizaje, pero es bueno contar con la asesoría del pediatra para valorar el crecimiento y la evolución del menor.
En el caso de los bebés o niños hipotónicos, las singularidades que se presentan están asociadas a la flacidez muscular y a la estabilidad atencional; es decir, a la disposición para aprender. Algunas de las señales son manos, codos y rodillas extendidas permanentemente, cabeza desgonzada, dificultad para succionar, pie plano, displasia de cadera, abducción (separación) excesiva de las piernas –también llamada 'posición de rana'– y, cuando están más grandes, elasticidad extrema, inclinaciones posturales, caídas recurrentes, agotamiento físico y disminución en el estado de alerta indispensable para una buena atención, es decir, la disposición para aprender.
Lo importante, en caso de que se presenten uno o varios de estos síntomas, es informarlos al pediatra para que realice un diagnóstico temprano que permita hallar las causas de dichas anomalías y llevar a cabo un tratamiento oportuno. Vale la pena anotar que la hipotonía se da en diferentes niveles y, conforme a esto, los métodos y procesos para contrarrestarla varían.
La visión médica
John Jairo Gutiérrez Ramírez, médico especialista en fisiatría, osteopatía y quiropraxis, explica que la hipotonía no se cura, se estabiliza, y la describe como un retraso del desarrollo que afecta tanto la movilidad corporal como el control postural y que, a su vez, conlleva a trastornos del lenguaje, la deglución, el aprendizaje, la socialización y la funcionalidad en general, según la gravedad de la misma.
Por su parte, Alexander Albarracín Pinzón, médico especialista en fisiatría y miembro de la Asociación Colombiana de Medicina Física y Rehabilitación, explica que la hipotonía en sí misma no es una enfermedad sino una condición que puede aparecer en cualquier niño, o incluso adulto, pero es más común que se dé durante los primeros años de vida. También puede ser hereditaria o estar asociada a enfermedades del encéfalo, médula espinal, nervios periféricos y músculos. “El hipotónico, en pocas palabras, presenta disminución del tono muscular, es decir, la resistencia que tiene el músculo al estiramiento”, agrega.
Su dictamen, que es dado inicialmente por el médico general o pediatra, lo corroboran un neuropediatra y un fisiatra, con el apoyo de un equipo interdisciplinario que, entre otras cosas, evalúa postura, actividad refleja, reacciones automáticas de enderezamiento, equilibrio y calidad de ejecución motora.
Los efectos de esta condición, según dice Álvaro Izquierdo Bello, neuropediatra y coordinador del posgrado en neuropediatría de la Universidad Nacional, están directamente relacionados con el origen y la progresión de la misma. “Un diagnóstico temprano nos permitirá establecer un tratamiento oportuno y efectivo. Antes de angustiarse y alarmarse, los padres deben buscar la asesoría y el apoyo de profesionales que los guíen”, señala.
La visión terapéutica
Marlén Castellanos Dimaté, fonoaudióloga y directora de Kaikú Interacción Infantil, manifiesta que, desde su campo, los tratamientos están dirigidos, especialmente, a quienes tienen hipotonía leve: tono (grado de tensión muscular) y fuerza disminuida. “Estos pequeños se distraen con facilidad y tienden a perder su control postural, lo que afecta los procesos atencionales y sus habilidades para ejecutar actividades en mesa. Asimismo, evaden tareas que implican colorear, amasar materiales y recortar con tijeras, entre otras manualidades similares”, dice.
Es entonces cuando se habla de menores que no cumplen las exigencias del jardín o del colegio, que mantienen malas posturas, que no rinden al mismo nivel de sus compañeros, que en el trabajo físico presentan limitaciones y que no consiguen los logros propios de su edad. En este sentido, Tatiana Solarte, terapeuta ocupacional integradora sensorial, señala que el proceso de aprendizaje necesita un grado de alerta, que está favorecido tanto por la postura como por la actitud.
