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Café San Moritz reabrirá con hotel y galería de arte
Este salón clásico, fundado en 1937 y cerrado en 2017, abrirá el 3 de junio en la calle 17 n.° 4-80.
Imagen nostálgica de los últimos días del viejo café San Moritz de la calle 16. Ahora, estará en la calle 17 con 4.ª Foto: Claudia Rubio / EL TIEMPO
El viejo café San Moritz, fundado en el año 1937, en la calle 16 n.° 7-91, y que en su época dorada era el sitio de encuentro de políticos, poetas, periodistas, académicos, comerciantes y estudiantes para compartir tinto, capuchino, cigarrillo, billares y empanadas, y que luego entró en deterioro –como sucedió con otros negocios del centro de Bogotá–, se niega a desaparecer por completo. Ahora, estará ubicado a unas cuadras del sitio original.
Después de 80 años de historia, este salón clásico que fuera lugar de tertulia, debate, prosa y poesía, en el que estuvieron sentadas figuras como Jorge Eliécer Gaitán, Otto de Greiff, Germán Arciniegas y, años más tarde, también destacadas personalidades como Fanny Mickey, el exministro Lara Bonilla o actores como Carlos Muñoz, fue cerrado en 2017.
Los dueños de la casa vendieron el predio y el nuevo dueño le pidió el local a la familia Vásquez Delgado, herederos de ese tradicional tertuliadero en el corazón de Bogotá.
Hoy, esa casa permanece en ruinas, carcomida por la humedad, con caca de las palomas que anidan en sus techos, las paredes clavadas de puntillas para colgar las chucherías de los vendedores ambulantes, con ratas que suben por las cañerías y se pasean por los patios, la falta de ventilación y toda suerte de desdichas para este predio que fue declarado bien de interés cultural y que se mantiene en pie, pese a su desventura. A un costado de la puerta roja metálica sellada con candados y chapas de seguridad para evitar que sea invadido, los transeúntes ven un obituario que reza así:
“Nos unimos con pena y expresamos con honda tristeza y nostalgia la clausura del emblemático café San Moritz (1937 - 2017). Lugar tradicional ubicado en el callejón de los libreros en la calle 16 n.° 7-91, en una casa de arquitectura republicana. Sobrevivió al Bogotazo manteniendo sus puertas abiertas por más de 80 años con clásicos azulejos, mesas cuadradas, sillas de cuero rojo, exposición de fotografías históricas de Bogotá. Era frecuentado por estudiantes, personas trabajadoras, pensionadas, vecinas de la zona. Cerrado por descuido, desconsideración y desestima patrimonial”.
La calle 16, hoy peatonal, está dominada desde la carrera 7.ª por el simbólico edificio de Avianca, luego, al occidente están, como corredor de entrada, las iglesias de La Veracruz y La Tercera. Al costado derecho, aparece el edificio donde funcionó el exclusivo Gun Club, y más abajo, en la esquina, dos casas republicanas: donde se inició San Moritz y, al frente, una semejante que se mantiene en condiciones aceptables con establecimientos de comercio.
José David Vásquez y José Chafic Aljure comparten en el nuevo San Moritz que abrirá la primera semana de junio. Foto:Claudia Rubio / EL TIEMPO
Recuerdos de la bohemia
EL TIEMPO habló con José David Vásquez, hijo de Gustavo y Leticia, propietarios del viejo café, aunque no sus fundadores. A sus 57 años, él recuerda las historias contadas, las memorias de sus viejos cuando relataban la época de oro, cuando no daban abasto sirviendo tintos en las mesas, era bohemia, olor a tabaco, café y murmullo de intelectuales y gente destacada que se encontraba allí para tomar café oscuro después del almuerzo o a la salida del trabajo una cerveza, un aguardiente o una tarde de empanaditas. El tinto no valía ni un peso y el capuchino ni siquiera alcanzaba al peso con cincuenta centavos, recuerda José David. Eran otros tiempos, en todo caso.
