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Noticia
De las barras a la plaza: el hombre que vive como estatua humana en Bogotá tras infancia marcada por la violencia
• Delio monta su espectáculo en la esquina de la carrera Séptima, al frente de la Casa del Florero.
• MaiColombia es el personaje que más le ha gustado a la gente.
MikeColombia se activa cuando le ponen dinero en la canasta Foto: Sergio Gamboa- EL TIEMPO
Llegando al límite entre la carrera Séptima y la Plaza de Bolívar, en Bogotá, una estatua de Michael Jackson le da la espalda al Museo del Florero de Llorente. Sin embargo, esta vez el rey del pop no se viste con traje negro y zapatos de charol como lo hacía antes, sino que viste de amarillo, azul y rojo, con un saco lleno de banderines y escudos de Colombia.
Miles de turistas y locales pasan y se quedan asombrados de lo bien lograda que está la estatua y se preguntan "¿quién la hizo tan parecida?". Frente a la estatua, en el piso, una canasta café con un trozo de cartón en su interior guarda algunas monedas que le dan vida a una estatua que, antes de quedarse quieta, recorrió el país nutriendo su vida con arte. Delio Escamilla es el hombre que le da vida a una de las estatuas humanas en el centro de la capital. Esta es su historia.
Delio Escamilla y la infancia que lo acercó al arte
En la familia Escamilla eran cinco hijos a cargo de un padre soltero. De los cinco, la única mujer tuvo que hacer las veces de mamá desde los 8 años. Ninguno quiso ser artista como su abuelo, todos fueron criados a base de golpes y castigos fuertes, como antes era normal en las familias colombianas. Pablo Emilio, el padre, nunca les dio un abrazo a sus hijos y nunca salió de su boca un "te quiero". Esto, según él, los hacía fuertes, porque así les enseñaron sus padres.
La aguaa con plátano era la comida predilecta en la casa. Todos debían trabajar para pagar sus estudios y a veces no alcanzaba para más. El egoísmo entre los hermanos, impulsado por la falta de afecto de parte de su padre, hizo que la familia fuera distante. La falta de una madre se vio reflejada en la actitud de cada integrante.
Delio, uno de los 5 hijos, encontró su pasión en la cuentería que le asignaban en el colegio para las presentaciones en ocasiones especiales. En la escuela Gonzalo Jiménez de Quesada, durante una izada de bandera, ‘Miel’, un muchacho del grado undécimo, impresionó a toda la comunidad educativa con un paso de baile que el mundo conoció como la caminata lunar, el famoso paso Michael Jackson. Entre los asombrados estaba Delio, quien presionó a su compañero para que le enseñara el paso que acababa de hacer. Esta fue la primera vez que escuchó de aquel cantante que cautivaría al mundo con su baile y su voz.
Delio hace sus propios trajes. Foto:Sergio Gamboa- EL TIEMPO
Desde entonces, el arte siguió presente en la vida de Delio en cada presentación que hacía para sus compañeros de colegio. Mientras estudiaba, sacaba tiempo para dirigir obras e inventarse cuentos cortos para contarlos en el descanso. Los profesores, además, lo tenían como una referencia para cualquier puesta en escena que necesitaran en eventos especiales.
A los 13 años, Delio abandonó su hogar luego de perder álgebra en el colegio. Aunque sabían que él estaba hecho para otras cosas, los profesores no pudieron impedir que perdiera noveno. Empacó sus cosas por miedo a las consecuencias y emprendió el primer viaje de su vida hacia Cali.
"Yo me puse a pensar en la reacción de mi papá cuando supiera, entonces arreglé mis cosas y me fui". La voz de Delio se quiebra al recordar la noche en la que dejó Mariquita, Tolima, para vivir con un amigo en la ‘Sucursal del cielo’.
Ese amigo nunca apareció, pero la noche en el terminal estaba lejos de ser la peor de su vida. Al amanecer, se fue para El Calvario, uno de los barrios más peligrosos de la capital vallecaucana. Allí, tuvo que hacerse amigo de los policías de un CAI cercano a quienes les lavaba las motos para ganar dinero.
Cali se convirtió en su casa. Foto:iStock
"Es muy diferente ser habitante de calle y vivir en la calle. Yo vivía en la calle, pero en la noche dormía en un tugurio en el que me cobraban a mil la noche". Vivir, o sobrevivir solo en una ciudad desconocida a esa edad, lo acercó a miles de historias que iba viendo en las personas que conocía.
Delio fue adoptado por una pareja de vendedores ambulantes: 'Aprendí cosas impresionantes'
La hostilidad del barrio hizo que "la mascota", como lo llamaban los policías, aprendiera a vivir del rebusque cada día, buscando qué vender. Así fue como una pareja de vendedores ambulantes, que lo veía todos los días moverse en el barrio trabajando, le ofreció mudarse con ellos. En Siloé, Martha y Orlando le abrieron las puertas de su casa a un niño que, agradecido por su adopción, hacía las labores del hogar.
"Mi amá Martha siempre me agradece que yo me quedaba en la casa con las niñas y nunca pasó nada", allí encontró un nuevo hogar. “Siloé me enseñó a ser honesto, a que uno no puede patear la lonchera, aprendí cosas impresionantes que no se aprenden en la academia".
En Cali, el tolimense se alejó del ‘vinotinto y oro’, se convirtió en hincha del América de Cali y empezó a ser parte del Barón Rojo, la barra brava del equipo. Ya no se llamaba Delio, ni mascota, sino ‘Mechas’. Con los hinchas recorrió todo el país siguiendo al equipo. Sin embargo, las dinámicas de la barra iban deteriorando cada vez más su calidad de vida. "Eso es una mafia, si uno no hace lo que la barra diga, entonces empiezan a tratarlo diferente". La inmersión en el barrismo dejó secuelas en su piel: sus piernas están llenas de tatuajes que recuerdan esos días en los que un equipo de fútbol llenó su corazón con el amor que le generaba el pertenecer a algo.
