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Entrevista
Carmiña Villegas: 'No hay nada peor que tener el celular sobre la mesa... Lo mejor es sentarse y dejarlo en otro lado'
Carmiña Villegas habló con la revista BOCAS de su inesperada carrera como influencer.
Carmiña Villegas se ha convertido en un fenómeno de redes sociales. Foto: Alejandra Quintero / Revista BOCAS
Sus almacenes de artículos para el comedor y la cocina son toda una institución. Tiene una de las colecciones de arte más interesantes y sólidas del país y ahora acaba de reclamar un trono que no parecía suyo: el de las redes sociales. Carmiña Villegas se ha convertido en un fenómeno viral con sus videos sobre cómo comerse un tamal o un banano con cubiertos, y hoy en día, con sus tips en Instagram y TikTok, es un referente para niños y niñas, adolescentes y jóvenes que quieren aprender normas de etiqueta y sentarse a la mesa como verdaderos de la realeza. Esta es su entrevista en Revista BOCAS.
La oficina de Carmiña Villegas, en el segundo piso de una casona de estilo inglés del barrio Quinta Camacho de Bogotá, pareciera ser la de una galerista. En las paredes están colgadas obras de Ana Patricia Palacios, de Miguel Ángel Rojas, de José Horacio Martínez, de Antonio Caro… Es una manera que ella encontró para darle importancia a su sitio de trabajo. En varios de los espacios principales del primer piso exhibe vajillas, cubiertos y otros rios, que son la razón de ser de un negocio que ha desarrollado en 33 años a través de tiendas para venta al público y alquiler de equipos para eventos. Se considera una empresaria exitosa: “Tengo entre franquicias y tiendas siete físicas y un site en Internet que se mueve como una tienda”.
Trabaja con un equipo humano de 35 personas, que por la situación del país ha tenido que ir disminuyendo de manera considerable.
De voz pausada y tranquila, en un momento dado de la conversación me ofrece repetir café. Levanto la taza y me dice: “No. Déjela en el plato. La taza no debe levantarla porque puedo quemarlo”. La miro sorprendido. Ella continúa: “Todo tiene una razón de ser. Uno por ser muy amable levanta la taza, pero de verdad puedo quemarlo. Bueno, ya hoy tiene un tip”. Yo, la verdad, no tenía ni idea de esa norma de buen comportamiento, así que recibí de buena gana el “tipcito”, por no llamarlo un jalón de orejas.
En estos últimos meses, además de sacar adelante sus actividades, Carmiña Villegas se ha convertido en un fenómeno de redes sociales a raíz de sus muy cortos videos en los que da consejos de etiqueta, de buenas costumbres en la mesa. Estos videos, en los que exhibe artículos que vende en sus tiendas como cubiertos, platos y manteles, a primera vista parecieran ser contenidos muy alejados de los intereses e inquietudes de las nuevas generaciones. Sin embargo, muchos de sus seguidores, no sólo en Colombia sino en otros lugares del mundo, son jóvenes, incluso niños. En su cuenta de Instagram cuenta ya con 538.000 seguidores y en carmiñavillegas_tiendas ya ha logrado 63.300 seguidores.
Carmiña Villegas tiene más de medio millón de seguidores en su Instagram. Foto:Alejandra Quintero / Revista BOCAS
Un videoclip, en el que enseña a comerse un banano servido en un plato, en el que ella muestra cómo corta la cáscara con un cuchillo y se come la fruta con un tenedor, se volvió viral y la convirtieron en una sensación en redes. El arranque de sus clips de consejos siempre es el mismo: “Apasionados de la mesa:…”. Y luego sigue con su siempre muy rápida y precisa explicación. También causó mucho impacto un video en el que ella le explica al Pibe Valderrama normas de etiqueta que debía seguir cuando recibiera a los amigos que invitó para ver un partido de la pasada Copa América.
