En cada 24 de septiembre, se le conmemora a la advocación de María, la Virgen de las Mercedes, cuyo nombre significa “Misericordia”. Su primera aparición se registró en el siglo XIII, cuando quiso llevarle un mensaje especial a San Pedro Nolasco, quien se dio a la tarea de liberar a los esclavos cristianos de los musulmanes, según ‘Catholic News Herald’.
Gracias a su valentía y sus deseos de liberar a los prisioneros, el hombre tomó la decisión de vender su patrimonio con tal de sacarlos de la situación en la que se encontraban, pero cuando se le acabó dinero tuvo que pedir limosnas y aun así no tenía los recursos suficientes, por esto recurrió a la ayuda de Dios.
Fue allí cuando la Virgen de las Mercedes se le apareció a San Pedro Nolasco para decirle: “No dudes en nada, porque es voluntad de Dios que se funde una orden de ese tipo en honor mío; será una orden cuyos hermanos y profesos, a imitación de mi hijo Jesucristo, estarán puestos para ruina y redención de muchos en Israel, es decir, entre los cristianos y serán signo de contradicción para muchos”.
Debido a esto es que a la advocación se le considera como la patrona de los prisioneros, de los más pobres, de los campesinos, de las fuerzas armadas y de la policía. Su mayor popularidad en Colombia proviene del Sistema Penitenciario y de la ciudad Santiago de Cali, de acuerdo con ‘Catholic.net’.
Oración a la Virgen de las Mercedes para los prisioneros arrepentidos
Oración Virgen de las Mercedes. Foto:iStock
Oh señora mía, oh madre mía de la Merced; yo me ofrezco todo a ti, y en prueba de mi filial afecto, te consagro en este día: mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser; ya que soy todo tuyo, oh madre de bondad, guárdame y defiéndeme como hijo y servidor tuyo.
Para nuestro remedio, te pedimos, madre querida, que rompas las cadenas de nuestro pecado.
Virgen María de la Merced, bondadosa madre de Dios, estrella resplandeciente del mar, luna purísima, que recoges los rayos del sol de justicia, y te nutres de ellos para reflejarlos de la mejor manera.
Escucha, madre, nuestros ruegos; tú que atendiste desde el cielo los tristes lamentos de los pobres cautivos que gemían sin consuelo en la dura opresión y rompiste las cadenas que los aprisionaban por medio de tu familia de redentores.
Por tu ardiente caridad, por tus virginales entrañas en que se encarnó el hijo de Dios para nuestro remedio, te pedimos, madre querida, que rompas las cadenas de nuestro pecado, para que libres de ellas, podamos conformarnos con tu hijo, el señor Jesús.
Amén.
Oración a San Judas Tadeo para casos imposibles y desesperados | El Tiempo
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