Durante más de 22 años, él, con su largo delantal azul a media pierna y bolsillos laterales, fue garitero, mesero, cajero, , barrió y trapeó los baños en los que no se cobraba un solo peso por la entrada. Cuenta que el nombre de San Moritz se lo puso el primer dueño, don Guillermo Wills, el mismo que trajo la capuchinera de Italia, las mesas de billar Champions desde California (EE. UU.) por Barranquilla, pero que, por otros menesteres, le vendió a su papá el negocio, en 1938, por unos 650 pesos.
Alfredo Barón, historiador e investigador del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC), entidad que tiene un capítulo especial de la historia y tradición de los cafés como patrimonios de la ciudad, considera que la época dorada fue entre 1913 y 1965, más o menos, y que corresponde a lo que se conoce en el mundo como cafés literarios.
“Es el momento en que los cafés eran el lugar de encuentro de artistas, escritores, cronistas y políticos, obviamente mezclados con estudiantes y gente del común”, dice Barón, quien señala que en el año 1954 aparece por primera vez en un directorio de Bogotá el San Moritz junto con otros 17 cafés como La Flota, Don Quijote, El Bosque, El Hinchita, El Virrey, Gastón, La Villa, Lord, Los Alpes, Los Pinos, Luxemburgo, Marimon, Mio, Moka, Nigth and Day, Sancho y Santa Cruz.
El San Moritz vino a cobrar mayor renombre cuando llegó Gaitán, con su máquina de escribir Remington, a preparar sus escritos y memoriales con sus compañeros de universidad, según los relatos que heredó José David.
Pero con el paso de los años, la gente comenzó a cambiar. Los cachacos de corbata o corbatín, chaleco, cigarrillo pielroja y sombrero fueron cambiando de rumbo y difuminando con el tiempo. El centro comenzó a mudar, los visitantes también. Entre los 80 y 90, el comercio y las oficinas se mantuvieron, pero los residentes salieron a buscar nuevas viviendas. El centro se quedó con pocos residentes, y con él, llegó el deterioro, el abandono y la delincuencia.
Ahora, dos años después de su clausura y de 80 de tradición, aparece una luz para evitar que desaparezca totalmente de la memoria colectiva y de la realidad. En la primera semana de junio, en la calle 17 n.° 4-80, en un antiguo edificio estilo art déco, se reabrirá el café San Moritz.
José Chafic Aljure contó que diseñaron en el edificio un hotel, museo y galería “donde queremos contar la historia del arte colombiano a través de los muros, de tal manera que los huéspedes puedan vivir la experiencia de dormir como en un museo. Y rematamos con una galería, haciendo uso de todos los medios tecnológicos de punta, pero manteniendo los detalles de época de los 40”.
...queremos recuperar el patrimonio cultural de Bogotá, renovarlo, darle una nueva perspectiva, con el mismo sentir, el mismo olor de antaño y con ingredientes modernos
Los inversionistas también adquirieron la marca del salón café San Moritz a la familia Vásquez Delgado. “Lo hicimos porque queremos recuperar el patrimonio cultural de Bogotá, renovarlo, darle una nueva perspectiva, con el mismo sentir, el mismo olor de antaño y con ingredientes modernos como tortas sin azúcar, sin gluten, tres variedades del mejor café y de chocolate de origen; que sea un sitio único, una experiencia”, dice Chafic Aljure.
Ante esta noticia, el director del Instituto de Patrimonio, Mauricio Uribe, dijo que “todo lo positivo que le pase al centro nos interesa como bogotanos y como Instituto de Patrimonio que hacemos tantos esfuerzos, trabajo y planes para recuperar el centro de la ciudad”.
Añadió que el pasado 23 de abril, el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural aprobó el Plan Especial de Manejo y Protección (Pemp), que es la hoja de ruta para hacer del centro histórico “un lugar innovador, diverso, incluyente, competitivo y atractivo para vivir”, y que busca, como en el caso del edificio de la 17 con 4.ª, donde ahora estará el San Moritz, conservar el patrimonio cultural de la ciudad.