El acto sexual, para muchos hombres, despierta ciertos ‘miedos’. Por lo general, las preocupaciones van asociadas a la completa satisfacción de la pareja, sin embargo, hay otros afanes de los cuales a veces ‘no queda sino el cansancio’.
¿El tamaño importa? ¿Cuánto debo durar? ¿Qué hacer ‘pos-coito'? Esta y otras preguntas se han tratado de responder gracias a portales especializados y voces expertas en la materia.
En muchas ocasiones, los complejos de los hombres, incluso más allá de la ‘faena entre las cobijas’, ocurren ante la preocupación por el tamaño de su miembro sexual. Este, desde la óptica de la angustia, podría ser esencial para la pareja. Para varios hasta puede marcar un ‘antes y un después’ en la vida sexual de la cónyuge.
Y, aunque no hay una respuesta concreta y absoluta –como sucede en varios de los asuntos de la intimidad, como ocurre ante lo ‘susurrado’ en la alcoba o después de una cita–, varios estudios apuntan a que, en ocasiones y dependiendo la mentalidad de la pareja, el tamaño puede ser importante.
Michael Castleman, psicólogo experto en el tema de la sexualidad, aludió a una investigación conjunta entre dos universidades estadounidenses (la Universidad de California y la Estatal de Los Ángeles) para afirmar que la importancia del tamaño se presenta en dos escenarios: para una mujer casada o en una relación estable no suele haber mucha importancia (se enfoca, más bien, en ‘el uso’), mientras que una mujer que busca una experiencia y nada más suele fijarse en el tamaño del miembro masculino.
Eso sí: la misma investigación arroja un dato interesante, pues son más los hombres ‘insatisfechos’, ‘asustados’, ‘inseguros’ y ‘aterrados’ con su propio miembro que lo que podrían señalar sus parejas.
10. La ansiedad , preocupaciones, estrés e incluso la carga laboral pueden producir que se interrumpa momentáneamente la aceptación y regulación de los estímulos que producen la erección. Foto:123rf
“El 27% de las mujeres dijo que el pene de su hombre era ‘grande’, mientras que sólo un 6 % lo señalaron como pequeño. El resto afirmó que era normal (…) Sólo el 22% de los hombres señaló a su pene como ‘grande’, mientras que un 12% lo señaló como pequeño”, indicó el medio ‘GQ’ frente al estudio.
La experta Esther Balac, en una de sus columnas en este diario, citó una investigación en la cual, en efecto, el tamaño sí importa, y lo hace aún más cuando se trata de una especie de ‘aventura de una noche’. “Los investigadores se adelantaron a interpretar estos resultados (tamaño para aventuras e ‘indiferencia’ ante la pareja habitual) argumentando que para relaciones largas las mujeres anteponemos el bienestar psicológico, dejando en un segundo plano el tamaño del equipaje masculino”, explicó.
A fin de cuentas, y hasta para bien, todo va en los gustos, sin embargo, el tamaño no deja de ser un ‘temor’ del hombre en el momento de llevar a cabo un cortejo y una posible relación sexual.
No son pocas las bromas y chistes ‘flojos’ en torno a las relaciones sexuales que parecen fugaces debido al corto tiempo de duración. Esto lleva, en ocasiones, a que los hombres replanteen, con temor, con angustia, con ansiedad, su papel en la posible relación infructuosa: '¿fue mi culpa?', '¿no me demoré nada?', '¿acaso existe un tiempo estándar y no me he enterado?'.
La erección (es decir, el endurecimiento del pene) es indispensable para llevar a cabo la relación sexual. Una erección es, justamente, ‘el primer paso’ para la penetración durante el coito. Sin embargo, mantener la erección por un tiempo prolongado no siempre es posible, al menos no de forma natural (lo que buscan estimulantes, como el viagra, es ‘darle una mano’ al hombre durante la relación sexual cuando este padece ciertas dificultades).
Balac, en otro artículo, asegura que “como mantenerlo rígido (el pene) parece ser el tema prioritario en sus agendas, en su procura echan mano de cuanta pastilla, pócima, masaje, cirugía o rogativa se les aparece, muchas veces sin reparar en precios o en consecuencias”.
De nuevo ante la erección no hay nada firmado en piedra, pero sí indicios y estudios.
Investigadores de la Universidad de Pensilvania, dice ‘EFE’, hicieron una encuesta a de la Sociedad para la Terapia y la Investigación Sexual sobre un ‘tiempo promedio’ de duración de la relación sexual –y por lo tanto de la erección–.
Esto arrojó que 13 minutos de erección son suficientes para una buena relación sexual.
Vale resaltar que el rendimiento del pene y de la erección no tiene ‘luz verde’ con una simple aprobación psicológica del hombre, pues, si bien es necesario superar el temor a durar poco, también se debe tener un cuidado del cuerpo esencial.
Según portales especializados, un adecuado funcionamiento cardiovascular (evitar, entre otras cosas, el sobrepeso y el desequilibrio de sustancias) se verá reflejado en la duración de la erección y, por consiguiente, en el desempeño durante el coito.
