Los primeros dientes
Los primeros dientes
Sin que aparezcan aún los dientes, los padres deben proveer de cuidados bucales al niño o la niña. Más importante, por supuesto, cuando ya nacen las primeras piezas.
Un cepillo dental con cerdas suaves y poca crema dental ayudarán en este propósito diario. Hacerlo dos veces al día, por ejemplo, después del desayuno y antes de ir a la cama permitirá crear una rutina a la que el pequeño se irá adaptando.
Los niños son quienes más posibilidades tienen de padecer caries, debido a que comen con frecuencia y no saben hacer una adecuada higiene. Mientras el niño empieza a adaptarse a la costumbre del cepillado, conviene enseñarle una técnica sencilla, como hacerlo de manera circular en todos los dientes.
A los tres años y medio, el niño ya habrá completado su dentición total: 20 piezas. Es momento de visitar por primera vez al odontólogo.
Pequeños deportistas
Crear desde la infancia hábitos de vida saludable, como la práctica de una actividad física, que no solo divierte al niño y fortalece los lazos con sus padres, sino que se crean prácticas que pueden mantenerse hasta la edad adulta. Puede, por ejemplo, practicar tenis, natación o baile.
Para eso, es necesario limitar las horas para ver televisión, quizás menos de dos horas diarias. La actividad física le permitiría disfrutar de un buen ambiente y compartir con otros niños.
Sol, amigo y enemigo
La exposición al sol ayuda a obtener vitamina D, que fija el calcio en los huesos. Sin embargo, hacerlo de forma indebida trae problemas. Por eso, proteja a sus hijos de los rayos solares, incluso en los días nublados. Emplee camisetas de algodón con manga larga, si la exposición va a ser prolongada. No olvide usar bloqueador y repetir la aplicación tres horas después aproximadamente. Evite el sol entre las 12 y las 4 de la tarde.
Aún moja la cama
A los tres años, casi todos los niños dejan de orinarse en la cama. Claro que hay excepciones y no ocurre por capricho o desobediencia de los pequeños. En la mayoría de los casos, es consecuencia de una maduración lenta del control de la vejiga.
Pero cuando el niño ya ha logrado dominar esfínteres y de repente vuelve a mojar la cama, sus causas pueden estar ligadas a conductas inadecuadas de sueño o a factores emocionales. Por este motivo, se debe consultar al médico.