En 2018, Alene Laney y su familia de cinco integrantes enfrentaban un momento crucial. Vivían en una casa pequeña de dos habitaciones en una ciudad con más de 700.000 habitantes. Con tres hijos pequeños, el espacio se había vuelto insuficiente, y debían tomar una decisión: mudarse a una casa más grande en los suburbios o buscar una vida en un lugar rural.
La opción ganadora fue un pequeño pueblo montañoso en Utah, con solo 2.000 habitantes, donde Laney se había criado, tal como detalló en Business Insider.
Para ella, regresar a su ciudad natalsignificaba darle a sus hijos la oportunidad de vivir una infancia más libre, una en la que pudieran andar en bicicleta hasta la piscina, caminar a casa de su abuela o trabajar en la granja de su abuelo.
Laney tenía claro lo que buscaba para sus hijos. Su experiencia como profesora de secundaria en grandes ciudades la llevó a reflexionar sobre cómo quería que fuera la infancia de su propia familia.
“En mi último trabajo, mis estudiantes venían de vecindarios estables y familias acomodadas, pero sentía que les faltaba algo esencial: aventura", dijo Laney y agregó que según ella las vidas de sus alumnos parecían girar en un bucle sin fin de traslados en auto, tareas, actividades programadas y videojuegos.
Ese estilo de vida urbano, según ella, limitaba la posibilidad de que los niños enfrentaran desafíos y desarrollaran resiliencia. Fue por ello que decidió buscar un entorno que fomentara la independencia y la exploración, algo que ella misma había experimentado en su infancia.
Desde su mudanza, la familia de Laney aprovechó al máximo su nueva vida en el campo. Compraron una casa para remodelar con un terreno de 12 acres (casi 5 hectáreas) rodeado de montañas. Allí, sus hijos disfrutan de actividades como construir fuertes, crear senderos para bicicletas, acampar bajo las estrellas y aprender habilidades de supervivencia en la naturaleza.
Imagen ilustrativa. Park City Mountain, un poblado de Utah, similar al que eligió Laney. Foto:iStock
Un episodio particular resaltó el espíritu de convivencia que predomina en su comunidad. Un día, uno de sus hijos perdió el autobús escolar, intentó caminar 10 millas (más de 16 kilómetros) de regreso a casa, pero en medio del trayecto una persona lo encontró, lo llevó a la escuela y se aseguró de que estuviera a salvo.
“En una ciudad, probablemente habrían llamado a la policía o criticado mi crianza, pero aquí todos entendieron la situación”, dijo su madre, contenta con la resolución del asunto.
El precio que pagó la mujer de Estados Unidos por mudarse de una ciudad a un pueblo
Pero cambiar radicalmente de vida tuvo sus contratiempos. Laney lamenta haber perdido ciertas comodidades urbanas o tener a sus más allegados amigos cerca.
Sin embargo, está convencida de que la decisión fue la correcta. “Extraño la ciudad, pero al ver cómo mis hijos se han convertido en personas seguras y equilibradas, no puedo imaginar volver atrás”, dijo en Business Insider.
La vida rural, con sus desafíos, le demostró ser un entorno ideal para que sus hijos crezcan con libertad y confianza. Para Laney, el costo de dejar la ciudad no se compara con el regalo de independencia que pudo brindarles.
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