Entre los idearios fundamentales que como padres tenemos en el proceso de crianza de los hijos está el que ellos sean, ante todo, unas buenas personas y unos excelentes sujetos sociales.
Lo anterior hace necesaria la incorporación temprana del niño en la cultura, que incluya el aprendizaje de una serie de actitudes y conductas que la sociedad en que crece considera necesarias para su funcionamiento armónico.
El comportamiento humano está regido por unos principios que se denominan valores, que se constituyen en parte integral de la estructura social y son determinantes, cuando se aplican, en la forma de actuar de los ciudadanos. Su enseñanza se inicia en el hogar, promovida por el ser y el hacer de los padres y de los adultos significativos para los niños (recordemos que “Fray Ejemplo es el mejor predicador”), y se debe continuar necesariamente en el proceso educativo. En este contexto, los buenos modales, entendidos como aquellas acciones externas deseables en las relaciones interhumanas, encuentran plena cabida para el desarrollo de los niños y niñas exitosos socialmente, que todos los padres deseamos tener.
En la actualidad
Debemos reconocer que la expresión de los buenos modales está entrando en desuso, pues acciones como saludar, despedirse, dar las gracias y mirar a los ojos al interlocutor, entre otras, no son tan frecuentes en el comportamiento de los hijos como antes.
Entre las posibles explicaciones de esta preocupante situación pensamos que está el deterioro de la vivencia y expresión de las buenas maneras en el diario vivir en el hogar por parte de los adultos, lo que genera una impronta negativa para que dichas manifestaciones hagan parte del comportamiento social de los niños y niñas.
La invitación que queremos formular es muy clara: se necesita recuperar la expresión de buenos modales por parte de nuestros hijos, utilizando dos mecanismos fundamentales: predicar con el ejemplo y exigir el cumplimiento de las normas sociales con serenidad y firmeza. Tengamos presente que en esta, como en otras situaciones, “lo que un niño no recibe, difícilmente lo dará después”.