Esta inesperada influencer estudió en el Liceo Francés de Bogotá, donde conoció personas que crearon en ella una inquietud acerca de la mesa, la forma de servir y atender, así como de la gran variedad de comida que existe. La etiqueta de la mesa marcó su preadolescencia, adolescencia y temprana adultez. Como ella señala, muchas de estas personas aún son amigas suyas. De origen caldense y antioqueño, una cultura en la que la familia es muy importante y muy dinámica. “El gusto por cocinar, por atender, por hacer cosas continuamente en la cocina para la familia es algo que no solamente influyó en mí, sino que ha influido también en mis hermanos”, recuerda ella.
Su hermano Diego, después de separarse, se fue a Argentina a estudiar cocina. Su hija Mariana, que vive en Nueva York, hace muchos años es chef. “Ese hilo conductor del gusto por la mesa que viene básicamente de mi mamá se ha mantenido en algunos de mis hermanos y en mis hijos”.
Casada por segunda vez con Billy Wightman, ha desarrollado con él otra pasión: la colección de obras de arte. Carmiña Villegas tiene dos hijos de su primer matrimonio, y su marido tiene tres de una relación anterior. De esos cinco solamente dos viven en Colombia.
Ese temprano interés por la mesa y la culinaria no se tradujo en sus estudios. Tras graduarse del colegió estudió Sicología en la Universidad Javeriana y empezó a trabajar en su oficio como consultora en una firma. Sin embargo, en ella ha habido una habilidad para los negocios. “Tengo alma de comerciante”, dice. Así que mientras realizaba su trabajo empezó a desarrollar negocios. Cuando llegó la apertura económica en 1992, renunció a su trabajo y decidió dedicarse por entero al arte de la mesa.
Carmiña señala errores como hablar con la boca llena o raspar en el plato. Foto:Alejandra Quintero / Revista BOCAS
¿Por qué se utiliza el término arte de la mesa?
Así se le dice en francés a este tipo de negocio relacionado con vestir la mesa. Detrás de todo lo que se hace hay un arte. Está el arte de fabricar las vajillas. Esto nace de artesanos en las épocas de la monarquía en Francia y se desarrolló toda una industria que hoy es muy importante en toda Europa.
¿Cómo inició su empresa?
Me metí de lleno en los negocios a raíz de que en Colombia se abrieron las importaciones. Digamos que empecé el día uno desde que se pudieron importar cosas en Colombia. Yo no empecé con un negocio de tienda a la calle, sino que yo tenía un show room en mi casa y les vendía a los hoteles.
No es un mercado que parezca fácil de abrir.
Colombia es un mercado duro si se compara con Guatemala, por ejemplo. Guatemala tiene una cultura de la mesa. Y qué decir de la cultura de la mesa que tenían los venezolanos. En Venezuela no se concebía un regalo de matrimonio que no fuera una vajilla, una buena cubertería. De hecho, ellos, a pesar de la situación, tienen dos tiendas muy famosas que se han mantenido dos o tres generaciones y siguen vendiendo las marcas más costosas. Obviamente cambiaron de compradores. La tradición en Venezuela es que en las casas siempre había varias vajillas, varias cuberterías. En Colombia, por el contrario, somos más bien poco gastadores. Una vajilla está bien, es suficiente. Uno puede comprarse cuatro o cinco jeans, ocho pantalones negros, pero no ocho vajillas. Primero porque no es de su interés y segundo, porque no siempre hay donde guardarlas.
Y sin embargo se le midió a la idea. Dejó su trabajo como consultora.
Lo hice porque yo no tenía competencia, porque las importaciones estuvieron cerradas por muchos años.
¿Cómo eran esos primeros compradores?
Muy tímidos. Yo he tenido el esquema de vender todo suelto con el propósito de ofrecer una reposición. La gente compraba sus copas y no volvía a comprar más. Deducción, no las usaba. Ahora que ha llegado el auge de los vinos esto ha evolucionado con respecto a lo que era hace 30 años. Pero ha sido una evolución lenta. Sin embargo, ahí vamos ya con siete tiendas en el país.
