Cuando se enteró de la angustiante noticia, Jackeline Sánchez viajó más de 100 kilómetros desde Espinal, Tolima, hasta Bogotá para saber la situación de su hijo, Cristian Calderón, un joven que llevaba un poco más de un año ejerciendo labores como policía.
María de los Ángeles, novia de Cristian, lo describe como alguien alegre y extrovertido. Pero esa alegría que transmitía aquel hombre amante de la música popular está suspendida con la delicada situación que viven él y sus seres queridos.
Era
sábado en la noche, y Cristian cumplía sus labores como patrullero del Esmad en la autopista Sur, donde se desataba un fuerte disturbio durante otra jornada de protestas del paro nacional. Mientras uno de los oficiales grababa el caótico suceso que allí se vivía, al fondo se escuchaban los estruendos y el grito de un patrullero que alertaba del angustiante hecho. “¡Una bomba molotov!”, gritaban.
Al voltear la cámara se mostró el escabroso momento: una bomba incendiaria lanzada por un inescrupuloso
estalló cerca de la humanidad de Cristian y le quemó la cabeza. Sus compañeros corrieron inmediatamente a auxiliarlo, con las manos intentaban apagarle las llamas que amenazaban con consumirlo, mientras él sollozaba en medio de la desesperación.
Tras atender la emergencia, el patrullero sufrió quemaduras de primer grado, por lo que fue trasladado de urgencia al hospital de la Policía Nacional, donde lo internaron en una UCI por su grave estado.
En la noche del domingo, doña Jackeline pudo ver, finalmente, a su hijo Cristian por unos minutos. La mujer solo le decía que había llegado desde Tolima para estar pendiente de él. Cristian no le podía responder con palabras, no hablaba porque estaba intubado, pues presenta algunos problemas respiratorios, producto del atroz ataque que sufrió. Solo respondía moviendo la cabeza para arriba y para abajo.
Ver a su hijo vendado como resultado de las quemaduras solo le recordó aquel momento en el que Cristian le comentó que las protestas se estaban volviendo muy tensas por los constantes disturbios que se vivían.
Esa desolación se evidenció cuando el joven le pidió perdón a su madre por haber escogido esta labor. Pero doña Jackeline solo le podía decir que la difícil situación que se vive en el país no era culpa de él, era lo que el oficial había querido desde mucho tiempo atrás.
“Este es su gran sueño, él quería ser policía desde que era niño. Entonces, yo solo le dije que para adelante y que todo iba a estar muy bien. Yo siempre le di muchas fuerzas y ánimos, pero nunca me imaginé que le fuera a pasar esto”, prosiguió*.
Cristian está internado desde este lunes en la unidad especializada en atención a quemados del
hospital Simón Bolívar, en Bogotá. Su estado de salud se mantiene estable, aunque el pronóstico es reservado.
Sus seres queridos piden que estas protestas se hagan de manera pacífica y sin heridos. “Nadie sabe el dolor de ver ese video en el que se estaba quemando mi hijo, escuchar cómo gritaba y que yo no pudiera hacer nada”, dijo Jackeline*.
*Información de Edwin Suá, Citytv.
REDACCIÓN BOGOTÁ
EL TIEMPO
Twitter: @BogotaET
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