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Los milagros que lograron las mascotas de pacientes en UCI de Bogotá
El Hospital Universitario Nacional es pionero en permitir que los animales visiten a los pacientes.
‘Huellas que sanan’, el proyecto del Hospital Universitario Nacional para pacientes en UCI. Foto: Mauricio Moreno / EL TIEMPO
Ahí estaba. Postrada en una cama, inmóvil, entubada. Había sufrido un accidente cerebrovascular (ACV), un derrame cerebral. Permanecía inconsciente, con ventilación mecánica, y no reaccionaba a ningún estímulo, ni siquiera a la visita de sus familiares más cercanos.
La situación de la paciente internada en la unidad de cuidados intensivos (UCI) del Hospital Universitario Nacional (HUN) era preocupante y su familia, angustiada de no notar mejoría, habló de la posibilidad de que su perro y fiel compañero, Dino, pudiera visitarla.
No era una petición usual, pero el médico intensivista Jairo Antonio Pérez no se cerró a la idea y comenzó a preguntar cuál podría ser el protocolo para que eso ocurriera. Ahí fue muy importante la gestión de Natalia Corredor Parra, jefa de experiencias del , cuyo padre es veterinario y los guio sobre los requisitos que se deberían cumplir.
Baño, vacunas, ausencia de heridas abiertas. No podía existir ningún riesgo para la paciente ni para el animal. Finalmente, todo se cumplió. Con todo el checklist Dino entró a la habitación. Aunque su cuerpo estaba inerte, él saltó sobre su cama, la olfateó, la lamió. Al lado de esta escena estaban médicos, istrativos, familiares. Todos quedaron absortos. Ella reaccionó.
'Huellas que sanan', el proyecto de la Universidad Nacional para pacientes en UCI. Foto:Mauricio Moreno / EL TIEMPO
“Fue un estímulo positivo para su cerebro. Eso aceleró el proceso de recuperación de la conciencia pues ella tiene una conexión emocional muy profunda con su mascota”, dijo Pérez.
Fue un estímulo positivo para su cerebro. Eso aceleró el proceso de recuperación de la conciencia pues ella tiene una conexión emocional muy profunda con su mascota
La escena fue, por decir lo menos, conmovedora, todos lloraron, y aunque respetan la incredulidad de quienes no estuvieron ahí, saben que la recuperación de la conciencia en un paciente con ese diagnóstico no era nada fácil.
Esa fue la historia que inspiró el programa Huellas que Sanan, enfocado en la inclusión de mascotas, especialmente perros, como parte integral del proceso de recuperación de pacientes que enfrentan estancias de 15 o más días en el hospital.
La solidaridad es uno de sus pilares, es generar empatía, ponerse en los zapatos del enfermo, así la frase suene cliché, y eso es algo que a veces se olvida en la medicina. En 2022, tras el lanzamiento, se recibieron diez visitas de mascotas y este año ya han sido más de 21. “Hemos visto que los pacientes mejoran cuando interactúan con sus mascotas”, dijo Corredor.
'Huellas que sanan', el proyecto de la Universidad Nacional para pacientes en UCI. Foto:Mauricio Moreno / EL TIEMPO
Y es que los pacientes beneficiados han sido muchos. Damaris Zipa es una médica internista de 30 años y trabaja en el área de cuidados intensivos en el HUN hace cinco.
En febrero su salud dio un retroceso. Cefalea, mareos, sensación de ruidos y visión borrosa la llevaron varias veces a largas hospitalizaciones en reconocidas instituciones de salud.
Tras muchos exámenes y visitas a especialistas detectaron que la causa de su dolor era una fuga de líquido cefalorraquídeo, que es en el que flota el cerebro. “Los dolores han sido muy intensos y el tratamiento aún está en proceso. Esto solo se detecta en tres de cada 100.000 personas”.
En la correría por su enfermedad vivió el otro lado de su profesión, la del paciente, y entendió muchas cosas que estos demandaban en sus mismas condiciones. “Ellos y sus familias no solo tienen que lidiar con el dolor, sino con lo engorroso de los trámites istrativos”, reflexionó.
Estando en la UCI del mismo hospital donde trabaja le hablaron de Huellas que Sanan y, encantada, contó que tenía dos perros, sin pensar que era posible que ambos la entraran a visitar. “Bruno es mi compañero desde hace cinco años y Chemuelo llegó hace poco cuando me enfermé, como un regalo de mi familia”.
'Huellas que sanan', el proyecto de la Universidad Nacional para pacientes en UCI. Foto:Mauricio Moreno / EL TIEMPO
Zipa recuerda que cuando entraron lo primero que escuchó fue el sonido de sus patas al caminar. “Llegan moviendo su colita, te saludan con mucha emoción. Es como sentirte en familia. Yo sé que la salud física es muy importante y esa se recupera por el profesionalismo de los médicos, pero la salud emocional también es muy importante en un paciente. En una UCI uno pierde todos los hábitos, entonces ver a mis perros fue maravilloso”.
Y es que de esta experiencia queda una frase rondando en la cabeza de los pacientes: ‘los doctores se están preocupando por mí’. Así se fortalece la relación médico-paciente.
Para la internista, hay muchos factores que pueden influir en que este programa esté teniendo éxito, pero uno de estos es que ahora los animales hacen parte de las familias. “Si estás enfermo, vas a estar preocupado por ellos, por su bienestar, entonces verlos es un aliciente. El comportamiento en el área de la salud no puede ser mecánico”.
Corredor ha sido testigo de muchos pequeños ‘milagros’. Había un paciente que les decía que, si sus hijos no querían ir a visitarlo, no había problema, pero que, por favor, dejaran entrar a su perro. “Ese señor no podía de la felicidad cuando lo vio. Se le olvidó el dolor. Es como si la percepción del paso del tiempo, que es lento en una UCI, se transformara de un momento a otro”.
A otra paciente su hijo le trajo a su mascota desde Yopal (Casanare) porque ella estaba dispuesta a tramitar su retiro voluntario porque extrañaba mucho a su perrita. “Ella estaba muy mal, no podía irse. Dejamos que la visitara todos los días hasta que salió recuperada”, dijo Corredor.
Otro caso fue el de una paciente que en el entorno médico suele denominarse como ‘demandante’. Solía estar de muy mal humor y el personal médico trataba de atender todas sus solicitudes, pero era difícil. “Su cuidadora tramitó el ingreso de su mascota y el ánimo le cambió de inmediato. Ella era otra persona. Luego solo peleaba para estar más tiempo con su perrita”.
Pero el milagro no solo ocurre en los pacientes. La presencia de los perros dentro de este programa logra que el personal médico se salga por unos minutos de la monotonía de las largas y estresantes jornadas laborales. “Ellos se conmueven, se ríen, se distraen. Quedan como nuevos y siguen con su trabajo. Es impresionante”, dijo Corredor.
En la recuperación de los pacientes prima, obviamente, el esfuerzo del personal médico y la ciencia, pero el milagro de este programa es cómo la presencia de un animal logra conectar de nuevo al paciente con sus emociones, y ahí está centrado el estudio de los efectos de esta iniciativa, incluso, muchas instituciones ya se han mostrado interesadas en implementar esta experiencia.
“Los pacientes en estado crítico necesitan no solo que nosotros realicemos nuestra labor desde lo técnico y científico, sino también un acompañamiento que ahora se extiende a sus mascotas, que para muchas personas son un miembro más de la familia. Su presencia contribuye a acelerar su recuperación física y mental”, concluyó Pérez.