Todo está en mora de arruinarse, pero resulta increíble, en la increíble Colombia, cómo hemos conseguido ir de los aforismos de los sabios griegos –“No hay nada permanente excepto el cambio”– a las sentencias que sueltan ciertos políticos en las grabaciones que de tanto en tanto se filtran a los medios como escenas de la podredumbre. Son ‘sentencias’ o ‘máximas’, sí, pues a fin de cuentas contienen una forma de encarar la vida: frases como “miti ellos y miti los amigos del presidente” o “le voy a dar en la cara, marica” o “lo que más me preocupa es que la prensa está hurgando” o “esta llamada la están escuchando esos hijueputas” o “jijiji, sí, es una coima” resumen una cultura dentro de nuestra cultura. Pero pocas expresiones tan repugnantes como las de los más recientes audios de la DEA.
Fue el periodista Juan David Laverde, de Noticias Caracol, quien cumplió con el deber de revelarlas. Y sí: son asquerosas por lo cínicas, por lo resignadas a la corrupción como a una segunda lengua, por lo rutinarias, pero, aun cuando revuelven el estómago, vale la pena oírlas. Son de hace dos años. Allí está el exfiscal anticorrupción Moreno –con la ayuda de un abogado apodado ‘Porcino’– pidiéndole plata al exgobernador Lyons para engavetarle sus procesos. Creen que están hablando en clave, los tres enajenados, pero en verdad pronuncian la descomposición: “Tienes que neutralizar a La W”, “ahí se logró frenar eso un tiempito”, “voy a tratar de saturarlos con otros temas”, “aquí tienes un amigo incondicional”, “pasará esta noche oscura y seguirás in crescendo”, se dicen como si nadie estuviera escuchándolos.
Queda uno agotado después de escuchar la imperturbabilidad de ese trío: así de diaria, así de fácil es la corrupción. Y, sin embargo, lo cierto es que sería peor no enterarse de esta estafa
Quizás el peor de los tres sea el exfiscal anticorrupción Moreno. Que, dentro de la tipología de la putrefacción, es la clase de corrupto que solo está jugando el juego: en un momento de ensoñación, grabado por el propio Lyons para la DEA, Moreno explica que todo eso es transitorio, que él a “mediano plazo” pretende llegar a la procuraduría y que “para dar esos pasos también hay que hacer este tipo de cosas”. Se refiere a extorsionar, a engavetar, a ponerse del lado de los políticos torcidos. Se oye en paz. Cuenta que está en Miami para darles una conferencia “a los federales”. Y, cuando el balbuceante Lyons, que acaba de sobornarlo, le celebra la confianza que le tienen los gringos, el exfiscal responde “sí, claro, porque me dicen ayer que venga y les hable del problema de la corrupción: jajajá”.
Así es. Se ríen, los dos, como un par de alegres compadres. Y es porque los dos serán lo que usted quiera, pero saben reconocer una ironía cuando la ven.
Es un país a tres bandas. Uno nunca sabe a quiénes les sirven estas filtraciones. Pero estos señores serían prohombres protegidos por una guardia de lagartos –y morirían jurando que lo son– si no hubieran sido publicadas a tiempo esas grabaciones llenas de sentencias perversas. En cambio, ellos son parábolas sobre cómo debemos reducir a sus justas proporciones a estos políticos que viven resignados a ‘jugar el juego’. Son recordatorios vivientes de que no son estos chuecos voraces, sino los ciudadanos que se inventan organizaciones transformadoras, como Tiempo de Juego o como la Federación Colombiana de Enfermedades Raras, los verdaderos líderes de esta sociedad. Por supuesto, hay que seguir fiscalizando, seguir controvirtiendo a los apellidos de siempre. Pero no hay que permitirles que se queden con la política.
Queda uno agotado después de escuchar la imperturbabilidad de ese trío: así de diaria, así de fácil es la corrupción. Y, sin embargo, lo cierto es que sería peor no enterarse de esta estafa: que acaba uno de oír a tres caraduras –al menos tres– que no pudieron salirse con la suya hasta volverse viejos.
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