Apoco más de dos semanas desde que Argentina experimentara la finalización de la primera ola de calor de la temporada, marcada por temperaturas "muy peligrosas" para la salud, las consecuencias de este fenómeno aún resuenan en el país.
Durante 23 días entre enero y febrero, las comunidades enfrentaron valores térmicos agobiantes cuyos impactos en la población siguen siendo una incógnita, con la demanda de asistencia por golpes de calor o su reconocimiento como un problema de salud pública aún sin respuestas claras en varios distritos.
Carlos Ferreyra, médico especializado en epidemiología ambiental y exconsultor de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en temas de clima, salud y ambiente, alerta sobre la falta de preparación ante este tipo de eventos.
A pesar de que, según sus palabras, "en Argentina, hay cero enfermos o muertos por el calor", la realidad del cambio climático y la adaptación necesaria en términos de salud humana, animal y vegetal postulan al calor extremo como un problema de salud pública indiscutible.
De acuerdo con un informe del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), la primera ola de calor de la temporada 2023/2024 fue “extraordinaria” en duración y extensión geográfica. Foto:iStock
La experiencia de Ferreyra en la gestión pública le permite afirmar que el país carece de estrategias y planes concretos para enfrentar las olas de calor extremo, a excepción de iniciativas puntuales como la red de refugios climáticos de la ciudad de Buenos Aires o los puntos de alivio en Rosario, Santa Fe. Esta falta de preparación no solo pone en riesgo a la población vulnerable sino que también representa un gasto significativo en atención médica tardía y una actuación ineficiente ante estas emergencias.
“No tener un sistema de información epidemiológica robusto hace que el país gaste una enorme cantidad de dinero en atender pacientes que llegan tarde a la consulta. Hace que los argentinos seamos totalmente ineficientes en la actuación ante el calor extremo", dijo el experto en diálogo con 'La Nación'.
Y agregó: "Por esto es que tenemos que aplicar el principio precautorio: aun no habiendo datos sobre los diferentes impactos del calor en la población y para no dejar desamparados a los mayores, las embarazadas o las personas que utilizan terapias que pueden generar alguna vulnerabilidad con calor extremo, hay que actuar a pesar de no tener la información necesaria para gestionar".
Las consecuencias económicas
El fenómeno climático no solo es un riesgo para la salud pública sino que también tiene consecuencias económicas significativas para el país, afectando la producción de alimentos, la capacidad productiva y exacerbando problemas como incendios y sequías.
“Al calor en la Argentina siempre se lo tomó como una cuestión individual, de percepción personal. Sin embargo, hoy, es el problema de salud pública más importante en términos de sus daños a la sociedad y la salud. Más en los países del hemisferio sur, donde es generador de otros muchos problemas, como incendios, sequías, disminución de la producción de alimentos e impacto directo en la capacidad productiva”, mencionó el especialista.
Ferreyra destaca la importancia de adoptar un enfoque precautorio, actuando incluso sin tener toda la información necesaria, para proteger a los más vulnerables y prevenir daños mayores.
La relación entre el calor extremo y el dengue, otra preocupación
La relación entre el calor extremo y el aumento de enfermedades vectoriales, como el dengue, también es motivo de preocupación. La falta de información y preparación adecuada contribuye a una respuesta inadecuada ante estas emergencias.
“Cada vez que hay calor, se presenta con mucha eficacia porque el mosquito se reproduce más eficientemente y la población no está bien informada por lo que no puede dar una respuesta adecuada y hay incapacidad de actuar”, opino el médico, que en 2009 fue coautor del Plan Director de Prevención del Dengue de Córdoba.
El dengue “es una enfermedad viral aguda” que llega a afectar a cualquier persona sin importar su edad. Foto:iStock
Las recomendaciones de Ferreyra
Ante este panorama, Ferreyra insta a la actualización de las respuestas al calor extremo, incluyendo la implementación de protocolos de actuación y protección en el ámbito laboral, así como la preparación de los servicios de salud para enfrentar estos eventos. La necesidad de una estrategia nacional que contemple educación, prevención y actuación ante el calor extremo se presenta como un desafío urgente para Argentina en la próxima década.
“La mayor parte de los hospitales que reciben los casos complicados no tienen un plan con las guías clínicas necesarias para que los distintos servicios enfrenten los efectos del calor, a diferencia de lo que pasa con los efectos del frío. Tampoco la salud ocupacional cuenta con protocolos sobre cómo el calor extremo afecta a los trabajadores ni en los sindicatos se discuten las medidas de cuidado y protección personal que deberían promover", detalló.
Ferreyra destaca la necesidad de adaptar las respuestas al calor extremo, tomando como referencia las prácticas en Europa, donde se han establecido protocolos de rotación y enfriamiento para trabajadores expuestos a altas temperaturas.
“Si no existen esas precauciones, el estrés térmico altera la capacidad de trabajo y los países sin estas protecciones empiezan a tener graves problemas de producción. Todo esto demuestra que la Argentina tiene que actualizar su respuesta al calor extremo. Solo en lo laboral, tiene impacto en más de 20 profesiones u ocupaciones, como la policía, el transporte, la construcción, el trabajo en el campo o los trabajadores informales en la calle, entre otros más", concluyó en diálogo con 'La Nación'.
*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de La Nación, y contó con la revisión de la periodista y un editor.
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