Así fue el plan de seis ladrones que rompieron una pared para robarse las joyas de un centro comercial en Bogotá

De película. Así fue el robo del que fueron víctimas los propietarios de la joyería Emporio ubicada dentro de un centro comercial de la calle sexta, en el centro de Bogotá. La noche del 21 y la madrugada del 22 de junio fueron los días escogidos por el grupo de 6 criminales para dar un golpe multimillonario al almacén de joyas y piedras preciosas en el que desocuparon todas las vitrinas y se llevaron en maletas negras el botín.

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Todo comenzó a mediados del mes de marzo cuando unos supuestos empresarios de esmeraldas alquilaron uno de los locales del primer piso del centro comercial Bogotá City. Desde entonces, las cosas que pasaban dentro del establecimiento no eran usuales y los movimientos de los seis hombres, aunque parecían rutinarios, empezaron a causar consternación dentro del grupo de comerciantes que tienen sus empresas en ese pasaje comercial.

“Ellos entraban y salían. A veces no iban y decían que estaban esperando la llegada de unas máquinas que habían importado para poder empezar a trabajar en forma. Decían que eran empresarios de esmeraldas e, incluso, nos ofrecieron sus servicios”, contó la a del local de donde sacaron las piedras preciosas.  

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Esta banda de ladrones de esmeraldas, según la información que obtuvo este medio, habrían alquilado el local presentando documentos falsa, cédulas y referencias que pertenecían a otro hombre que, aunque no ha sido identificado, es objeto de búsqueda por parte de las autoridades para poder determinar su implicación en el robo o que pueda explicar por qué los criminales tenían a sus documentos originales de identificación y a sus referencias personales.

Pero el entramado criminal no se quedó solo en la presentación de documentación fraudulenta. Cuenta la a de la joyería Emporio que los hombres les hicieron inteligencia por cerca de tres meses, tratando de identificar las piezas que se vendían dentro del local, su valor comercial y hasta la pureza de las piedras.

Meticulosamente, la banda delictiva estudio los planos de los locales, identificó las entradas y salidas del centro comercial, los puntos vulnerables de la seguridad; tenían claros los horarios de apertura y cierre de los locales y hasta sabían cuáles eran los factores de riesgo que podrían truncar la realización de la operación. A la par que estudiaban detalladamente estos aspectos se ganaban la confianza de los vecinos del local que usaban como fachada para el crimen.   

Pero como todo crimen, no fue perfecto y los autores intelectuales y materiales empezaron a dejar pistas de lo que pretendían hacer. Sin embargo, esos pequeños errores en la ecuación no alcanzaron a ser identificados por los que ahora son víctimas del robo.

En las cámaras de seguridad quedó registrado cómo los hombres, que todos eran adultos mayores, entraban y salían con bolsas negras fabricadas en materiales especiales para albergar joyas y elementos preciosos. Ingresaron herramientas y maquinaria que no era la adecuada para el trabajo y manipulación de esmeraldas, que supuestamente era a lo que se dedicaban; pero lo más extraño, es que se quedaban a “trabajar” en horarios en los que nada más funcionaba en el centro comercial. Las señales nunca fueron analizadas. 

Sobre las 5:30 de la tarde del 21 de junio la joyería Emporio cerró sus puertas porque “no había mucho pedido ni afluencia de clientes”, su a dice que cerró todo como normalmente lo hace y aplicó los protocolos de seguridad convencionales que tiene el local.

No obstante, no contaban con que dentro de las instalaciones del centro comercial estaba escondido uno de los criminales esperando a que todos se fueran para empezar accionar el plan de robo. Los locales fueron cerrados y el personal del edificio se fue del lugar como cada día a la misma hora, incluso, el grupo de ladrones que había alquilado el local como fachada también salió esa noche del centro comercial como cualquier empleado.  

En Emporio, las joyas, los metales y las piedras preciosas están permanentemente exhibidas en los anaqueles y vitrinas que no tienen mayor seguridad por tratarse de un local pequeño. Eso fue un punto clave que los criminales analizaron a la hora de fraguar el robo. Las joyas estaban al alcance de cualquiera que lograra burlar la seguridad del establecimiento.

Los ladrones ya tenían un punto a favor de su plan y era que no debían burlar la seguridad del edificio porque contaban con un hombre escondido dentro de las instalaciones esperando el momento perfecto para poder atacar.  

Con un traje especial, guantes, gafas y maquinaría de construcción, la madrugada del 22 de junio, uno de los delincuentes de estatura promedio y de contextura delgada ingresó por la pared de concreto que conecta al local fachada con el taller de la joyería Emporio. El criminal abrió meticulosamente y, sin hacer mayor ruido como lo demuestran las cámaras de seguridad, un hueco de al menos un metro y medio de ancho por otro metro y medio de largo en la pared. Los escombros quedaron del lado de la joyería.

Por ese agujero ingresó el hombre quien, al pasar de un lado a otro, tuvo que cambiarse los zapatos en dos oportunidades para no dejar huellas que luego pudieran ser rastreadas por las autoridades. Hecho esto, el hombre en tiempo récord desocupó las vitrinas de donde sacó joyas de oro de 18 quilates, diamantes, esmeraldas y anillos avaluados en más de 380 millones de pesos.

En todo el tiempo que duró el robo nunca se activaron las alarmas del local ni quedó registro de lo que estaba ocurriendo adentro, más allá de los videos de seguridad que, ahora, son pieza clave para identificar a los ladrones.  

Dicen las víctimas del robo, que el centro comercial no tiene personal de seguridad físico en el punto porque “cuentan con sensores de movimiento y tecnología de punta” que, se supone, debería haber impedido el robo. Sin embargo, parece que esa noche nada funcionaba en el pasaje comercial.

Se sabe que el hombre pasó toda la noche dentro de centro comercial y que a la mañana siguiente, antes de que todos los locales abrieran, el resto del grupo de criminales llegó al centro comercial, abrió el local que habían alquilado, sacaron los maletines donde estaban las joyas y se llevaron a su amigo del lugar, logrando pasar desapercibidos y cumpliendo con el objetivo: desmantelar la joyería.  

“Cuando llegué y abrí la joyería me di cuenta que había muchos escombros en el piso (...) ahí vi el hueco en la pared pero no me había dado cuenta que la vitrina estaba desocupada. Ellos se llevaron todo lo que había ahí porque son materiales que tenemos a la vista”. explicó la a de Emporio.

Por ahora, dicen los dueños de la joyería que ya empezaron un proceso judicial ante la Fiscalía y que la Policía se encuentra haciendo todas las indagaciones respectivas para dar con el paradero de los seis criminales. También aseguraron que dentro del proceso judicial involucrarán a los dueños del centro comercial como terceros responsables por haber permitido el ingreso de los criminales con documentos falsos.

Se espera que en los próximos días el local usado como fachada sea visitado por peritos forenses para recolectar las huellas y demás material probatorio que pueda servir en el curso de la investigación.  

JONATHAN TORO 

Redacción Bogotá