La Fórmula 1 arranca su campeonato número 73 de la era de la post guerra porque previamente hubo competencias, básicamente europeas llamadas Grandes Premios de cada nacionalidad, pero no un torneo institucionalizado y continuo como el actual que empezó en 1950.
Desde ahí, de los 73 títulos en disputa 34 fueron ganados por pilotos diferentes y eso indica que hay en las estadísticas una gran cantidad de repitentes y varios con un jugoso caudal del mayor trofeo en su haber.
Solo entre Michael Schumacher, Lewis Hamilton y Juan Manuel Fangio tienen 19 galardones lo cual demuestra que el reparto es egoísta. Y más aún si calibramos que de los 772 pilotos que han corrido los 1079 grandes premios hasta el final de 2022, los anales muestran que, de ellos, solo 113 han podido ganar una carrera y que unos pocos han logrado una cosecha impresionante.
Entre Hamilton (103), Schumacher (91) y Sebastián Vettel (53) han cobrado 247 victorias, casi una cuarta parte del botín dominical.
Con siete triunfos, Juan Pablo Montoya figura en el puesto 40 del escalafón de más ganadores. Muy honrosa posición y proporción.
Si hablamos de los equipos no es menos comprimida la investigación: Ferrari ha tenido 241 victorias, contra 183 de McLaren y 124 de Mercedes, explicables no solo por su superioridad en ciertas épocas, sino porque es el único equipo que ha corrido todos los mundiales desde 1950.
Cuestión de ciclos
Max Verstappen Foto:Carlos Pérez Gallardo. AFP
Esto viene a colación con este nuevo campeonato para citar que, a pesar de la pluralidad del circo mecánico y humano, siempre se han dado ciclos de supremacías individuales que forzosamente incluyen la maquinaria.
Aterrizando en lo último, desde 1994 cuando Schumacher logró su primer título hasta la fecha, solo conocemos, además de este piloto, los nombres de Vettel con una seguidilla de 4 (2010, 2011, 2012, 2013), el de Hamilton (2008, 2014, 2015, 2017, 2018, 2019 y 2020) y los dos recientes de Max Verstappen.
Pero Hamilton, fenómeno por su talento, sus extravagancias, su decidido empeño por promover la igualdad racial o las joyas incrustadas en los sitios más visibles, lleva dos años sin ganar y en el último se fue en blanco de victorias individuales.
Es oportuno decir que debería tener ocho copas en vez de siete, de no mediar el penoso episodio que gestó el director de carrera en la final del 2021 en Abu Dhabi, con una equivocada y antirreglamentaria decisión que desembocó en el primer título de Max Verstappen, seguido de una repetición el año pasado con un dominio aplastante.
¿Fue el comienzo del fin de la era Hamilton? ¿Estamos en el arranque del reinado del joven holandés, que empezó en la F-1 a los 17 años —el más joven de la historia en subirse en uno de estos monstruos y hoy apenas tiene 25, con dos títulos a bordo— y no podía llegar manejando a los circuitos porque aún no tenía pase de conducción, pero sí superlicencia de piloto de la F1?
No se pueden definir ninguno de los dos procesos porque los cambios técnicos van hoy muy por encima de las habilidades de los pilotos. Para la muestra un botón con Fernando Alonso, cuyas condiciones siguen siendo superlativas a pesar de su edad, 42 años, de los cuales ha estado activo en 22 mundiales que le han valido tomar la bandera verde en 355 ocasiones y, aunque ha manejado Renault y McLaren en dos ciclos diferentes, Minardi y Ferrari, solo venció en 32 carreras muy bien acomodadas porque en el total consiguió dos veces el campeonato, 2005 y 2006 con Renault.
Hoy, se perfila como gran protagonista gracias a las bondades y progresos del Aston Martin en cuya silla reemplazó a Vettel y que tiene atornillada en la espalda la misma maquinaria de Mercedes Benz que usan Russell y Hamilton en cuyos chasises los caballos no surten de primera mano la misma velocidad.
