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Cocinas informales, una bomba de tiempo en Bogotá: ¿cómo se regula el uso de pipetas de gas en la calle?
Cilindros son un riesgo de explosión o intoxicación para transeúntes en el centro de la capital.
Pipetas de gas en el espacio público pondrían en riesgo a 400.000 personas Foto: Nicolás Díaz / EL TIEMPO
Los pocos metros de andenes, parques y plazas del centro de Bogotá terminan de ser invadidos por los puestos de venta informal con la llegada de la temporada de diciembre. La carrera Séptima se llena de nubes de humo caliente que salen de cocinas informales y a su lado miles de personas aglomeradas intentando transitar. La mayoría de estos puestos funcionan con pipetas de gas, un elemento que busca ser prohibido por el inmenso riesgo de una explosión o intoxicación, pero que una regulación distrital de hace cuatro años les da el permiso de funcionar.
Mientras miles de capitalinos recorren las calles del centro histórico de la ciudad visualizando los alumbrados navideños o consiguiendo los regalos para las fechas importantes, cientos de vendedores informales sacan sus puestos a la calle para aprovechar las ventas en temporada.
El centro de Bogotá alberga hasta 400.000 al día Foto:Mauricio León / EL TIEMPO
Muchos venden ropa, juguetes, confitería y rios, pero una gran mayoría son puestos de comida caliente. Tal como lo constató EL TIEMPO, en puntos de la carrera Séptima la aglomeración de puestos es tan intensa que cada dos metros hay cocinas de canelazo, perros calientes, hamburguesas, pinchos y empanadas, todas funcionando con cilindros de gas.
De acuerdo con información del Instituto para la Economía Social (Ipes), uno de cada cinco puestos informales es de alimentos y justamente están ubicados, sobre todo, en la localidad de Santa Fé.
A su alrededor hay muchos clientes comprando y consumiendo estos productos, que además no cuentan con condiciones adecuadas de salubridad en la manipulación de alimentos y bebidas, pudiendo ocasionar intoxicaciones alimentarias.
No obstante, el gran riesgo que representan estas cocinas es una posible explosión o intoxicación por fuga de gas que podrían ocasionar las pipetas utilizadas en la mayoría de puestos informales de comida caliente.
Estar durante mucho tiempo cerca de estas cocinas hace que indudablemente se empiece a percibir el olor a gas. Pero ¿de dónde sale este olor?
Puestos de comida callejera usando pipetas de gas para cocinar en el espacio público Foto:César Melgarejo / EL TIEMPO
Es fácil ver la manguera amarilla que conecta el flujo de gas con los fogones debajo de la parrilla, sin embargo, lo que no es tan fácil de encontrar son los cilindros o pipetas de gas. Muchos vendedores saben que los que usan no cumplen con la normativa vigente y podrían ser incautados por la Policía y las autoridades en una inspección. Por eso, los esconden.
Estos puntos de preparación de comida están compuestos por varios módulos soportados sobre una base de llantas que le permite al comerciante moverse. Sobre la base está la parrilla o la olla que se usa para la cocción de los alimentos, y justo debajo hay un espacio grande que generalmente es utilizado para el almacenamiento de la comida.
No obstante, muchos aprovechan ese lugar para ocultar el cilindro y evitar que a simple vista algún uniformado lo perciba e inspeccione. Por su parte, hay otros que prefieren construir una canasta al respaldo del puesto para allí ubicar la pipeta. A veces no es tan fácil verla, debido a que la cubren con una bolsa negra de basura que se camufla entre otros elementos como vasos, bolsas, platos o la misma comida.
Pipetas de gas son cubiertas por bolsas plásticas para ocultarlas Foto:Nicolás Díaz / EL TIEMPO
Otros, las dejan al aire libre, pero, eso sí, con la bolsa negra escondiendo la pipeta. Aunque el objetivo sea ocultar el peligro, basta con un cigarrillo prendido que caiga cerca del cilindro, un accidente con pirotecnia o un embombamiento que estalle el gas comprimido y ocurrirá una lamentable tragedia que ponga en peligro a las más de 400.000 personas que visitan diariamente el centro de la ciudad.
Para quienes pasan la mayoría del día en estos lugares, el riesgo es latente y las condiciones de hacinamiento y falta de regulación aumentan las probabilidades de un accidente por fuga de gas o explosión del cilindro. Angélica Daza es una comerciante y miembro de la junta directiva de AsoSanVictorino, y para ella el sector históricamente ha tenido una lucha contra el problema.
“A la hora que se estalle una pipeta de gas en la calle, cuántos muertos habrá. Siempre lo he dicho, San Victorino tiene que poner cien muertos por una explosión de esos cilindros para que nos pongan atención. Es desalentador, porque llevamos años luchando para que nos den solución”, dijo Daza.
Las distintas istraciones distritales llevan décadas intentando poner solución a este problema. Entre esfuerzos por retirar a los vendedores informales de las calles, las tutelas por el derecho al trabajo y los intentos de negociar, solo existe una normativa que regula el uso de pipetas de gas en el espacio público.
