Jugar al aire libre es tan importante como dormir. Es una de las principales actividades para que el niño se desarrolle física y socialmente. Sin embargo, es una de las dinámicas que más se han perdido en la actualidad.
Aproximadamente la mitad de los chicos en edad preescolar no pasan tiempo jugando al aire libre con alguno de sus padres durante el día, pese a que ese tipo de juego tiene muchos beneficios para los más pequeños, entre ellos combatir la obesidad infantil, revela un sondeo realizado en Estados Unidos.
En entrevistas con los padres de casi 9.000 niños, menos de la mitad de las mamás y solo un cuarto de los papás informó llevar a su hijo a caminar o jugar con él en el patio o en el parque al menos una vez al día.
Y, aunque las mamás reconocen los múltiples beneficios que tiene para el niño el hecho de jugar al aire libre, también consideran que la suciedad, el miedo y la inseguridad que se pueden presentar en estos espacios hacen que este tipo de actividad sea limitada, indica un estudio elaborado por la firma Reinova, con el patrocinio de Unilever.
Pero, ¿cuáles son sus beneficios y por qué retomar esta rutina? El juego al aire libre es una de las grandes posibilidades para explorar y moverse, acciones básicas que permiten que el niño aprenda del mundo que lo rodea. Es una invitación a conocer, a moverse, a socializar y a crecer.
También permite estar en o con la naturaleza, aprender cómo cuidarla fortalece la interacción con otros niños, al igual que permite descubrir las habilidades que él (ella) tiene con el mundo que lo rodea, explica Luz Mila Cardona, de la dirección de primera infancia del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, ICBF.
Para Beatriz Caba, directora de la Asociación Internacional por el Derecho del Niño a Jugar, cuando un pequeño tiene espacios de diversión se fortalecen su autoestima, sus pasiones, e incluso se estimula la lógica matemática. Por eso, los adultos no deben jugar con ellos durante tiempos establecidos ni con consignas estructuradas; deben observar, escuchar y seguirlos. En conclusión, dejarse llevar.
John Richer, consultor de psicología clínica de la Universidad de Oxford, explica, además, que el juego al aire libre fortalece el sistema de comportamiento, pues los niños se hacen más creativos, adaptativos, seguros, estimulan su interés y sensibilidad.
Édgar Rueda, supervisor de programas de desarrollo motor de Compensar, asegura que a través de actividades en que los niños se muevan se fortalecen sus habilidades comunicativas y socioafectivas.
¿Qué hacer?
Para Scott Harper Bio, director y productor del documental “La infancia perdida”, de Discovery Home & Health, la falta del juego libre y en la calle puede ser perjudicial para la salud, el desarrollo social, físico y emocional de los niños.
Entonces, ¿qué hacer? Los padres deben facilitarles a los niños que descubran su cuerpo y disfruten actividades como el juego en la arenera o en los parques infantiles, sin que sean deportes, sino experiencias de movimiento. Todo esto, bajo el fundamento del afecto, del gusto, el amor y la confianza”, explica Édgar Rueda.
Mamás que limitan, pero que reconocen
Según un estudio elaborado por la firma Reinova, con el patrocinio de Unilever, que recopiló datos sobre los hábitos y las actitudes que tienen las madres colombianas frente al juego infantil, la mayoría de ellas reconoce que cuando el niño juega al aire libre está en o con la naturaleza, aprende a compartir, se siente en libertad y los disfruta y, además, es preferible que hagan este tipo de actividad a que permanezcan en la casa de manera sedentaria.
No obstante, algunas aún creen que el parque puede ser un espacio sucio, peligroso y, por eso, sienten miedo al salir a estos lugares.
En este sentido, las madres prefieren que sus hijos jueguen en la casa o en el conjunto residencial, mucho más que en parques o en otros lugares. Los niños, por su parte, prefieren jugar en parques.
Estas ventajas y desventajas están relacionadas con el cambio urbano y la infraestructura.
En cuanto a la inseguridad como amenaza, los investigadores dicen que es un problema de percepción de las madres.
“La investigación nos permitió identificar que el desarrollo de los niños depende en gran parte de la utilización de los espacios públicos de la ciudad; por ejemplo, los parques que están dispuestos para ese fin. Se hace necesario apropiarse y aprovechar esa estructura urbana para que las madres incentiven el juego”, dice la psicóloga Clara Teresa Martínez, gerente general de Reinova, especialista en alta gerencia.
Las madres sienten que pierden el control cuando sus hijos están en un espacio público, pero la idea es disminuir los riesgos con un buen acompañamiento por parte de los padres o personas de confianza.