En el momento más crítico que hasta ahora ha vivido Bogotá por la pandemia, la disponibilidad de camas de cuidados intensivos (UCI) se volvió un cuello de botella. Este miércoles, de hecho, la capacidad de estas se encontraba en un 72,5 %, a dos puntos y medio de llegar al límite establecido para declarar la alerta roja, lo cual supondría una cuarentena estricta.
Esa opción la planteó, el fin de semana pasado, la alcaldesa Claudia López y significaría regresar a un aislamiento similar al vivido en el simulacro entre el 20 y el 24 de marzo pasado, que en todo caso tuvo una treintena de excepciones.
Y si bien luego de la reunión del martes entre la mandataria y el ministro de Salud, Fernando Ruiz, se descartó que la ciudad insistirá en esa figura en julio, no ha bajado la presión sobre las UCI y la necesidad de ampliar el número de ventiladores, dispositivos que no son de fácil consecución en el mundo.
Por eso, un grupo de académicos y expertos en salud de las universidades de los Andes y Juan N. Corpas le plantearon a la Secretaría de Salud un modelo de vigilancia de UCI más estricto, que brinde información constante sobre la ocupación de camas y permita proyectar cuándo puede haber disponibilidad y tomar medidas de control epidemiológico.
Y aunque se ha hablado mucho de las UCI, los expertos consideran que el término se ha desdibujado a tal punto que la gente lo está asimilando a solo camas y ventiladores, cuando se trata de una cama hospitalaria de cuidado especial para un paciente en peligro vital, que para respirar necesita de una máquina, que exige monitoreo permanente, líquidos endovenosos, temperatura, presión del cuarto y, particularmente, personal médico altamente entrenado.
El modelo propuesto por especialistas en salud pública es muy similar al que utiliza Chile, contempla 14 variables, que exigen la recolección de muchos más datos, no solo sobre el número de UCI y ventiladores, sino también de las unidades de cuidados intermedios, caracterización de los pacientes –tanto de covid-19 como de otras enfermedades–, cuáles tienen diagnóstico sospechoso, cuáles son confirmados, cuáles son potenciales s de los ventiladores, de dónde provienen, cómo se contaminaron, tiempo de permanencia estimada y, en el caso de fallecimiento, si fue en la casa, la unidad o en algún servicio hospitalario, entre otros factores.
En opinión de Luis Jorge Hernández, profesor asociado y coordinador del Área de Salud Pública de la Facultad de Medicina de los Andes, el modelo de seguimiento de la ciudad solo muestra el porcentaje ocupacional de camas hospitalarias de cuidado intermedio y cuidado intensivo.
“Hay que tener información mucho más discriminada”, insiste Hernández, quien destaca que el modelo que proponen “dispone de indicadores más reales, da un panorama de la situación y es más factible para la toma de decisiones”. Pero, además, esas variables deben servir para proyectar las actividades de contención y mitigación. “El gobierno distrital debe tener proyecciones, no solo de cuántas UCI necesita, sino también qué debe hacer para evitar que la gente llegue a cuidados intensivos”.
María Luisa Latorre, directora de la maestría de salud pública de la Corpas, dice que las variables que incluyen buscan que “se puedan tomar decisiones cada día para anticiparse a una posible saturación de los servicios y saber cuáles son los pasos para expandirse muy rápidamente”.
Nubia Velasco, profesora asociada del grupo de cadena y suministro y logística de los Andes, considera que, como lo que se están utilizando son elementos limitados, es necesario tener mucha información detallada para poder proveer las necesidades y destacó que es clave saber cuánto tiempo demora una persona en la UCI. En el caso de covid, la permanencia puede ser de dos semanas.
Ómar Oróstegui, urbanista, dice que ya hay suficiente información para caracterizar los casos y que “no se puede seguir infiriendo hipótesis”. Señala que de los casos confirmados es clave conocer el nivel de riesgo y exposición, si hizo desplazamientos, si cumplió los protocolos de autocuidado y hasta qué tipo de material tenía el tapabocas.
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Guillermo Reinoso Rodríguez
Editor de Bogotá
@guirei24