La vida nocturna en Bogotá evidentemente no volverá a ser la misma. Tras más de 70 días de cierre la quiebra de bares y discotecas icónicas de la ciudad es inevitable. A la crisis por la pandemia se sumaron otros problemas: cobros desmedidos de arriendo, servicios públicos, nómina, proveedores e insumos, una lista de deudas que deben pagar sin tener un solo peso de ingresos.
El panorama no es alentador, pero si algo han demostrado los empresarios de la rumba en Bogotá, que fueron los primeros en cerrar y los últimos en abrir, es que aún en medio de la incertidumbre el trabajo para elaborar propuestas que salven el sector está por encima de la frustración de perder sus negocios.
Según Camilo Ospina, presidente de Asobares, “el impacto ha sido catastrófico”, pues aunque se ha mantenido comunicación permanente con el Gobierno Nacional y el Distrito las soluciones a los problemas estructurales no han llegado, tanto así que los cálculos previos estiman que el 30% de los bares y discotecas de la ciudad van a cerrar sus puertas.
Sin embargo, tal y como asegura Ospina, “el sector está trabajando conjuntamente para que podamos volver a trabajar ofreciendo incluso mejor servicio del que teníamos antes”, y no es para menos, en las últimas semanas el gremio, en medio de la crisis, planteó un modelo de innovación tecnológica para cuidar la salud pensando en una reapertura gradual.
Entre las varias propuestas que desde Asobares han trabajado para que el Gobierno Nacional y el Distrito consideren una reactivación, está un programa de reinvención digital para convertir los bares de la ciudad y del país en establecimientos donde la tecnología será protagonista.
La primera solución que plantean es convertir toda la atención presencial en espacios digitales, es decir, los menús funcionarían a través de códigos QR, donde los clientes pueden seleccionar lo que desean y ordenar, a través de aplicaciones que garantizan cero o con otras personas.
Además, los clientes tendrán que someterse a todo el sistema de bioseguridad al entrar y llenar registros a través de plataformas para hacer seguimiento. La estrategia no para ahí, pues arquitectónicamente van a hacer modificaciones para garantizar el distanciamiento entre las mesas.
Y las discotecas, que antes funcionaban con amplias pistas de baile, ya piensan transformarse. Ante la dificultad para cumplir con el aislamiento social, muchas de ellas se adaptarán para operar como bares.
Este sector anuncia también que prepara un plan de reapertura gradual en cuatro fases. Primero, los restaurantes, luego abrirían los restaurante-bar, después los bares y por último las discotecas. Eso sí, de acuerdo con el presidente de Asobares, “solo entrarían en operación los lugares que cumplan todos los requisitos, estamos comprometidos con eso”. Otra propuesta es crear canales de pago exclusivamente digitales a través de transferencias, tarjetas y hasta membresías personalizadas.
Hemos trabajado para pensar y crear las propuestas, estamos comprometidos en cumplirlas, y en que grandes, medianos y pequeños establecimientos puedan implementarlas
“Desde Asobares hemos trabajado para pensar y crear las propuestas, estamos comprometidos en cumplirlas, y en que grandes, medianos y pequeños establecimientos puedan implementarlas, la aprobación está en manos de las autoridades, el futuro del sector depende de la respuesta”, enfatizó Ospina.
No obstante estos planteamientos, la situación de los 15.253 bares de Bogotá es incierta, pues no solo es el cierre. Según cifras del gremio, los empleados del sector son casi 77.000, que atendían en un fin de semana a un millón de clientes, pero la mayoría de estos trabajadores perdieron el empleo.
Y es que la crisis del sector va más allá de meseros y bartenders, pues en estos lugares se mueven proveedores de licores e insumos, músicos, artistas de espectáculos de magia, teatro y cuenteros, bailarines, chefs y hasta los populares ‘jaladores’ que se ubicaban en las puertas de los establecimientos.
Cabe resaltar que aunque han exigido acciones más contundentes por parte de las autoridades, están conscientes de que prima la responsabilidad de cuidar la salud, aseguran que están comprometidos por trabajar en crear espacios seguros, pero que eso no implica que el Gobierno Nacional y el Distrito pierdan su responsabilidad de garantizar que el sector no quiebre.
EL TIEMPO habló con cuatro empresarios del sector, dueños de algunos de los establecimientos más reconocidos de la ciudad, aseguran que cerrar las puertas de los bares ha significado una quiebra que pareciera no tener salida ni siquiera a largo plazo.
Arriendos millonarios y cero ingresos
Uno de los principales problemas del sector es que cerca del 96% de los bares funcionan en locales arrendados y la negociación con los arrendadores, que no tiene una regulación efectiva, ha hecho que el único camino sea liquidar los negocios.
