Muchos padres de hoy han extendido sus costumbres alimentarias a su descendencia y sus niños tampoco consumen ciertos alimentos. Se trata de dietas en las que, lo que proviene de los animales como la carne, los huevos o la leche están fuera de sus preferencias.
El tema es bastante polémico y sobre el vegetarianismo y otras tendencias como los veganos y crudivoristas (comer crudo o casi sin cocinar) se han planteado diversos interrogantes, entre escépticos y creyentes de estos estilos de alimentación que, en ocasiones, se convierten en estilos de vida.
Uno de esos cuestionamientos es ¿qué tan conveniente o no, es que un niño crezca bajo algún tipo de tendencias como estas? Definitivamente, ¿hay limitantes en torno a los nutrientes que los niños deben adquirir en cada etapa del crecimiento? ¿Se previenen enfermedades o se adquieren otras al dejar de comer ciertos alimentos? En fin, el debate está y seguirá abierto.
Al respecto hay que decir que en el caso del vegetarianismo, existen distintos tipos y grados en razón a que cada persona tiene sus propias necesidades, constitución física y argumentos personales (ideológicos, culturales o de salud) para optar por esta esta clase de nutrición.
Por su parte, los veganos, cifran su alimentación en la idea de que los seres humanos no necesitan consumir ni carne ni los derivados de ningún animal para estar saludables. Este tipo de tendencia es muy estricta y limita su dieta solo al consumo de frutas y verduras.
Y algo mucho más radical es el fundamento de los crudivoristas. Este grupo de personas sigue una antigua técnica de alimentación, que buscas que los alimentos estén en su estado natural, sin ningún tipo de procesamiento, es decir, que ninguno de ellos sea fermentado, ni cocinado, ni mucho menos contar con conservantes o aditamentos.
Para algunos expertos, la situación ideal es que cada persona, al cumplir los 18 años, cuando la personalidad y el criterio están plenamente estructurados, decida cuál es la alimentación de su predilección.
No obstante, si los padres desean inducir al niño en el vegetarianismo deben recibir asesoría de un pediatra, nutricionista u otro profesional que determine, organizadamente, cómo suplir los requerimientos nutricionales y vitamínicos que los pequeños necesitan en cada etapa de su crecimiento. Así mismo, analizar con la historia clínica particular de cada niño sus necesidades y fijará una dieta a seguir.
¿Qué no se puede quitar de la dieta de un niño?
De acuerdo con la pediatra bioenergética Clara Inés Sandoval, cuando una pareja de padres vegetarianos aspira a que sus hijos también lo sean, debe cerciorarse de que en el menú diario de los pequeños, se suplan todos los requerimientos nutricionales con las proteínas adecuadas.
Estas se dividen en las de origen animal (carnes rojas y blancas) y las de origen vegetal, como la quinua, el amaranto y la mezcla de diferentes granos, como la lenteja, el fríjol y el garbanzo con el arroz.
Al respecto, la nutricionista Alicia Cleves dice que, “las proteínas vegetales son buenas, pero no contienen todos los aminoácidos necesarios que brinda la proteína animal (leche, huevo o carne). Por otra parte, aunque los granos tienen la fibra de mejor valor biológico, solamente mezclados con otro cereal (como el arroz) se complementan y forman una proteína fuerte”, afirma.
Evidentemente, en un menú vegetariano no se incluyen las proteínas de origen animal, aunque sí deben estar presentes las frutas y las proteínas vegetales, entre las cuales el alimento estrella es la quinua, un cereal de alto valor biológico que contiene aminoácidos, oligoelementos y es una fuente de fibra, almidón, azúcar, minerales y vitaminas.
¿Qué tan vegano puede ser un niño?
En el caso de los veganos, la idea es no ingieren ningún producto derivado de los animales (incluso huevos ni lácteos), pero entre ellos existe una clasificación: los lacto-vegetarianos, quienes no consumen ninguna carne, aunque toman leche; los ovo-vegetarianos, para quienes su único derivado animal permitido es el huevo; y los ovo-lácteos, vegetarianos que iten en su alimentación tanto la leche como el huevo.
Para la doctora Sandoval, no es adecuado incentivar en la primera infancia una nutrición vegana. “Sugiero que los niños, que así lo determinen sus padres con una orientación profesional, deben iniciarse en la tendencia después de los cinco años, y que sean, en principio, ovo-lacto-vegetarianos, pues el huevo y la leche son una fuente de proteína vital en la fase de crecimiento y desarrollo, debido a su alto contenido de vitamina B12.
Aun así, continúa la experta, “hay que estudiar si el pequeño tiene en su familia antecedentes alergénicos como en el caso del huevo, porque de ser así, este alimento debe remplazarse por otro, pero la sustitución ha de realizarse bajo supervisión médica.
Pese a lo anterior, la recomendación principal es tratar, en lo posible, de no suprimir la leche, especialmente durante los primeros 6 meses de vida, cuando lo indicado para el menor es recibir leche materna. Ya que su fuerza nutricional favorece el desarrollo cerebral y las funciones orgánicas. Además, ayuda a los niños a absorber el calcio, por lo que es un alimento indispensable en la estructuración de dientes y huesos.
Ahora bien, si definitivamente, la tendencia vegana de los padres cubre al pequeño y no desean que consuma leche, es necesario implementar suplementos de calcio, zinc y complejo B, que deben ser recetados por el pediatra.
La leche de soja, aunque es una proteína con un alto aporte nutricional, que consumen con frecuencia los adultos que llevan una alimentación estrictamente vegetariana, ovo-vegetariana o son intolerantes a la lactosa, se debe tener cuidado con la manera en que se suministra a los pequeños, porque no sustituye por completo a la leche de vaca o la materna, en especial, en los primeros 6 meses de vida.
Por esta razón, además de visitar al nutricionista, es importante que, cuando se trata de niños, los padres aprendan a escuchar y respeten decisiones y conceptos médicos al respecto. Si se requiere que coman carne, a pesar de haberse criado en un entorno vegetariano y de las convicciones y creencias de los mayores, hay que permitirlo con responsabilidad, es decir, como parte de una dieta equilibrada y completa.
Además, cabe aclarar que no todas las personas (sean adultos o niños) pueden ser completa o parcialmente vegetarianas, dado que algunos organismos simplemente no toleran la abstención de la carne, y pueden llegar a descompensarse ante su ausencia o presentar problemas como anemia o bajos niveles de energía.