Carmiña Villegas es la portada de la nueva edición de Revista BOCAS. Foto:Alejandra Quintero / Revista BOCAS
¿Cuáles son las piezas de vajilla más deslumbrantes que existen?
Es difícil comprometerse con una marca o con una referencia de vajillas. Cada año los fabricantes nos deslumbran con sus nuevas propuestas, tanto en los temas contemporáneos como clásicos. De las vajillas que yo vendo en nuestra tienda se encuentra una de Rosenthal que hace alusión a la ópera La flauta mágica, de Mozart. Es la porcelana más delgada que tiene esta compañía. El ala del plato es un diseño en alto relieve color mate. También está la opción de ala con pintura dorada. Cada plato está firmado por detrás. El diseñador de esta propuesta de vajilla es Bjorn Wiinblad. En cuanto a las vajillas decoradas, no podemos dejar de mencionar las de Versace, que son la oda al barroco multicolorido y multidiseño. Son definitivamente una clásica muestra de ‘more is more’.
¿Tiene planes para el futuro?
Deseo hacer una expansión internacional. Estamos próximos a cerrar una negociación internacional de una franquicia fuera de Colombia, porque el modelo de negocio, la propuesta que yo tengo en cuanto a selección de productos gusta mucho.
¿Cómo van las ventas?
Definitivamente el consumo está completamente afectado, pero digamos que en este momento me intereso más por las redes sociales, entendiendo las redes sociales como una misión de enseñar. El Instagram que yo tengo no está orientado a la venta, sino a la enseñanza. Utilizo mis productos, pero no los estoy publicitando.
Ya que puso el tema de internet y las redes, ¿cómo se ha sentido en este papel de figura de redes como Instagram y TikTok?
Siento una gran satisfacción del crecimiento de los seguidores, una grandísima audiencia que cada día crece. La gente me dice que yo me he vuelto un referente en la mesa. Pero lo que más me impacta es haber sensibilizado a gente joven, incluso que están todavía en el colegio terminando bachillerato.
¿Y cómo se ha enterado?
¿Cómo lo sé? Porque me lo dicen los papás o porque tengo buena relación con estos pelados y ellos mismos me preguntan que en el colegio sus compañeros quieren saber cómo tal cosa. Eso me da una grandísima satisfacción. Yo tengo, por ejemplo, hijas de amigos mucho más jóvenes, o sea, hablo de niños de 10 años, que me escriben y me preguntan. Para mí eso es increíble, me llena de una gran alegría, una gran satisfacción.
¿Cuál piensa que ha sido el secreto de su éxito?
Instagram se utiliza mucho para catálogos, se siente más comercial. Yo lo veo de mayor nivel. Pero encontrar en TikTok un contenido como el mío es reconfortante, es diferente, es refrescante. Eso es lo que la gente me dice.
¿Qué destacan ellos?
A la gente le encanta no solamente el contenido de lo que enseño, sino lo que yo muestro alrededor, que es muy bonito. Incluso a los adolescentes. A la gente le gusta cómo me visto, todo lo que me pongo, me echan muchas flores, que dónde compré esto, que dónde compré lo otro. Hay críticas, obviamente, muchas críticas, pero me tienen absolutamente sin cuidado. Ni les pongo atención.
Ya que ha mencionado a los niños, a los adolescentes, a los jóvenes, llama mucho la atención que les interese la etiqueta. Uno siente que están acostumbrados a las comidas rápidas, a comer de afán, mientras caminan, compran cualquier cosa, como que el ritmo de la vida moderna va a contrapié con las normas en la mesa. ¿A qué se debe esto?
Porque definitivamente comportarse bien a los ojos de los demás es positivo. No es lo mismo un compañero del colegio que es un bárbaro, que uno con buenas maneras. A los ojos de los demás una persona bien portada gusta. Por otra parte, yo pienso que el conocimiento da seguridad. Te hace diferente.