Se trata de la resolución 1183 de 2020 la cual dio medidas para garantizar la seguridad durante la temporada decembrina en ese año. Este documento tiene un inciso dedicado a los cilindros de gas o máquinas de combustión. Anteriormente, estos elementos estaban prohibidos en el espacio público por el riesgo de accidentalidad, pero las iniciativas de los vendedores informales permitieron que se pudieran usar bajo condiciones que el distrito debía expedir para que no ocurrieran accidentes.
Puestos de comida callejera usando pipetas de gas para cocinar en el espacio público Foto:César Melgarejo / EL TIEMPO
La norma está a cargo de la Secretaría de Gobierno y ordena que la entidad encargada de emitir control y regulación es el Cuerpo de Bomberos de Bogotá. Esta indica que al momento de instalarse, la pipeta debe contar con todos los sellos de control y la válvula de cierre. A su vez, debe ubicarse verticalmente sobre una base sólida, evitando que haya riesgo de caída.
Tampoco podrá estar dentro de la estructura de la fuente de calor de la cocina para evitar posibles explosiones de cara a un calentamiento del instrumento. El Cuerpo de Bomberos es enfático en que entre la conexión del cilindro y la estufa, debe haber un regulador de flujo para evitar sobrecargas y potenciales escapes que generen riesgo de incendio o intoxicación en los transeúntes.
Los cilindros que sean utilizados por los vendedores informales no deben superar la capacidad de 40 libras y deben ser comprados a una marca registrada. A su vez, no debe presentar corrosión, abolladuras, abombamiento o fisuras.
Finalmente, deben estar ubicadas en zonas ventiladas y alejados de la humedad, al igual que entre cada puesto de comida informal debe existir una distancia mínima de cinco metros, dice la norma.
La Secretaría de Gobierno le informó a EL TIEMPO que esta normativa, de hace cuatro años, sigue vigente en la actualidad. Aunque la entidad fue la que estableció los conceptos técnicos y las medidas que rigen el uso de los cilindros en el espacio público, quienes están encargados de realizar las inspecciones y el control en terreno son las alcaldías locales y la Policía Metropolitana con base en los conceptos de Bomberos.
Por su parte, este último explicó que la principal recomendación es que “no se usen esas pipetas de gas en vía pública porque pueden generar un gran incendio o una fuga de gas. Al hacer o con una fuente de calor como una llama abierta, una chispa o un encendedor, podría generar un grave accidente”.
A pesar de estas recomendaciones, el desordenado escenario en puntos como la carrera Séptima entre calles 10 y 26 o la plazoleta de la Mariposa, permite pensar que la normativa no está dando frutos.
En conversación con este diario, Lucía Bastidas, directora del Departamento istrativo de La Defensoría Del Espacio Público (Dadep), explicó que desde su gestión han buscado prohibirlas completamente.
En la Carrera 7a , entre calles 24 y 10, hay pipetas de gas, un riesgo para la seguridad de todos los transeúntes y que en aglomeraciones pueden ser una bomba de tiempo.
“Mi posición es cero pipetas de gas en el espacio público, porque es un tema que tiene que ver directamente con desastres y aglomeraciones. Es una alerta que hemos hecho y hemos llevado a discusiones con todo el distrito, pero no hay una normativa que nos permita recogerlas de las calles”, dijo Bastidas.
La funcionaria también es consciente de las maniobras que realizan la mayoría de vendedores para ocultar los cilindros en sus puestos de trabajo callejeros, pero esas correcciones, como indica la norma, le corresponden a la Policía de Bogotá.
“Nuestros defensores del espacio público están presentes todos los días en la Séptima y San Victorino intentando mejorar las condiciones, pero nosotros no tenemos funciones policiales en el espacio público. Esas acciones las deben dirigir las alcaldías locales”, explicó la directora.
El Dadep ha emitido alertas en las inspecciones que realizan Foto:Dadep
Desde el Dadep afirman que han realizado jornadas de sensibilización y concientización con vendedores informales para garantizar un ambiente seguro en el espacio público relacionado al uso de pipetas. A estas jornadas se ha sumado el Ipes, cuya posición es no permitir el uso de pipetas de gas en puestos de vendedores informales en el espacio público.
Justamente, la semana pasada estas entidades distritales realizaron un recorrido con la empresa de venta de cilindros Colgas.
De acuerdo con el Ipes, durante la inspección se “revisó que los vendedores informales cumplieran con las exigencias para mantener ordenado el espacio público. Se hicieron activaciones lúdicas y pedagógicas para darle a entender a los vendedores informales sus derechos y deberes”.
También, explicaron que el balance del recorrido fue “muy positivo, pues el mayor porcentaje de esta población cumplió el respeto por el espacio público. Estuvieron organizados y respetando los lugares adjudicados en el corredor de la Séptima”.
No obstante, desde el Dadep afirman que debe haber una mayor articulación con entidades públicas y privadas como la empresa Colgas. De acuerdo con Bastidas, la compañía estuvo realizando inspecciones para combatir la ilegalidad y el contrabando de pipetas, más no una jornada de revisión a las condiciones de seguridad de las pipetas que, para Bastidas, es prioritario.
Aunque la normativa plantee unas condiciones, en las calles la situación sigue sin control. La istración distrital ha realizado esfuerzos importantes por atraer a los ciudadanos a disfrutar de una agenda cultural para la navidad y otras épocas en el espacio público del centro, no obstante, algunas condiciones de seguridad no están dadas y el riesgo para los bogotanos es latente.