En un documento de 63 páginas, la Defensoría del Pueblo advierte que es posible que en 50 barrios de Ciudad Bolívar, 27 de Bosa y 66 de Kennedy, haya presencia de grupos armados al margen de la ley como Los Rastrojos, las Águilas Negras, Los Paisas, e incluso disidencias de las Farc.
“La presencia de los Grupos Armados Ilegales -GAI- en el sur de Bogotá, ha respondido a la evolución del conflicto armado interno y a la trasformación de las estructuras armadas ilegales que tienen interés en controlar las zonas de la capital colombiana con conexión al oriente y al sur del país”, explica en un aparte la Defensoría.
Esto lo sustentan, entre otras razones, en que organizaciones locales, líderes y lideresas comunitarias han denunciado el aumento de amenazas y asesinatos de jóvenes en distintos puntos de esas zonas de la ciudad. El soporte que entregan son 27 casos: homicidios, intimidaciones y atentados en contra de estas personas entre el 8 de abril del 2018 y el 24 de abril del 2019.
En esos casos mencionan el hallazgo de cuerpos descuartizados en Kennedy, Bosa y Ciudad Bolívar. Esto, de acuerdo al documento de la Defensoría del Pueblo, podría interpretarse como una estrategia para mantener, a través del miedo, el control territorial por parte de estas organizaciones.
“El descuartizamiento de cuerpos como una forma de imposición de conductas a los de las estructuras armadas ilegales, y a la sociedad en general, ha sido un factor que ha caracterizado las masacres perpetradas por de las AUC a lo largo del territorio nacional”. Este es otro argumento con el que sostienen que en el sur de la ciudad hay grupos de este tipo.
Adicional a esto, en las últimas semanas han estado apareciendo en algunos de estos barrios panfletos firmados por supuestas organizaciones criminales que hacen presencia en varias regiones del país, y en los que amenazan de muerte a consumidores de droga, ladrones y ciudadanos venezolanos. En estas cartas incluso han ‘decretado’ toques de queda.
Por su parte, el secretario de Seguridad de Bogotá, Jairo García, señaló que la presencia de grupos armados en estos sectores no está confirmada y recordó que en las localidades señaladas han bajado los homicidios.
“No encontramos ninguna evidencia que siquiera sugiera la presencia permanente de grupos armados ilegales en Bogotá. La ciudad ha cumplido con una inversión social importante en estas tres localidades; en educación, recreación e incluso en transporte que ha tenido Ciudad Bolívar, al igual que las reducciones de asesinatos que tenemos hoy en los primeros meses del año”.
Justamente, según cifras de la Secretaría de Seguridad, entre enero y mayo del 2019, en Kennedy hubo una reducción del 11,7 por ciento en el número de homicidios; en Ciudad Bolívar 24 por ciento y Bosa 21,3 por ciento.
Sobre los cuerpos que han aparecido desmembrados, el funcionario señaló que cada uno de esos casos está en proceso de investigación y que aún no se ha terminado el proceso por parte de la Fiscalía. “Los primeros indicios nos dicen tiene que ver con delincuencia común, seguiremos atendiendo los llamados y haciendo presencia en los territorios”, manifestó García.
Sin embargo, el delito que no cede es el hurto a personas, y en estas tres localidades ha aumentado por encima del 20 por ciento en los primeros cinco meses de este año. Para líderes sociales de estos territorios, este es el gran problema. “Hay un altísimo crecimiento de la inseguridad y no hay respuesta institucional. Cuando la Policía no llega empiezan las amenazas a los jóvenes porque se percibe que ellos son los delincuentes”, manifestó el edil de la localidad de Kennedy, Francisco Castañeda.
“Estamos de acuerdo con la alerta de la Defensoría, pero nos preocupa que digan que esto esté ligado a grupos armados ilegales. Nosotros creemos que esto tiene que ver con la falta de autoridad y la creciente inseguridad en los territorios que está generando una especie de autodefensa en los barrios”, agregó.
Este fenómeno de la inseguridad, según un consultor de la Fundación Ideas Para la Paz (FIP), está relacionado a tres problemas tradicionales que afectan localidades como Ciudad Bolívar: los tierreros, la venta al menudeo de drogas y los cobros gota a gota. El experto aseguró que la alerta de la Defensoría del pueblo desconoce estos elementos y pone el foco en el lugar equivocado.
“Lo que hay es un liderazgo de uno o dos personajes de barrios que no son las Águilas Negras, ni los Rastrojos, ni disidencias. ¿Cuántas Águilas Negras han detenido en Bogotá? Podrán haber capturado es a falsos integrantes. Todo esto que dice la Defensoría es desacertado. El contexto de Bogotá es el de una ciudad donde los homicidios pujan a la baja, ¿por qué no llaman la atención sobre este hecho?”, se cuestionó el experto.
Sin embargo, haya o no haya presencia de este tipo de grupos criminales en la capital del país, lo que sí es cierto es que la situación en algunos sectores del sur de la ciudad, principalmente con los jóvenes, es crítica. Así lo manifestó un líder social de Ciudad Bolívar que por seguridad no reveló su identidad.
“Mire lo terrible de la lógica: instalan una olla e impactan a la juventud alrededor, los envician, el chino enviciado empieza a delinquir para saciar su vicio, y cuando están locos, los mismos de las ollas los matan y mucha gente los ve como héroes porque generan sensación de seguridad”, explicó.
Esta persona cree que detrás de la aparición de los panfletos en estos territorios puede estar la misma comunidad, aliada con comerciantes, cansados de la delincuencia derivada del microtráfico; sin embargo, considera que también hay una “fuerza invisible” detrás del control de este negocio ilícito.
La situación en algunos sectores del sur de la ciudad, principalmente con los jóvenes, es crítica. Así lo manifestó un líder social de Ciudad Bolívar que por seguridad no reveló su identidad
“La pregunta es si todo eso está suelto o si los pelados están organizándose para robar y vender vicio, o si lo que hay es una reconfiguración del crimen y la delincuencia. Estoy seguro que detrás hay una estructura, no serán los Castaño, ni don Berna, pero hay estructuras que están coordinando todo”, concluyó.
Esto toma sentido si se tiene en cuenta que en los últimos meses las autoridades han desestructurado varias bandas delincuenciales dedicadas a la comercialización de estupefacientes y a homicidios selectivos para mantener esa práctica. Un ejemplo de esto es la captura de alias El Viejo o El Paraco, en septiembre del 2018, quien lideraba un grupo criminal conformado por al menos 15 personas.
Es muy probable que estructuras de delincuencia común como esta, que no tienen vínculos confirmados con grandes organizaciones criminales con incidencia en todo el país, son las que están imponiendo el miedo en algunos sectores del sur de la ciudad, disputándose los negocios ilícitos como la extorsión, los hurtos y la venta de estupefacientes.
Óscar Murillo Mojica
Twitter: @oscarmurillom
EL TIEMPO