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Las especies de plantas invasoras que tienen en riesgo a los humedales de Bogotá
Hay más de 10 tipos de vegetación presentes en estos ecosistemas que se vuelven una amenaza.
Este es el humedal Juan Amarillo Foto: Rodrigo Sepúlveda / EL TIEMPO
Los humedales de la ciudad cada vez se ven más afectados por el crecimiento urbano y el poco conocimiento que existe en torno a su cuidado y preservación.
De hecho, según Orlando Vargas, profesor e investigador experto en esta temática, de las 50.000 hectáreas que conformaban los humedales dentro de la estructura ecológica principal de Bogotá, actualmente solo quedan 900.
El problema principal está en la pérdida de gran parte de las capacidades naturales de los humedales por la amenaza de diversas especies invasoras que han alterado el equilibrio del ecosistema, a pesar de que el Distrito protege 901 hectáreas. Según datos de la Secretaría de Ambiente, actualmente hay más de 10 plantas que han sido introducidas a estos espacios, lo que ha conllevado la pérdida de la flora y fauna nativa y migratoria.
Adicionalmente, según Julián Díaz-Triana, biólogo e investigador del Grupo de Restauración Ecológica de la Universidad Nacional, se han registrado más de 50 especies no nativas que, de seguir expandiéndose en el territorio, pueden convertirse en una amenaza mayor para la red de humedales de la capital.
Tal es el caso de plantas como la Thunbergia alata, más conocida como ojo de poeta, que ya se ha convertido en un problema de carácter regional en otras áreas del país al estar ocupando cientos de hectáreas del bosque andino antioqueño.
Corocora alimentándose en el humedal Tibabuyes. Foto:Humedales Bogotá
La conservación de las reservas se convierte en una tarea crucial, ya que son lugares que, por su capacidad de retención y regulación hídrica, evitan inundaciones en temporadas de lluvias y mantienen cuerpos de agua en tiempos de poca precipitación. Además, albergan cientos de especies animales migratorias que cada año se refugian en estos ecosistemas de la capital de manera temporal.
Según un estudio realizado en el año 2012 por la Universidad Nacional en convenio con la Secretaría de Ambiente, las especies invasoras que están más presentes en la parte terrestre de los humedales son el pasto kikuyo, la calabaza, la curuba, las acacias negra y gris y el retamo liso y espinoso. En la franja acuática preocupan especies como el buchón y el helecho de agua, el junco, la enea, el barbasco y el botoncillo.
La amenaza también pone en peligro la calidad del aire de Bogotá, pues “la proliferación de estas especies agresivas no solo acaba con la flora nativa, sino que además incide en los procesos que mitigan la concentración de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero en la ciudad”, afirmó Díaz-Triana.
Causas de su expansión
Las causas de proliferación de estas plantas invasoras son diversas, pero todas parten de un punto común. Según Orlando Vargas, la gran catástrofe ambiental de la ciudad se dio cuando todos los cuerpos de humedales de la ciudad se desconectaron con el crecimiento urbano desmedido.
“La pérdida de conectividad entre humedales ocasionó que los que quedaron empezaran a funcionar como islas muy reducidas que se vuelven cada vez más susceptibles a la contaminación y otros factores de degradación, lo que les ha hecho perder gran parte de sus funciones como ecosistema”, afirmó el experto.
La pérdida de conectividad entre humedales ocasionó que los que quedaron empezaran a funcionar como islas muy reducidas que se vuelven cada vez más susceptibles a la contaminación
A raíz de lo anterior, algunos humedales empezaron a ser utilizados para actividades agrícolas o de ganadería, en donde se introdujeron especies no nativas, tales como el pasto kikuyo o plantas de uso doméstico u ornamental, como la calabaza o la curuba.
Además, junto a estos cuerpos terrestreacuáticos se empezaron a construir vías y edificaciones que alteraron su suelo, el cual se volvió más propenso a albergar plantas no nativas.
“Alrededor de los humedales ha habido demasiados cambios de uso del suelo y con ellos se genera una condición que se conoce como los créditos de invasión” dijo Díaz-Triana, enfatizando en que los procesos de invasión son el producto de condiciones de degradación generadas con el tiempo y que se acumulan a manera de créditos que al cabo de años o décadas revelan sus consecuencias.