La atención puede verse afectada debido a que los niños están más preocupados por mantener y controlar la posición de su cuerpo, que por generar el nivel de alerta necesario para realizar nuevos aprendizajes. Por esta razón, los apoyos terapéuticos tienen como objetivo proporcionar escenarios donde los infantes puedan realizar actividades encaminadas a favorecer el aumento del tono y fuerza muscular como, por ejemplo, subir y bajar escaleras colgantes, ejercitarse en elementos suspendidos (columpios, plataformas circulares, rectangulares, etc.), sobrepasar obstáculos de diferentes inclinaciones, trepar, halar, empujar, transportar peso, hacer deportes como natación y baloncesto y, en general, labores que motiven y refuercen sus destrezas motoras.
“Gran parte de estos diagnósticos se presentan porque los niños tienden a realizar actividades pasivas, como ver televisión o divertirse con videojuegos en lugar de salir al parque a correr, saltar y llevar a cabo trabajos físicos”, afirma Solarte.
Un tratamiento integral
Andrea Fonseca Fonseca, fisioterapeuta egresada de la Universidad Manuela Beltrán, afirma que el tratamiento debe ser individualizado. Asimismo, argumenta que los métodos son rigurosos y requieren el apoyo de tantos profesionales como el mismo diagnóstico. “Pediatra, neuropediatra, fisiatra, terapeuta respiratorio, fisioterapeuta, terapeuta ocupacional y fonoaudiólogo, entre otros especialistas,
pueden llegar a participar en el proceso”, menciona.
El proceso de habilitación o rehabilitación es coordinado por el médico fisiatra, quien define los objetivos de intervención integral. Vale la pena aclarar que en ningún caso es curativa, pero sí busca disminuir la severidad de los síntomas, estabilizar el tono muscular, mejorar la movilidad, corregir las malas posturas, regular la condición cardiopulmonar, realizar una permanente estimulación multisensorial y prevenir el posible atrofio de los músculos mediante diversas técnicas terapéuticas, como vibración, movilizaciones, balonterapia, hidroterapia y motivación táctil, visual y auditiva, así como técnicas especiales conocidas como bobath y vojta, entre otras.
Actualmente, cada vez es más fácil detectar los casos de hipotonía debido al avance científico, tecnológico y de educación médica. “Hoy se cuenta con mayor al sistema sanitario, lo que posibilita que se detecten este y otros trastornos del neurodesarrollo que, en otro tiempo, podían pasar desapercibidos. Lo importante es estar alerta ante cualquier señal, visitar constantemente al especialista y tomar las medidas pertinentes”, recalca el fisiatra John Jairo Gutiérrez.
Puede mejorar
En una rehabilitación de hipotonía, por problemas del desarrollo, se debe trabajar la integración sensorial con diferentes tipos de estímulos, y bien enfocados, para reorganizar el sistema nervioso central, conseguir una postura adecuada y mejorar la parte motora.
Según Gladys Galvis, terapeuta ocupacional y especialista en neurorrehabilitación, eso se logra al trabajar las articulaciones, hacer masajes, ejercicios de espalda y mejorar la postura del niño.
El diagnóstico de la hipotonía del desarrollo, cuenta la terapeuta, puede dar señales desde los dos o tres meses de vida. Los padres deben estar atentos a indicaciones como que el niño se moleste cuando lo acuesten boca abajo, presente alergia a la ropa o a las texturas, esté menos activo o perezoso a la hora de los movimientos, y se le descuelgue la cabeza cuando lo levanten.
Como no se trata de una enfermedad sino de un desorden, Galvis cuenta que el tratamiento se realiza hasta que se logre estabilizar al niño; es decir, cuando él pueda retomar de manera normal sus actividades escolares con buenos resultados, así como jugar.
La terapeuta asegura que se trata de una situación que se puede normalizar.
Y aunque pareciera que ahora la hipotonía es más frecuente que antes, la verdad es que existe más diagnóstico y también se ha tomado más conciencia de que es un problema de integración sensorial que afecta realmente el desarrollo.
Desde casa, la familia puede ayudar a un niño hipotónico a superar dicha condición, por ejemplo, al hacerlo practicar deportes como la natación, escuchar música y bailar, hacer juego de pelota y mecerse en el columpio.
Por Pamela Rueda C. / Especial para 'ABC del Bebé'