Carmiña Villegas se impresiona de la variedad de seguidores que tiene, desde niños y adolescentes hasta personas que la reconocen en el metro de París. Foto:Alejandra Quintero / Revista BOCAS
¿Y esto ocurre acá en Colombia o las redes ya le han dado notoriedad en otros lugares?
Si usted ve las estadísticas en Instagram se da cuenta de que a mí me sigue muchísima gente de afuera. De España, de México, de Argentina, de Costa Rica, de Panamá, de muchas partes. En París un señor me reconoció en el metro. Yo fui dos veces relativamente seguidas a Nueva York, me volvió a tocar la misma chica que revisa los datos para continuar con el proceso de seguridad y me dijo: “Yo la sigo”.
¿Cómo es su plan de grabación?
Grabo videos cada 25 días para tener material suficiente. Los atamos a la página web y lo que se publica en la página se promueve en el mes.
¿Usted aprovecha su crecimiento en redes para ofrecer productos?
Por un lado, hay una relación entre los contenidos de Instagram y los contenidos de la página web y de nuestras campañas en marketing digital. Sólo que en el Instagram Carmiña Villegas no hacemos ninguna publicidad. Por eso decidimos abrir un nuevo Instagram que se llama Carmiña Villegas Tiendas, donde promovemos productos.
Muchas personas consideran que los modales en la mesa son algo obsoleto.
Estoy convencida de que lo que yo enseño del comportamiento en la mesa no es algo que esté obsoleto. Lo que pasa es que se dejó de enseñar, se dejó de ponerle atención. Yo no pretendo quitarles la esencia a las personas ni modificarlas. No quiero inculcar una posudez o algo que no es natural. Es enseñar lo que ya no se enseña.
¿Eso a qué se debe?
Yo pienso que la falta de costumbres en la mesa está relacionada con el tema de familia. Es una opinión personal. Si usted no come en familia, nadie lo corrige. Nadie ve lo que estás haciendo. No hay un ejemplo ni hay un indicador. Hoy en día la gente no se sienta a comer.
¿Tiene que ver con las comidas rápidas, que mucha gente anda de afán?
Sí, las comidas rápidas, la vida tan agitada, pero también comer de pie. Los hábitos se han perdido no solamente por el estilo de vida, por las circunstancias de la velocidad en las que vivimos, sino también porque la familia como tal me parece que está peligrando. El esquema familiar está terminando. Esa es mi teoría personal.
Cierto, no todos bajan a comer a tiempo.
Y falta mencionar un elemento. El teléfono celular. Es el peor enemigo, el que hace la mayor interferencia. Es una invasión. Es el peor enemigo de las relaciones sociales.
Las redes sociales...
Las redes sociales. Lo peor es tener el celular sobre la mesa o en el bolsillo y que empiece a vibrar y uno empieza a pensar si será algo importante... Lo mejor es sentarse a la mesa y dejar el teléfono en otro lado, desentenderse de él.
Carmiña Villegas dice que tener modales en la mesa es algo indispensable, por obvio que parezca. Foto:Alejandra Quintero / Revista BOCAS
¿Cuál es la importancia de seguir las buenas maneras?
El hecho que la gente sepa comportarse en la mesa es lo que finalmente da seguridad. Además, al comportarte tú en la mesa has tenido que digerir muchas cosas de postura. No vamos a hablar de cosas demasiado fuera del contexto. Yo me voy con el contexto de cada plato, de cada circunstancia, de cada nivel socioeconómico.
¿Por ejemplo?
Si quiere meter el pan en la taza de chocolate en la casa, hágalo. Pero si lo invitan a otra parte no lo haga. No haga ese tipo de cosas.
¿A ratos no son demasiado rígidas ciertas normas, como, por ejemplo, la posición de las manos, los brazos en la mesa? ¿Qué recomienda usted?