El humedal Córdoba es uno de los 15 cuerpos de agua que la EAAB tiene como prioridad para preservar. Foto:Archivo Particular
Estas condiciones, posteriores a la fragmentación de las reservas, hacen que las plantas invasoras lleguen y se asienten en los humedales de manera más fácil, requiriéndose de factores como la contaminación de fuentes hídricas, la disposición de escombros y residuos sólidos, la conformación de jarillones y canales, la jardinería en sitios aledaños, la forestación de árboles no nativos y la senderización de las reservas.
De esta manera, a través de la contaminación de fuentes hídricas, los cuerpos de agua llenan de nutrientes el suelo y permiten que las plantas invasoras que allí se establecen crezcan sin inconvenientes y con alta disponibilidad de agua y luz. Por otro lado, la siembra de plantas no nativas en cercanías de humedales, a través de la jardinería en conjuntos residenciales, también lleva a que las plantas sigan expandiéndose.
Cabe resaltar que la forestación de árboles no nativos como el eucalipto conlleva importantes desequilibrios en la regulación del agua. Asimismo, la senderización y apertura de vías entre estos cuerpos naturales cambia las condiciones del suelo, recurso clave del equilibrio hídrico.
Cada área tiene su propio nivel crítico. A manera de ejemplo, algunos de los ecosistemas más afectados son los humedales Juan Amarillo, que está infestado del buchón de agua; Santa María del Lago, donde la enea está presente en gran aparte de la reserva, y Tibanica, que se encuentra colonizado por el junco.
Posibles soluciones
Las acciones de la Secretaría de Ambiente para combatir el problema radican en la extracción de estas plantas a través de 10 cuadrillas con más de 80 operarios, quienes han controlado más de 4.000 metros cuadrados de retamo espinoso y más de 9.000 metros de retamo liso, llegando a acumular un total de 150 metros cúbicos de este elemento.
Si bien estas medidas solventan la amenaza de manera temporal, para poder mejorar la situación de los humedales de Bogotá se deben llevar a cabo acciones más complejas. Tal como aseguró Vargas: “Si no se solucionan problemas como la contaminación, el proceso de erradicar estas plantas no mejoraría a futuro la situación de estas reservas”.
Hasta el momento no ha sido posible consolidar un sistema de monitoreo continuo, precisamente por el hecho de que las istraciones cambian cada cuatro años
Para los expertos, la única manera de poder darle manejo a la actual situación de los humedales es teniendo una base de conocimiento sólida frente al problema, lo que convierte el tema de recuperar a estos territorios de Bogotá en un reto para el próximo alcalde.
“Sabemos que el fenómeno de las invasiones es global, no es local, y eso exige tener buena información disponible. Hasta el momento no ha sido posible consolidar un sistema de monitoreo continuo, precisamente por el hecho de que las istraciones cambian cada cuatro años sin propiciar que la gestión alrededor del tema sea un proceso de largo plazo”, afirmó Díaz-Triana.
Estas intervenciones pueden resultar costosas, sin embargo, son necesarias para mejorar la situación de esos ecosistemas, así como también mantener una conexión entre la sociedad que habita el territorio.
El 2 febrero se celebra el día mundial de los humedales. Habra una bicicaravana en Bogotá para reccorer cuatro de ellos. Foto:Alcaldía de Bogotá
“Si bien renunciamos a la idea de que los ecosistemas recuperen las características que tenían hace unos 100 años, es importante plantear un modelo de intervención en el cual los fenómenos de las invasiones se vayan reduciendo y vayan disminuyendo sus impactos. Adicional al gasto, siempre de la mano tiene que haber la articulación social a los procesos de gestión y manejo del territorio”, dijo Vargas.
Entre las medidas que se podrían llevar a cabo, Díaz-Triana señaló que debe haber un buen sistema de monitoreo, pues por lo general se habla de acciones en términos operativos, pero su alcance a corto, mediano y largo plazo puede no tener resultados completamente efectivos.
Las mismas acciones suelen reiterarse, sin tomar en cuenta las capacidades y posibilidades de prevención, erradicación, contención y/o control del conjunto de especies, repitiéndose ciclos infructuosos en algunos casos.
“Se debe evitar el ingreso y proliferación de más especies invasoras en los humedales y esto se logra con un buen sistema de vigilancia, educación ambiental y monitoreo ecológico, todo con orientación científica y acción comunitaria”, concluyó Triana.
Así las cosas, las reconformaciones y el senderismo en los humedales no contribuyen totalmente a su protección y la mejora de sus capacidades. Por lo que, para los expertos, la restauración ecológica (entre las soluciones basadas en la naturaleza) y la ciencia ciudadana pueden ser alternativas de cara a la inmediata necesidad de gestión ambiental en estos espacios urbanos.