Tras la relación sexual hay ciertos ‘ritos’, tal vez costumbres, o sencillamente acciones que se llevan a cabo o que pasan de manera espontánea: algunos hombres, tras el orgasmo, se duermen, mientras que otros dialogan con su pareja o esperan el ‘segundo round’ dentro de las cobijas.
Este comportamiento ‘pos-sexo’ tiene mucho que ver con el funcionamiento del cuerpo y con la relación de cercanía con la persona. Según el portal especializado ‘Cuídate’, uno de los puntos importantes podría ser orinar con el fin de ‘eliminar’ bacterias que podrían entrar al tracto urinario. Asimismo, hay quienes deciden tomar un baño, ya sea solos o en compañía, o incluso dormir casi de inmediato.
Eso sí: el portal también advierte que no se deben llevar a cabo lavados ‘excesivos’, pues en estos se suelen utilizar sustancias que podrían afectar la zona genital. Esto puede suceder tanto en mujeres como en hombres.
Un aspecto clave, que permite a los padres reducir el riesgo de ser “pillados” es enseñar a los niños el concepto de privacidad y de respeto por los espacios íntimos de cada integrante de la familia. Foto:Istockphoto
Por otro lado, la revista ‘Fucsia’ brinda algunos consejos a nivel afectivo para los hombres inseguros. Como siempre: todo parte de la cercanía –o la lejanía– con la persona que está al lado en las cobijas. Es bueno dialogar, así como ‘arruncharse’ sin hacer ni decirse mayor cosa. O incluso dormir puede ser una opción si es algo que ya está instaurado en las parejas.
¿Y si se me sale otro nombre?
La revista ‘GQ’ asegura que otro de los temores de los hombres es la posible confusión de identidades con la pareja. Esto no solo radica en el nombre: también se pueden ‘extraviar’ comportamientos que se tenían con una pareja anterior y que podrían no agradar a la persona actual.
James G. Pfaus, psicólogo y profesor experto en la conducta sexual, afirma que el ‘pequeño descalabro’ del cambio de nombres –que tiene la capacidad, y con mucha razón, de desatar toda una polémica en pleno coito– responde a la necesidad de retroceder la memoria hasta otro momento igual de satisfactorio al que se está viviendo en el presente. De allí que el hombre, el temeroso, el inseguro, el miedoso, el aterrado, rememore otras sesiones sexuales placenteras.
El hombre en una relación sexual puede traer a colación otro “estado emocional”. Y eso, sin duda alguna, puede causar confusión –en principio; luego quién sabe–.
El psicólogo Juan Moisés de la Serna dio un parte de tranquilidad al afirmar, en el sitio especializado ‘Buena Vida’, que equivocarse con los nombres en la relación sexual puede ser una señal de amor.
Así como se lee: De la Serna dijo que “los nombres de los seres queridos son los que usamos con más frecuencia (…) El cerebro está continuamente equivocándose al seleccionar la información o al recuperar unas huellas de memoria y no otras. Lo que ocurre es que suele pasar desapercibido”.
A pesar de ser algo ‘normal’, para evitar el error –el cual, además, podría estropear la relación sexual y afectiva–, varios portales invitan a la concentración en el momento del coito. Que, sin perder la carrera hacia el clímax, sin apagar la llama, sin extinguir el placer, se piense bien con quién está en ese momento. De ser posible observar sus rasgos distintivos, principalmente los ojos, antes de querer decir su nombre.
Otro ‘temor’ de los hombres reside en la conclusión: '¿qué se dirá después del coito?'. En caso de ser algo esporádico, '¿habrá posibilidad de un segundo encuentro?'. O, en caso contrario, '¿mi pareja seguirá satisfecha sexualmente?'.
A la hora de la verdad puede que esta angustia englobe todas las demás: ‘dar la talla’ depende de la erección, quizá del tamaño y, sin duda alguna de los hábitos antes, durante y después del coito.
Para ser un buen amante las ‘preocupaciones’ deben centrarse en el ámbito biológico y emocional: mientras estos aspectos funcionen, el coito puede ser una experiencia inolvidable, tanto si hay o no cercanía con la otra persona.
‘Fucsia’, por ejemplo, brinda elementos más relacionados con el coqueteo y las acciones ‘pre-sexo’, entre las cuales aparece la atención a la pareja, la solidez de la relación, la disposición a la experimentación y el cuestionamiento conjunto a posibles nuevos retos en la cama.
Las mujeres deben sangrar la primera vez: falso, el himen no es más que una membrana elástica que bordea la pared vaginal y que no necesariamente se desgarra con la primera relación. Foto:123rf
El portal ‘Salud180’ brinda tips similares, enfatizando en activar los mecanismos de la pareja para llegar al clímax. Un ejemplo de esto son los besos, las caricias u otras actitudes con las cuales ‘encender’ a la otra persona y, por supuesto, a sí mismo.
Lo más importante: evitar la monotonía.
No hay –como en los anteriores, pero más aún acá– una fórmula mágica o un secreto extraído del sombrero de un mago. Sí puede haber una serie de acciones con las cuales el hombre puede fortalecer su desempeño como amante (tanto a nivel mental como emocional y, claro, biológico), pero ponerlas en práctica, y dependiendo la persona con la cual se sostenga la relación sexual, brindará las conclusiones.
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