Ante la problemática que señala que los adolescentes en Estados Unidos sufren cada vez mayores niveles de ansiedad y estrés por las situaciones de exigencia a las que están sometidos, la periodista e investigadora sobre paternidad Jennifer Breheny Wallace reveló los pasos a seguir para que los padres eviten llevar a sus hijos al límite.
Desde el inicio de la pedagogía, las formas de los padres para educar a sus hijos sufrieron cambios drásticos, por lo que las familias son muy distintas en la actualidad a lo que eran el siglo pasado. No obstante, algunos de esos cambios no tuvieron resultados positivos, y Estados Unidos enfrenta una creciente tensión en los adolescentes propiciada por la exigencia de los padres de familia.
Para ayudar a mitigar esta problemática, Wallace explicó que los padres son los primeros que deben tener cuidado al consultar a sus hijos sobre lo resultados en exámenes o su éxito en el equipo deportivo escolar. "Cuando mis hijos entran a la casa, en lugar de preguntarles: '¿Cómo te fue en el examen de español?', como solía hacer antes de escribir el libro, ahora les pregunto: '¿Qué almorzaste?'", explicó.
Autora del libro "Never Enough: When Achievement Pressure Becomes Toxic — and What We Can Do About It", Wallace entrevistó a un gran número de psicólogos y realizó una encuesta a 6.500 padres en todo Estados Unidos, tras lo que cambió la forma de comunicarse con sus propios hijos. De acuerdo a la experta, el principal error que deben evitar los padres es aumentar la presión que ya padecen sus hijos por la exigencia a la que están sometidos constantemente.
La forma sana de hablar con sus hijos
A partir de la conversación que mantuvo con psicólogos y expertos en pedagogía, Wallace determinó que la forma sana de hablar con sus hijos es centrar el diálogo en factores externos a las situaciones de exigencia, limitando las conversaciones potencialmente estresantes con sus hijos a "una hora durante el fin de semana".
Los padres deben tener cuidado con trasmitirle su propia ansiedad a sus hijos. Foto:iStock
Esto se debe a que muchas veces los padres transmiten su propia ansiedad a sus hijos a través del "contagio emocional", y sin darse cuenta, le transmiten el mensaje erróneo de que su valor depende completamente de su desempeño.
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