Uno no debe hacer en la mesa nada que moleste al otro. Si la persona pone el brazo sobre la mesa eso no afecta a nadie. Pero uno debe poner mucha atención a lo que afecta a los demás. Y es que muchas veces ni siquiera sabe que lo que hace afecta a los demás, porque no ha tenido conciencia de eso, como, por ejemplo, hablar con la boca llena, la sorbedera, raspar en el plato.
En ciertos eventos uno ve frente a uno varios vasos y copas, varios tenedores y cucharas. ¿Esto no complica un poco las cosas?
Lo que yo digo es que no pongan en la mesa lo que no van a usar. Si usted no va a ofrecer dos vinos, pues no ponga dos copas. Ponga una. En eso la etiqueta se ha vuelto muy flexible porque los fabricantes europeos con los que yo trabajo ya no dicen red o white, o chardonnay o burgundy, sino simplemente wine. Obviamente que no debe servirse mucho vino blanco en la copa porque se calienta, pero eso ya es otra cosa. Hoy en día todo es cada vez más flexible.
Usted habla de la lógica de la etiqueta. Señale algún ejemplo.
Muchas normas son ergonómicas. ¿Por qué el cuchillo va a la derecha? Porque usted lo coge con la mano derecha. ¿Por qué la copa de agua o el vaso van a la derecha? Porque se cogen con la mano derecha.
¿Cómo hacer entonces que los zurdos no pasen apuros?
La etiqueta no se hizo para los zurdos. Se hizo para los diestros. Mi recomendación para los zurdos es sentarlos en una esquina de la mesa o en la cabecera, donde su brazo izquierdo quede libre. Es mi única recomendación.
¿Por qué se sirve por la izquierda y se recoge por la derecha?
Porque si a usted le pasan la bandeja para servirse es más fácil girar hacia la izquierda, porque a la mano dominante le queda más fácil servirse. Todo va en ese sentido. ¿Por qué todas las mesas de comedor tienen una altura? Porque es ergonómico. Lo mismo las sillas. Todo eso está totalmente interrelacionado, pensado y así se hizo, con lógica. ¿Por qué la taza del café del desayuno se pone a la derecha? Porque se toma con la mano derecha.
"Uno no debe hacer en la mesa nada que moleste al otro", dice Carmiña Villegas. Foto:Alejandra Quintero / Revista BOCAS
¿Y por qué el pan se sirve a la izquierda?
Porque normalmente se toma el pan con la mano izquierda y se corta con la derecha para llevarlo a la boca. Pero la mayoría de la gente no sabe que el plato del pan es el de la izquierda y cogen el pan del plato de la derecha.
Volviendo a sus videos, el de cómo comer banano con cubiertos dio para muchos comentarios.
Cuando hice el video del banano la gente me decía que qué ridiculez. Claro, en la vida normal uno no se come un banano con cubiertos, pues a mí me gusta servir bien. Detesto comer con la mano, pero a mí no se me ocurre cortar el banano así.
¿Entonces por qué hizo ese video?
El banano es una fruta que se oxida muy rápido. Entonces no se puede servir cortado. Si lo ponen, por ejemplo, en un bufé elegantísimo y sirven un banano dentro de un determinado contexto, no puede comerse como lo haría un miquito. Hay que comerlo apropiadamente. Entonces se le cortan las puntas con los cubiertos y se abre por la mitad. Viera las polémicas que ocasionó. Pero eso es lo chévere, porque pone a la gente a hablar sobre el tema.
Otro video muy llamativo es el del tamal que usted corta con tijeras.
¿Por qué lo hago? ¿Por qué lo digo? ¿De dónde salen esas ideas? Son mías. No sé si lo he visto en algún lado, no me acuerdo, pero a mí me encanta comerme el tamal en la hoja. Pero a mí no me gusta ver ese reguero de hojas ahí desparramado. El tema de la estética lo tengo muy presente y me parece importante que se vea bien. Se le ayuda a la persona a que no tenga que untarse las manos.
