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Los lugares con historias desconocidas en Bogotá
Algunos de estos sitios, pese a estar en decadencia, ocultan un pasado fascinante.
El Cementerio Británico, el Teatro San Jorge y el Restaurante Santa Clara son algunos de ellos. Foto: Rafael Espinosa. EL TIEMPO / Mauricio Moreno. EL TIEMPO / Archivo Particular / David Osorio. EL TIEMPO
La capital de Colombia, fundada hace 482 años y conocida por su patrimonio cultural e histórico, alberga algunos lugares que han sido protagonistas de particulares historias.
Varias de estas son desconocidas por muchos ciudadanos.
Es por ello que le contaremos brevemente una serie de relatos que sucedieron en diferentes sitios o edificaciones alrededor de la ciudad.
Este lugar, protegido por paredes de color crema, está ubicado en la calle 26 con carrera 20.
Fue entregado, en 1825, a la Legión Británica para enterrar los cuerpos de las personas inglesas que participaron en la independencia de Colombia.
Según la página distrital de Bogotá, William Turner, ministro representante de la corona británica en la Nueva Granada, adquirió los terrenos por el general Francisco de Paula Santander. El lugar se adecuó con recursos donados por ingleses que residían en el país.
El Cementerio británico está anexo al Cementerio Central de Bogotá. Foto:Rafael Espinosa. EL TIEMPO
El cementerio está conformado por tres zonas: la casa istrativa; un patio verde, donde aún se conmemora el ‘Día del Recuerdo’ de los ingleses caídos en la Primera Guerra Mundial, y la sección de bóvedas, rodeada por una reja con antiguos fusiles.
Un dato curioso del lugar es que representa las primeras prácticas religiosas distintas al catolicismo que llegaron al país. Por ejemplo, ahí reside el cuerpo de Manuel Paniagua, el primer colombiano que se convirtió al protestantismo.
En la actualidad, la junta istrativa del Cementerio decide quién puede ser enterrado en sus suelos. El único requisito es ser ciudadano de Gran Bretaña.
De acuerdo con el portal oficial de la capital, el lugar no permite visitas por "razones de seguridad".
Esta residencia, ubicada en la calle 22 con carrera Séptima, tiene registros desde el siglo XIX. En esa época perteneció a pudientes familias, empresas, corporaciones e inmobiliarias.
En el siglo XX fue el lugar de trabajo de Saúl Orduz, fotógrafo creador de las primeras imágenes aéreas de Bogotá. Luego pasó a ser laboratorio de Manuel Humberto Rodríguez, más conocido como Manuel H., fotógrafo reconocido, principalmente, por sus importantes instantáneas del Bogotazo y su constante cubrimiento a los toreros de la plaza de la Santamaría.
(Si nos lee desde la app, puede ver la ubicación en el mapa aquí).
"En 1952, un hombre le cedió a mi papá el segundo piso para que montara su estudio. Allí reveló su trabajo, montó una galería y organizó su propio museo de la cámara, con unos 220 equipos de colección", contó Margarita Rodríguez en charla con EL TIEMPO, en 2019.
En los negativos y fotografías que, hasta hace poco, aún estaban en la casa, también está el registro de la vida cotidiana de Bogotá de mediados del siglo XX.
En 2009, tras la muerte del fotógrafo, la casa poco a poco fue consumida por el moho y los habitantes de calle la tomaron como 'escampadero'. En 2015, Carlos Carvajal compró la propiedad con el fin de renovarla.
Según dijo a EL TIEMPO hace dos años, aún faltaba mucho para lograr su cometido.
Ubicado en la calle 13 con carrera 15, este teatro fue inaugurado por el empresario Jorge Pardo, en 1938. Su fachada color azul cobalto era severa y elegante. Tenía tres pisos y un sistema de sonido moderno, con capacidad para, aproximadamente, 1.100 espectadores.
“Cuando se construyó, se dijo que iba a ser una de las salas más bellas y de primera categoría de Bogotá”, contó Alfredo Barón, historiador del Instituto Distrital del Patrimonio Cultural, a EL TIEMPO.
Para entrar era obligatorio ser mayor de 15 años y vestir con ropa elegante. Se transmitían películas de cine estadounidense y de cine colombiano.
