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Opinión
Opinión Omar Oróstegui | Galán versus Petro: una pelea con muchas batallas por delante
El Palacio de Liévano cambió su estrategia de guardar silencio. La reacción, ahora, es inmediata.
Carlos Fernando Galán, alcalde Bogotá, y Gustavo Petro, presidente de la República. Foto: El Tiempo
De nuevo, como ha sido habitual, el Alcalde de Bogotá tuvo que salir a responder los cuestionamientos que hace el Presidente a la gestión pública distrital.
Desde el Palacio de Liévano cambiaron la estrategia de guardar silencio y no dejarse provocar. La reacción, ahora, es inmediata, sin especulación y con respuestas directas a través de un formato de video para redes sociales, previamente editado con imágenes de apoyo y una escenografía acompañada de varios símbolos de ciudad: metro, cables aéreos y unos cuantos libros que son referentes para los bogotanos.
El patio taller del metro de Bogotá. Foto:Empresa Metro de Bogotá
Muy distinto al escenario presidencial, sin mucha escenografía, donde predominan la oratoria y las opiniones personales que suelen acompañar los argumentos del Presidente, que, por lo regular, son mensajes provocadores para despertar emociones. Al fin y al cabo, su intención, de fondo, es fortalecer la narrativa de que Bogotá va mal.
La estrategia presidencial hay que leerla en el marco de las elecciones que se aproximan pues, a través de sus críticas, busca capitalizar las emociones de rabia y desesperanza de algunos bogotanos. Sin embargo, Galán es quien realmente está capitalizando los errores presidenciales; gracias a estos se consolida como un líder antagónico y técnico, cercano a los medios de comunicación, que está generando empatía en la opinión pública más allá de las fronteras capitalinas.
Mientras tanto, se aproximan meses duros donde se incrementará la tensión entre Nación y Distrito, en un contexto en el cual el poder presidencial, a través de las herramientas que tiene, pondrá a Bogotá en serias dificultades financieras y políticas.
Embalse de Chuza, en el sistema Chingaza. Foto:Mauricio Moreno
Todo esto en un momento preelectoral, con muchos candidatos que aprovecharán los puntos débiles de la gestión del alcalde en frentes como homicidios, extorsión, movilidad, espacio público y basuras, acciones que, realmente, son de su competencia y sobre las cuales no hay muchos avances en un primer año de gobierno.
Contrario a lo que podría decirse de la escasez de agua: allí el alcalde no puede hacer mucho más allá del racionamiento. El problema es que su margen de acción es cada vez más limitado, debido a que ya se evidencia un desgaste de la figura y es posible que se extienda por más de un año.
Por esta razón, el metro se convierte en la mejor oportunidad que tiene el alcalde de construir una nueva narrativa en torno al optimismo que puede despertar en los ciudadanos una obra que le va cambiar la cara a la ciudad. No obstante, las críticas que se le hacen también son válidas, pues los impactos urbanos de un metro elevado son mayores que lo que genera una infraestructura subterránea. En este punto, el Alcalde debe prestar mucha atención en cuidar el espacio público del trazado, en evitar que se comentan los mismos errores del sistema Transmilenio, y en asegurar su operación sin comprometer demasiado las finanzas del Distrito. Si lo logra, será su gran legado, de lo contrario, se convertirá en su principal crítica a la vida política que tiene por delante.