El amor por coleccionar arte es otro de sus intereses. Háblenos un poco de esa faceta.
Con mi segundo marido, recién casados en los años 90, empezamos a coleccionar arte. Coleccionamos bastante en esa primera década. Y luego empezó a bajar el tema de la compra.
¿Por qué?
Hay un tema económico que prima. El gusto por el arte no se acaba, obviamente que no. Pero ese entusiasmo inicial de comprar y comprar y comprar fue bajando. Empieza uno a ver... “¿qué hago con las obras, cómo las conservo, dónde las guardo”. Tenemos obras aquí en la oficina, en la bodega, en la parte de oficinas, en mi casa, tienen mis hijos, porque también les encantan.
¿En su opinión, cuál es la obra de arte más importante de su colección?
Es difícil definir cuál es la más importante, porque en realidad tengo que hacerles un homenaje a muchos artistas contemporáneos de los que tenemos obra y que apreciamos muchísimo como Miguel Ángel Rojas, Delcy Morelos, Juan Fernando Herrán, Antonio Caro, Barbarita Cardozo, José Horacio Martínez, Doris Salcedo, entre otros.
Desde hace ya bastantes años se ve en Colombia un auge de la cocina. Muchos jóvenes quieren ser chefs profesionales, algo que era impensable hace 40 años. Reunirse varios amigos para cocinar se ha vuelto un plan muy común, ¿eso ha incidido en un auge del arte de la mesa?
Por supuesto. Y yo diría que una compañía que metió el gol más grande del mundo, y uno no lo puede creer, es Christofle. Empezaron a ver que sus ventas bajaban en el mundo. Entonces decidieron sacar cubiertos de acero, no solo de plata, entonces ya se vuelve una posibilidad porque la diferencia es que valen tres veces menos. Pero es Christofle, que es una marca aspiracional. El otro gran gran golazo que metieron es que desarrollaron un producto que se llama el mood, que todo mundo le dice el huevo porque tiene forma de huevo. Ese mood se pone en el mesón de la cocina y para usarlo día a día. Entonces los cubiertos, que normalmente estaban guardados, pasan a mantenerse exhibidos y a usarse cotidianamente.
¿Qué comida le gusta, qué tipo de platos?
Soy universal, me considero una persona muy fácil. Aunque soy necia en determinadas cosas.
¿Como cuáles?
Me gusta la comida caliente. La sopa tiene que venir hirviendo. Prefiero esperar un poquito y no tomármela tibia. Me gusta toda clase de comidas, amo toda clase de planes, toda clase de invitaciones. Me encanta la buena comida, no por sus ingredientes o su sofisticación, sino porque esté rica. Me encanta mi comida colombiana. La sé cocinar, algunos platos los hago muy bien. Nada de cosas muy estrambóticas. No soy la más especialista en vísceras, por ejemplo, pero algunas como. Me fascina la morcilla, una longaniza, ese tipo de cosas y, obviamente, ¿cómo se la va a comer uno? Pues con la mano. Pero que la sirvan cortadita. Me gusta mucho probar comida nueva de todas partes del mundo. Yo tengo un lema: no cerrar las puertas. Siempre estoy dispuesta a oír, a probar, a ensayar.
¿Cuáles son los errores más comunes en la mesa que cometemos los colombianos?
Comer con cuchara. En los supermercados, donde ofrecen cubiertos por separado, la pieza que más se vende es la cuchara. Sorber, hacer ruido, servirse en exceso. Acá en la oficina yo les tengo prohibido que coman en la coca. Aquí somos 15 personas, tenemos una buena cafetería cerquita del jardín, hay una cocinita con estufa, con horno microondas, vajilla, cubiertos, cristal, vasos. Yo les tengo prohibido que me coman en la coca. Prohibido. Porque además yo me siento con ellos a almorzar y me molesta que coman en la coca.