(Si nos lee desde la app, puede ver la publicación aquí).
El destino del lugar cambió en 1995, cuando Pardo vendió el teatro a Royal Films, compañía que, a su vez, se lo entregó a un comerciante, quien lo convirtió en una bodega.
Luego pasó a convertirse en hogar de los habitantes de calle e, incluso, fue una sala para proyectar pornografía.
Desde 2014, Idartes ha estado planeando su recuperación para convertirlo en un lugar al servicio de la comunidad.
El Teatro San Jorge está en ruinas. Foto:Mauricio Moreno. EL TIEMPO
Restaurante Santa Clara
Este icónico lugar, ubicado en el cerro de Monserrate, fue comprado por Carlos Navarro, uno de los hombres más ricos de la capital de los años 40. En un viaje a París (Francia) se interesó por una casa de madera y decidió comprarla. Luego la desarmó y la trasladó a Bogotá.
Según Citytv, la edificación fue trasladada en barco por todo el Atlántico hasta Barranquilla. Una vez allí la desmontaron y la llevaron por todo el río Magdalena hasta Honda.
Después llegó a Bogotá y fue ubicada en la 116, donde se convirtió en la Quinta de las Mercedes. Finalmente, Navarro consiguió un terreno en Monserrate, por lo tanto, la desarmó por segunda vez y la subió utilizando los servicios del teleférico y del funicular.
El restaurante Santa Clara es representativo de la capital. Foto:Archivo Particular
Carlos Sánchez, experto en patrimonio histórico, itió que no se sabe si quedó bien armada o no.
"Estamos buscando indagar más sobre cómo era esa casa”, dijo para ‘CityTv’ en 2019.
Hoy en día, este restaurante cuenta con la mejor vista panorámica de la hermosa ciudad de Bogotá y es ideal para comer platos colombianos típicos.
Estos cuatro túneles quedaban entre la carrera Séptima y la carrera Octava. Cuando inició la construcción del eje ambiental de TransMilenio, los cerraron al público general. Hoy hacen parte de la universidad Distrital.
Actualmente son salones de la Universidad Distrital. Foto:David Osorio. EL TIEMPO
Con el paso del tiempo, parte de la infraestructura no sobrevivió. Sin embargo, reporteros de ‘CityTv’ recorrieron, en mayo de 2019, dos de los túneles que aún se mantienen.
Maira Salamanca, productora general de la facultad de Artes de la universidad Distrital, contó que, en 1930, se creó un pasaje comercial para lograr una 'Bogotá subterránea'.
Estos lugares fueron cerrados durante el Bogotazo, en 1948, para evitar daños dentro de los túneles.
Otra de las personas entrevistadas por el medio narró que en los sótanos, al parecer, se viven experiencias paranormales. “Por lo general en la noche se encienden y apagan las luces, empieza a haber interferencia en el sonido y se desaparecen objetos”, dijo.
El Observatorio Astronómico Nacional
La periodista Sandra Defelipe escribió, en 2015, para el portal ‘Cívico’, la historia del primer observatorio edificado en América, el cual está ubicado en la carrera Octava con calle Octava.
Fue construido en 1803 y abrió sus puertas en 1805, como una iniciativa del naturalista José Celestino Mutis, quien lo delegó a Francisco José de Caldas para su istración.
El Observatorio Astronómico Nacional en 2013. Foto:Ana María García. EL TIEMPO
El Observatorio fue utilizado para hacer reuniones independentistas. Según Defelipe, allí se daban cita criollos como Antonio Nariño, Camilo Torres, José Acevedo y Antonio Baraya, quienes serían parte esencial del Grito de Independencia de 1810.
Nadie sospechaba lo que se fraguaba al interior del Observatorio, pues, en esencia, ese era un lugar destinado a la ciencia.
Tras la muerte de Caldas, en 1816, el lugar estuvo abandonado. En 1848 pasó a ser parte del Colegio Militar y, en 1867, el Observatorio se convirtió en prisión.
En 1891 el lugar fue obtenido por la Universidad Nacional.
En la actualidad está adscrito a la Facultad de Ciencias y allí se realizan labores de investigación y docencia.