Desde que las personas cumplen 60 años, el cuerpo empieza a cambiar la forma en que responde a los que se come, lo que se hace y reacciona frente a la calidad del descanso. Lo que antes servía para mantener la energía, ahora muchas veces se queda corto.
Caminar ayuda, claro. Dormir ocho horas también. Pero hay algo más simple, más diario y más subestimado que podría marcar una diferencia mayor: desayunar proteína y fibra.
Según la Clínica Mayo, este cambio en la primera comida del día puede mejorar de forma real cómo se siente durante las siguientes horas.
Como indica la Clínica Mayo, la fibra no solo ayuda a ir mejor al baño. También alimenta las bacterias buenas del intestino, esas que influyen directamente en cómo se digiere, cómo el cuerpo se defiende de infecciones y hasta en el estado de ánimo de las personas. Además, ralentiza la absorción del azúcar y evita picos de glucosa, algo clave para personas con diabetes o resistencia a la insulina.
Glucosa en la sangre. Foto:iStock
La proteína, por su parte, da saciedad duradera y ayuda a conservar masa muscular, algo que se vuelve fundamental con los años. Comerla en el desayuno previene la sensación de fatiga y los atracones de media tarde. Es como darle al cuerpo un buen combustible desde temprano.
Este combo (fibra más proteína) tiene también impacto en el peso, ya que ayuda a controlar el apetito de forma natural. Uno se siente más lleno con menos comida, y eso reduce la ansiedad por picotear entre horas.
¿Por qué es tan importante una buena dieta para los mayores de 60 años?
A esta edad, mantener la masa muscular ya no es una opción estética, sino que se hace por salud. La pérdida de músculo con los años (conocida como sarcopenia) afecta la movilidad, el equilibrio y aumenta el riesgo de caídas. Un desayuno con proteína ayuda a combatir esto.
Por otro lado, el sistema digestivo también cambia. Se vuelve más lento, más sensible. La fibra ayuda a que el intestino siga funcionando con regularidad. Además, reduce el riesgo de enfermedades como la diverticulitis, que se vuelve más común con la edad.
La avena se recomienda más a horas tempranas, como el desayuno. Foto:iStock
Tampoco hay que olvidar la glucosa. Muchas personas después de los 60 desarrollan prediabetes o diabetes tipo 2. Desayunar con fibra y proteína mantiene el azúcar en sangre más estable.
¿Qué comer para arrancar el día?
Un tazón de avena con semillas de chía y yogur griego cumple con lo necesario.También puede ser una tostada de pan integral con aguacate y huevo. O un batido con plátano, espinacas, linaza y leche vegetal. Incluso un puñado de nueces con una fruta es mejor opción que cualquier bollería industrial.
La clave está en elegir alimentos que no vengan de paquetes con ingredientes imposibles de pronunciar. Y, si se puede, evitar los cereales azucarados, panes blancos o jugos envasados.
En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal,
elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada
con
sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando
esta
utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información aquí