Rafael Nadal, a sus 36 años, peleaba este el domingo por conquistar su 14º título en Roland Garros y lo hará contra el joven noruego Casper Ruud, de 23 años y que ha perfeccionado su tenis en la academia que el tenista español tiene en su Mallorca natal.
De lograr el título, Nadal no solo ampliaría a 14 su récord de títulos en París y a 22 el de 'grand slam', sino que se convertiría en el tenista de más edad en conquistar la Copa de los Mosqueteros, 17 años después de la primera.
Una vez más, Nadal ha superado todas las adversidades para meterse en una nueva final en París (la 14ª) en una edición en la que por primera vez en muchos años no llegaba como el gran favorito. Todo lo que ahora no sea un nuevo título será una sorpresa mayúscula.
Las dudas no venían obviamente por su tenis, sino por su estado físico y, sobre todo, por ese maltrecho pie izquierdo que le volvió a traicionar en Roma diez días antes de la cita parisina y que puso en peligro su participación en el torneo que más éxitos le ha dado. Para darse cuenta de hasta qué punto sufre el español, solo hay que ver la respuesta que dio el viernes al ser preguntado qué elegiría, un pie nuevo o un nuevo título: "Sin duda, prefiero perder la final".
"Un pie nuevo me permitiría ser más feliz en mi vida diaria. Tengo una vida por delante y en el futuro me encantaría ir a hacer deporte amateur con mis amigos. Mi felicidad va por delante de cualquier título", argumentó Nadal antes de la final.
Pese a su estado físico, 'Rafa' Nadal ha hecho un torneo casi impecable y ya quedará para la historia del tenis su épica victoria contra Novak Djokovic el pasado martes en cuartos de final, por 6-2, 4-6, 6-2 y 7-6 (7/4). Cierto es que su clasificación para la final no llegó en la condición más ideal, ya que su rival, el alemán Alexander Zverev, se lesionó en un tobillo en el tramo final del segundo set, teniendo que abandonar la pista en silla de ruedas, pero Nadal ya dominaba por 7-6 (10-8) y 6-6 un partido que amenazaba con hacerse eterno, ya que se jugaron 3 horas y 2 minutos y no había acabado el segundo set.
"Creo que ha tenido un poco de suerte en que el partido haya acabado antes de las cinco o las seis horas de juego, porque parecía muy cansado", estimó el exnúmero 1 Mats Wilander, ahora comentarista de 'Eurosport'.Algo que reconoció Nadal en la conferencia de prensa. "Hay que ser honestos, ha habido un problema de cansancio. Con 2-1 en el segundo set me he quedado sin fuerzas".
No obstante, el español lo atribuyó al hecho de tener que jugar bajo techo por la lluvia, con una humedad muy alta, que hace que "la pelota se vuelve muy pesada y grande y no coge el efecto habitual, por lo que es muy difícil hacer daño".
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