La llegada de un hijo es una noticia que trae mucha felicidad a mamá y papá. Además, esa personita se convertirá en un motor de energía, llevándolos a planear el futuro y a proyectar metas en familia.
Sin embargo, para algunas madres tener consigo a ese niño y pensar que su vida dependerá de ellas, por años, y que el sentido real de la maternidad implica un compromiso muy grande, puede intimidarlas y generarles temor, angustia, impotencia y tristeza.
Para los psicólogos que han estudiado el fenómeno de la tristeza posparto, que se conoce también como Baby blues, su origen radica en el intermitente estado de ánimo por el que pasan las madres durante el embarazo y después del parto, debido, en gran medida, a los cambios hormonales, psicológicos y sociales que sufren en dichas etapas.
Hasta este punto, indica Ana Lucía Mateus, psiquiatra con experiencia en depresión y ansiedad, “es completamente normal que quien se convierte en madre pase por episodios de tristeza y su ánimo se comporte como una montaña rusa de emociones.
El punto está en no ignorar los síntomas que marcan la diferencia entre la tristeza posparto y depresión. De identificar a tiempo, si la madre está en un estado o en el otro, dependerá el tratamiento a seguir y la solución a la situación”.
Como lo explica Mateus, hoy en día las mujeres se enfrentan de forma ‘mediática’ a la maternidad. “En la sociedad actual se considera como un ítem más en el currículum de las mujer y si le sumamos que cada vez son más las madres por decisión, solteras y separadas, que crían solas a sus hijos, sin el apoyo de una pareja, el tema se vuelve más individual que familiar. No cuentan con un referente distinto, si lo hay, al de sus propias madres, o los blogs de las que se lanzaron antes a ese mundo incierto de ser mamá”.
Igualmente, hay que tener en cuenta que el embarazo da lugar a cambios hormonales, físicos, emocionales y a la presencia de sentimientos contradictorios. “Precisamente, aspectos como estos son los que llevan a muchas madres, al ver las exigencias de la maternidad, a caer en sentimientos profundos de tristeza o algo muy diferente y delicado: la depresión posparto”, dice Mateus.
Son innegables los altibajos y la intensidad variable del embarazo y la maternidad, y a partir del nacimiento, es posible que, en algunas mujeres, les genere sentimientos de tristeza, soledad, indefensión o cansancio. Generalmente, el síntoma aparece a los dos o tres días del parto y pasadas dos o tres semanas –de manera espontánea–, llega el alivio y su estado de ánimo se recupera sin mayores complicaciones ni atención médica.
Es importante saber que los síntomas no son los mismos en todas las madres. Por ejemplo, pueden sentir nerviosismo, pena, sentimiento de pérdida, estrés, tensión; cambios de ánimo, llanto espontáneo y sin razón; risa y euforia; dificultad para concentrarse y tomar decisiones; cansancio excesivo; problemas para dormir; falta de ganas para vestirse, bañarse o arreglarse; cambiar cosas de lugar, o hacer tareas diferentes a lo que es su primera función: atender al bebé. Síntomas como estos son los que no hay que descuidar, ni las madres ni sus familias.
La recomendación de los expertos en estos casos es que, desde antes del parto, esté lista una red de apoyo, o sea, que el sistema familiar se reorganice en torno a las demandas que llegarán con el bebé. Esto requiere de dinámicas de relación y comunicación para que la madre no se sienta sola en las tareas, sino apoyada y consentida. Así también, la pareja debe acoplarse y asumir el rol parental que, en principio, es el de proveer al pequeño de amor, abrigo y protección.
Algo muy importante es que las madres dejen que su pareja se involucre. “El padre puede y debe apoyarlas en la crianza. Permítele que cambie el pañal, lo bañe e incluso, que arregle el cuarto o la casa y atienda a las visitas”, dice la doctora Mateus.
En los ajustes del nuevo rol de padres, papá tiene un gran papel, y uno es evitar que mamá se descompense y sufra cambios preocupantes en su estado de ánimo. “Apóyala, dile que está linda, no la acoses en la parte sexual, dale tiempo. Procura que se sienta querida y que sea tu amor, no la desplaces por el bebé; comprende que no es fácil asumir los cambios, y entiéndela”.
Lo primero que hay que decir es que, en principio, los síntomas de la depresión posparto pueden confundirse entre sí con la tristeza. El diagnóstico cambia por tiempos e intensidad de los síntomas. La psicóloga y docente del Politécnico Grancolombiano, Natalia Turriago Galvez, indica que la depresión suele presentarse al mes o tiempo después de dar a luz, con episodios de tristeza, sentimientos negativos hacia el niño, insomnio, falta de apetito o desinterés por las actividades”.
Además, continúa: “es importante mencionar que la depresión posparto cumple con las mismas características sintomáticas de la depresión como tal, tales como irritabilidad, ansiedad y, en ocasiones, pensamientos negativos, pesimistas y desalentadores”, anota Turriago.
La doctora y docente recomienda que, teniendo en cuenta la similitud que existe entre los síntomas de tristeza y depresión, “es importante acudir a un especialista, con la capacidad de evaluar, analizar y abordar la situación para determinar que esa condición –hasta cierto punto normal– se puede tornar riesgosa, en la medida en la que las manifestaciones o los síntomas persistan en el tiempo.
“Hay que tener en cuenta que su comportamiento sea clínicamente significativo y que esta condición obstaculice las áreas o dimensiones de su vida laboral, social, familiar o la capacidad de relacionarse. Frente a ello, los familiares, en especial la pareja, deben apoyarla, para que los síntomas no se extiendan en el tiempo”, concluye la doctora Turriago.