La estimulación de los padres, el ambiente adecuado y una buena formación son claves para que en sus primeros cuatro años de vida, el niño adopte la visión más útil del mundo.
Solo existe lo que se ve. Así es el pensamiento de los pequeños en su infancia temprana; por eso, cuando sus padres no están hacen una pataleta incansable, porque siente que ellos han dejado de existir. Poco a poco, y con las herramientas que les brinda su desarrollo cognitivo, lograrán tener un pensamiento abstracto: saben qué es un árbol y de su existencia, aunque no lo vean.
Precisamente el desarrollo cognitivo “se refiere a los procesos de pensamiento, al esfuerzo del niño por entender y actuar en el mundo. Los primeros teóricos del desarrollo cognitivo consideraron que empieza como una capacidad para adaptarse, por ejemplo, cuando el bebé busca el pezón. Esta misma capacidad la vemos cuando comienza por explorar su mundo para aprender sobre cómo funciona y cómo puede sobrevivir y ser competente en él”, explica la sicóloga en desarrollo infantil Paula Bernal.
En palabras de Nohelia Hewitt, miembro del departamento de sicología de la Universidad de la Sabana, “el desarrollo cognitivo es la capacidad de analizar, interpretar y abstraer. Es la forma en la que el niño conoce lo que pasa a su alrededor”.
La mejor manera de ayudar a que el niño tenga un adecuado desarrollo cognitivo es conocer las habilidades y capacidades que irá adquiriendo en cada una de sus etapas del desarrollo. Así, los adultos sabrán qué pueden ofrecerle y lo que no resulta adecuado para su edad mental y emocional.
Un niño al que no se le ofrece estímulo puede presentar problemas de aprendizaje, demorarse para decir sus primeras palabras o para caminar. Es en este momento en el que van a necesitar apoyo terapéutico para que el pequeño logre acelerar sus procesos.
Estas terapias deben estar orientadas individualmente a brindar experiencias educativas directas, consejería familiar, con intensidad y constancia.
Ambiente ideal para el desarrollo infantil
La licenciada en preescolar María Victoria Ruiz, del Jardín Infantil ‘Mi pequeño Mundo’ considera que “en los primeros cuatro años de vida es cuando un niño aprende normas, hábitos, a controlar impulsos, a socializar, que es un área muy importante del desarrollo emocional. Desde esta edad se establecen las bases para desarrollar el pensamiento del niño, volverlo creativo, para permitirle que observe e investigue todo lo que lo rodea y aprenda de cada una de las experiencias que va teniendo”.
Asegurar un adecuado desarrollo emocional crea niños seguros y autónomos que aprenden a marcar límites, a respetar las diferencias y las opiniones de los demás. Esto se logra, por ejemplo en casa y en el colegio a través del juego en diferentes dimensiones que estimulen el desarrollo motor, cognitivo, el área de la comunicación (lenguaje-comprensión-memoria) y el desarrollo artístico.
¿Cómo se puede lograr? Permitiéndole al niño ser un completo explorador, dice María Victoria: “que se vista solo, así sea ponerse una media, que se desvista, coma solo, que organice sus juguetes, enseñarle que cuando se siente a comer se quede en la silla. Es darle al niño autonomía, independencia, seguridad, eso le ofrece herramientas para enfrentar labores futuras más complejas”.
Para estimular el adecuado desarrollo del lenguaje, la experta recomienda hablarles con claridad, no de usar media lengua; ellos van captando y entendiendo los procesos y evoluciones de todo lo que se les está hablando.
Para María del Pilar Barreto, licenciada en preescolar y directora del Jardín Infantil ‘Mi pequeño mundo’, “hoy los padres son más consientes del papel que ejercen en la educación de sus hijos y por eso, la formación que se les dé en el colegio debe seguirse en la casa; por ejemplo, nosotros recomendamos hacer un plan casero, para que las enseñanzas permanezcan en todos los ambientes. Es ideal crear rutinas de comida, sueño y horas de juego”.
“Un niño organizado en el espacio que lo rodea – dice Barreto- es organizado mentalmente. Desde el principio se les deben establecer reglas como el lugar para poner la ropa sucia y los juguetes. Ser consistentes y saber exigir, porque si el niño tiene una norma clara y los papás se ponen de acuerdo en establecer normas sencillas de la rutina diaria, los pequeños disfrutan y son más organizados”.
Hoy las habitaciones de los pequeños están llenas de juguetes que ni siquiera ellos tocan. Según estas expertas, los niños son felices con detalles simples, que no necesariamente tienen que ser obsequios importados. Los padres deben identificar cuál es el juego favorito y compartirlo con él, durante sesiones que tengan un comienzo, un transcurso y un final.
“De esta manera los niños mantendrán su concentración, no serán dispersos y esto les permitirá tener una mejor organización mental. Después de un tiempo pueden escoger otro juguete y cambiar las rutinas de diversión”, aconseja María del Pilar Barreto.
Recomendaciones para un mejor estímulo
Paula Bernal, sicóloga especialista en desarrollo infantil, da algunas recomendaciones de lo que pueden hacer los padres para promoverlo en sus hijos: apoyar e incentivar a su bebé o niño para que explore. Dar instrucciones verbales que le permitan al bebé desarrollar habilidades cognitivas y sociales básicas como rotular, ordenar, clasificar y comparar.
Esto significa hablar con su hijo sobre las cosas que le rodean, es decir, el nombre de las cosas, qué son, y demás conversaciones sobre temas que pueden parecer obvios para los pequeños, pero que por estar aprendiendo todo sobre el mundo, no lo son. Celebrarle y reforzarle los nuevos logros.
Orientarlos para que practiquen y expresen sus nuevas habilidades en un ambiente de amor.Protegerlos contra el castigo inadecuado, las bromas o la desaprobación de los errores o las consecuencias involuntarias al explorar e intentar nuevas aptitudes. Estimular el lenguaje y otras formas de comunicación.Protegerlos contra peligros inminentes o riesgos de accidentes.
El desarrollo cognitivo implica, entre varios aspectos, diferentes habilidades como la memoria, el lenguaje y la percepción.
Los padres no deben tener miedo de mantener su autoridad con los niños. Ejercerla desde edad temprana ayudará a evitar problemas de comportamiento en la adolecía.
Juliana Rojas H.
Redactora ABC del Bebé