Alguna vez Montoya me decía que en la F-1 cualquiera los 20 pilotos puede vencer, mediando las condiciones técnicas y circunstanciales perfectas.
Recordemos que Pierre Gasly les ganó a todos la carrera de Monza de 2020 en el modesto Alpha Tauri y Esteban O se subió al podio de Hungría en 2021 en un opaco Renault, menos ese día, bañado por la lluvia y los accidentes.
Cuando arrancaron la que más tarde sería su tarde de gloria, nadie daba un euro, ni una libra, ni un dólar, ni un peso por ese resultado, pero la tecnología ha cambiado mucho y es muy dominante, a tal punto que la proporción de influencia del carro en los resultados es muy diferencial, ejemplo de lo cual es el calamitoso año 2022 de Hamilton y Mercedes, que pasaron de la cúspide a refregar muchas veces las llantas peleando puestos en la mitad del pelotón. Y de cuyas debilidades no parece curado, a tal punto que se rumora que Mercedes tendría una tercera versión de su controvertido carro a mediados de temporada. Simultáneamente, el Red Bull de Verstappen fue inalcanzable salvo algunos rasguños de Ferrari hasta la mitad de año, que habrían podido ser más lacerantes de tener la escudería italiana un equipo de estrategas más astuto y afinado.
La estrategia, clave
Lewis Hamilton. Foto:AFP
Ahora la estrategia es otro factor vital, a tal punto que ese tema puede estar a cargo de grupos de ingenieros y analistas que suman 70 personas que deben tomar decisiones en segundos, evaluando sus propias opciones y las de los otros autos y equipos.
Hoy, el túnel de viento donde los carros se enfrentan dinámicamente al enemigo transparente, pero con parámetros muy teóricos —porque finalmente los computadores dicen lo que los programas tengan escrito— es un jugador clave en el rendimiento de un monoplaza y si alguien se equivoca pueden pasar meses o años mientras encuentran el remedio ya que muchas veces esas nuevas formas y aletas implican hacer un otro carro, lo cual en un ambiente de costos controlados es casi impracticable.
Además, por los tiempos de elaboración teniendo en cuenta que los carros que hoy giraron se empezaron a hacer desde mediados del 2022. Un carro mal nacido en el laboratorio difícilmente se convierte a punta de remiendos en una bestia ganadora.
Para la muestra este dato: Red Bull ganó cuatro títulos consecutivos con Vettel, pero llegó Mercedes y lo puso en segundo plano durante ¡siete años! y ahora se podría dar la inversión de los papeles.
Hubo cambio de directores deportivos en Ferrari, Alfa Romeo y Williams, pero son transferencias que influirán más en la operación y estrategia que en los monoplazas, pues estos estaban ya hechos cuando llegaron las nuevas camisetas.
Red Bull tiene el más claro favoritismo que gravita alrededor de Verstappen, así el mexicano Pérez sea su primer rival. Ferrari sigue haciendo burbujas entre el pasado y un futuro que se acerca más rápido que los autos. Mercedes arranca por debajo de lo esperado y el outsider imprevisto es Aston Martin con Alonso al mando.
La carrera de hoy develará realidades y apagará algunas suposiciones que mantendrán el interés durante el año, que puede marcar el final de la era Hamilton cuyo retiro es una bola de rumores desde hace tiempos y, sin duda, si alguien tiene el trono a la espera es Verstappen, a sabiendas que hace dos años disfruta de ese sillón sin rivales a la vista.
Dos citas para cerrar: nadie que se impone en la primera carrera ha sido el campeón al final del año. Y la de Frank Williams: “El elemento más fácil de cambiar en un Fórmula 1 es el piloto”.
Por ahí este torneo podría marcar otro ciclo para la historia con los nuevos artistas, léase el mismo Verstappen, Russell, Norris, Leclerc, Sáinz o Piastri, entre los más sintonizados por los analistas, para empujar a los cuarentones, que no son necesariamente lentos o más precavidos, pero sí tienen ya demasiado brillantes las sentaderas de los overoles.
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