Este es el caso de Andrés Ardila, dueño de ‘Roxanne Gin & Bar Food’ y de ‘Cachao’, quien a pesar de llegar un acuerdo de pago del arriendo se vió obligado a cerrar uno de sus negocios, pues pasó de pagar $42 millones de pesos a pagar $21 millones, el 50%, pero con las puertas cerradas sostener este costo es imposible.
“Tengo 39 años y desde que tengo 23 años trabajo en esto, me parte el corazón tener que cerrar, tener que despedir a mis empleados, van a morir muchos negocios”, puntualiza.
Ardila afirma que esta crisis ha evidenciado la falta de regulación del costo de los arriendos en Bogotá, “pagamos como si estuviéramos en Nueva York o en Roma”, afirma, y asegura que para el caso de los bares lo que se necesita son “apoyos económicos reales”, pues las ayudas no han llegado para lo que realmente se necesitan.
Andrés tuvo que cerrar uno de sus negocios y aunque en un primer momento decidió enviar a sus más de 30 empleados a vacaciones pagas, la situación se hizo insostenible.
Tengo 39 años y desde que tengo 23 años trabajo en esto, me parte el corazón tener que cerrar, tener que despedir a mis empleados, van a morir muchos negocios
Pierde la cultura, el turismo y la economía bogotana
Otra historia es la de uno de los socios de dos de los bares más reconocidos en la escena de la música electrónica en la capital. Juan José Londoño Martínez, un empresario cuya familia ha trabajado por generaciones en este gremio y que ahora está en la incertidumbre absoluta.
Juan José es socio de ‘Octava’ y de ‘Clandestino’, manifiesta que lo más difícil es que “los gastos no están parando”, al igual que Andrés Ardila llegó a una negociación para pagar el 50 % del costo del arriendo de uno de los establecimientos, sin embargo, siguen siendo más de $20 millones.
Con este cierre Bogotá pierde parte de su escena cultural y musical de la vida nocturna, además, este lugar traía dj’s internacionales todos los fines de semana, y Londoño, junto con sus socios, tenían alianzas a nivel mundial para atraer turismo a la ciudad a través de la música y el bar.
“Nos tocó hacer colectas para pagar los gastos, cuando todo esto pasó teníamos licor y cartera de proveedores, estamos vendiendo todo a costo entre nuestros amigos, haciendo promociones, he hablado con empleados míos que no tienen que comer”, relata.
Sin embargo, asegura que “estamos dispuestos a implementar los protocolos, esto es un tema de responsabilidad, pero hay muchas personas afectadas, estamos buscando una luz en el camino”.
Un estigma que está acabando con cientos de emprendimientos
“El imaginario de que el sector es ‘poco serio’ porque hacemos parte de la vida nocturna ha impedido que se tome en serio la crisis, pero seguimos trabajando” dice Darwin Ramírez, dueño de ‘Full’s 80’, una marca que antes de la pandemia tenía cuatro sedes reconocidas en la ciudad, pero que ahora ante la falta de recursos, ya solo tiene dos.
Para Ramírez el cierre ha implicado “enterrar” más de $700 millones que ha invertido durante 18 años en su negocio. “Estamos en el ojo del huracán, nadie se da cuenta que detrás de los cierres hay sueños, trabajo, esfuerzos”, dice.
En este caso, de nuevo, el costo de los arriendos fue el ultimátum para dos de sus sedes. “Esto va a generar un efecto dominó, lo que va a quedar al final son un montón de locales vacíos y una gran pérdida para la economía de la ciudad”, agrega.
Menos promoción y más ayudas estratégicas
Gregorio Fandiño, dueño del restaurante bar
‘El Aquelarre de la bruja’, uno de los lugares más representativos del gremio en La Candelaria, aseguró que “la divulgación y promoción en lo digital por parte del Distrito está muy bien, pero en este momento es una idea ‘romántica’ y no una ayuda contundente”.
Para Fandiño, dueño de uno de los establecimientos que hace parte de la ruta turística del centro histórico de Bogotá, “nos borraron del tablero, todo quedó en ceros, la única opción es no dejar morir las marcas”, dice.
El caso de este establecimiento es el de muchos, y como el gremio Fandiño dice que está dispuesto a cumplir los protocolos, aunque pide que el Gobierno Nacional y el Distrito brinden capacitaciones y regulen el uso de productos certificados.
Por último dice que, “no cerramos porque es una pérdida patrimonial, resistir es muy difícil y las autoridades no han percibido eso, la vida nocturna en Bogotá va más allá de los establecimientos, es un patrimonio”.
Ana María Montoya Z.
REDACCIÓN BOGOTÁ