En el mundo de las antigüedades hay una característica que llama la atención de algunas obras de arte clásico: hay una gran cantidad de estatuas romanas que tienen narices rotas, no tienen manos e incluso están sin cabeza.
Históricamente el cuello es uno de los puntos más débiles de las estatuas por la posición y el peso de la cabeza. Es decir que una caída accidental pudo generar esta pérdida en la obra de arte. Sin embargo, no siempre estuvo relacionado a accidentes, sino de ataques deliberados.
Prácticas de decapitación de esculturas
Durante el Imperio Romano, existió el “damnatio memoriae”, una práctica que permitía que las estatuas o retratos de personas que caían en desgracia fueran decapitadas y que sus rostros fueran desfigurados. Además, el Senado podía borrar el nombre de un emperador odiado, como Nerón, y dañar sus estatuas con el fin de borrar su legado.
Los romanos, además, construían estatuas con cabezas desmontables para representar fácilmente a sus nuevos gobernantes. Entonces, cuando un emperador era reemplazado, solo intercambiaban la cabeza. Esto, les evitaba esculpir una nueva estatua desde cero.
Por último, la decapitación de estatuas no solo fue una práctica antigua, sino que en la modernidad, algunos comerciantes también lo hicieron para comercializar las cabezas y los cuerpos de las esculturas por separado y así obtener más ganancias.
ANGIE RODRÍGUEZ - PERIODISTA DE VIDA