Director de revista Bocas y Lecturas. Editor de Cultura de EL TIEMPOActualizado:
“¿Vamos a Chingaza?” Andrés Barón, gerente de Ford Bronco en Colombia, es un enfermo de los autos. Es corredor, su segundo hogar ha sido el autodrómo de Tocancipá y en su ‘hoja de vida no profesional’ puede afirmar que convirtió un Ford Mustang 67 semichatarrizado en un clásico, luego de dos años de trabajo de taller con su tío. No pude tener mejor compañero de ruta y de recorrido. Barón es un verdadero entusiasta de la marca y no para de señalar los detalles más ínfimos y encantadores del auto como los tornillos marcados con la palabra Bronco, o los modelos en relieve de tres generaciones distintas del auto –creado en 1966– detrás de la tapa de la gasolina.
El punto de partida del test drive de BOCAS es en Casa Toro de la Avenida 68, en un lugar donde hay que batallar contra buses insolentes y un tráfico endemoniado, pero la presencia de la Bronco abre paso. Es una bestia que tiene 4.8 metros de largo, 2.2 metros de ancho y 1.85 metros de altura; desde el timón de la Bronco una SUV común y corriente es un auto pigmeo y el resto son hormigas insignificantes. Estar al volante es como estar en un tanque de guerra para la ciudad y con tantas ayudas técnicas de pantallas y sensores que no resulta imposible parquear en un roto diminuto, ¿pero quién demonios quiere este animal en Bogotá?
La Ford Bronco está llena de pequeños detalles que narran su propia historia. Foto:Fernando Gómez
La Bronco necesita aventura y aire puro. “El siguiente destino que tiene”, me dice Barón, “es Héroes del Orinoco en julio; no creo que tenga ningún problema para ir de Puerto Gaitán a Puerto Carreño”. Héroes del Orinoco es el rally más emblemático del país. 1100 kilómetros entre pantanos y terrenos inciertos, “incluso me gustaría meterme a cruzar con él el Tapón del Darién”, dice.
En medio de la charla salimos de Bogotá y luego del peaje de la Calera, solo unos kilómetros más adelante, tomamos la ruta a Chingaza. Y ocurre el milagro: la transición de carretera pavimentada a carretera destapada no afecta en nada nuestras espaldas: la Bronco tiene 85 centímetros de vadeo y un charco es como un chiste. Se puede ir en línea recta sin preocuparse por esquivar huecos, ramas y piedras, ¿para qué? Pasamos de 4 x 2 al 4 x4 automático y lo más difícil es aguantar las ganas de acelerar; en un abrir y cerrar de ojos –según el navegador– alcanzamos los 3.500 metros de altura y vemos, en medio de la niebla, la feliz aparición de un extenso campo de frailejones.
El gerente de Ford Bronco está tan seguro del poder de esta máquina que cree que puede cruzar el Tapón del Darién. Foto:Fernando Gómez
En un ataque impulsivo –solo para probar– decido desviarme de la ruta principal y girar en un camino que parece solo para vacas. El camino de piedra no lleva para ninguna parte y termina en una pequeña meseta que tiene la mejor vista que he tenido en mucho tiempo; parqueamos y aprovechamos para tomar fotos en medio de la nada. Para dar la vuelta y regresar a la ruta principal aprovechamos otra de las ayudas que tiene el auto, el Trail-Turn Assist, que sirve justamente para maniobrar en espacios pequeños. El sistema hace que el auto bloquee la llanta trasera del lado en el que se hace el giro, el derecho, por ejemplo, y lo convierte en un eje, como un compás.
El terreno estaba mojado, lleno de boñiga y los zapatos se nos hundían en los charcos, pero la maniobra dentro del auto fue un verdadero juego: el auto nunca patinó. Las cámaras, por otro lado, hacen otra parte de la tarea: en una pantalla puede verse el terreno al frente, y en un espacio estrecho (con una zanja al lado, por ejemplo), estar seguro de no romper el auto contra una piedra. Ese pequeño desvío también nos sirvió para otra prueba: ir en reversa en el mismo terreno sin que el motor (V6 biturbo) ni siquiera emitiera un suspiro. Nunca se sabe: en el campo no es imposible quedar frente a un árbol caído y, en esos casos, que mejor que dar reversa y encontrar un punto para dar un giro y buscar otra ruta.
El tamaño de la Ford Bronco puede intimidar. Tiene1.85 m. de altura y 2.2 m de largo. Foto:Fernando Gómez
El final de la carretera nos dejó frente al vigilante del parque, “¿tienen permiso para seguir? Hasta aquí pueden llegar”. Dimos la vuelta y fuimos en busca de otro camino lleno de abismos, paisajes, frailejones y curvas. Hay un punto en el que la Bronco exige más y más retos y ninguno parece mayor; tal vez su destino sea el tapón del Darién… ¿quién se anima? Pero antes que nada, el precio de este juguete de sexta generación: 300 millones de pesos.
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