Barón Rojo, barra del América. Foto:adn
Cada vez que Delio ve a un muchacho subido en un camión, recuerda los años en los que él hacía lo mismo para viajar a pedir monedas a otro estadio y poder pasar 90 minutos saltando mientras veía al América. Esta pasión trajo miles de problemas a la vida de ‘Mechas’. Una vez, una piedra que impactó en su cabeza casi lo hace perder la vida, pero aún no acababa la historia del artista que siempre estuvo en él.
"Cuando yo voy a Siloé, saludo a muchos de mis amigos en el cementerio", cuenta mientras recuerda todos los compañeros que vio morir mientras era parte de la barra. Todo esto y el casi perder su vida, hizo que Delio buscara, de nuevo, otro rumbo a parte del fútbol. Se quedó sin amigos, pues la pasión los cegaba de entender que la vida iba más allá de una camiseta. Pero esto no le importó, pues su familia adoptiva le dio el amor que le había hecho falta antes.
En la quietud también hay arte: así fue como se convirtió en estatua humana
Para aprender a quedarse quieto, luego de vivir en un caos constante por culpa de las circunstancias de su vida, tuvo que pasar por mucho hasta entender que en la quietud también hay arte. Luego de estar en Cali, buscando respuestas, volvió a Mariquita, donde conoció el camino que iba a tomar hasta hoy. Dos religiosas hicieron que se vinculara a la iglesia católica y que contara su testimonio.
A la par, Delio iba aprendiendo más artes como el clown, la comedia, el cuenterismo, las telas y el estatuismo. Lo motivaba el deseo de entender cómo, en una feria de su pueblo, había una persona que permanecía inmóvil por mucho tiempo hasta que le dieran una propina en una taza que ponía en frente de él. El día que vio esto, Delio fue a su casa y estuvo 4 horas entrenando para quedarse quieto; estaba flechado por este nuevo arte que había descubierto.
Ahora vive del arte, como lo soñó desde pequeño. Foto:Sergio Gamboa- EL TIEMPO
El arte y la religión hicieron que recorriera todo el país contando su historia, patrocinado por la iglesia. Además, lo motivaron a querer inspirar a los jóvenes a buscar un refugio en las expresiones artísticas que le habían dado una nueva esperanza.
En el año 2000, Bogotá se convirtió en su nuevo destino. Con 20 años, la capital colombiana representó un nuevo reto para su vida. Los sacerdotes que conoció gracias a la iglesia católica le pagaron clases en la arquidiócesis para convertirse en un delegado de pastor para las juventudes. En los jóvenes, Delio encontró su razón para poder contar la historia de su vida y, en el arte encontró su medio de expresión.
Vista de gran angular de Bogotá, capital de Colombia. Foto:iStock
Al llegar a Bogotá, su arte se volvió su estilo de vida: el teatro en la calle y el cuenterismo empezaron a ser su forma de conseguir el sustento. Dos años después, la carrera Séptima se convirtió en su escenario al aire libre.
Ahí, las presentaciones que hacía en su colegio cuando era un niño se convirtieron en obras en las que la calle era su público. Además, sus habilidades actorales y los conocimientos adquiridos en toda su vida lo llevaron a empezar a caracterizarse. Desde entonces, ha sido desde Bumblebee y Juan Valdez, hasta Master chief, el personaje del juego Halo.
Carrera Séptima, en Bogotá. Foto:IDU
Mientras se maquilla con un producto especial para que su piel no se vea afectada por los químicos, Delio se entusiasma por contar, una vez más, su historia. Cada parte de su traje, exceptuando el pantalón, lo hace con elementos alusivos a Colombia que encuentra en el mercado de las pulgas o en la calle.
Los 5 trajes que tiene han sido hechos a mano, aprendiendo sobre la marcha, como siempre en su vida. Primero el maquillaje, luego el pelo, luego las gafas y, por último, el sombrero. De repente, Delio se convierte en MaiColombia(Michaelombia). No es difícil saber por qué la gente se impresiona al verlo, pues sus rasgos recuerdan al rey del pop.
Delio vivió una infancia marcada por la violencia y las malas decisiones. Foto:Sergio Gamboa- EL TIEMPO
Cada fin de semana, luego de transformarse, MaiColombia se para sobre una mesa de madera con un mesón de acrílico, se echa la cruz, prende el parlante, mira al frente y, a manera de inicio, hace el paso que hace mucho tiempo ‘Miel’ le enseñó en el colegio.
Luego de esto, como si repasara toda su historia antes de empezar, mira al frente, se acomoda su sombrero y vuelve a estar tranquilo, inmóvil. Mientras está frente a la casa del florero en la carrera Séptima, Delio, o Michael, deja atrás el caos y el afán de su vida entera y se centra en la quietud y la tranquilidad que le genera convertirse en estatua. La ilusión se rompe cuando alguien deja una moneda en su canasta y parece que Michael Jackson reviviera en una calle de Colombia por 10 segundos.
Si uno se queda mirándolo un rato, puede ver una sonrisa que siempre está en su cara y que define perfectamente la felicidad que le genera su arte. Ahí permanece, de viernes a domingo, MaiColombia. Delio, por otra parte, vuelve el domingo en la noche a su casa en el barrio Chuniza de Bogotá para volver a empezar la semana en la que se entregará completamente al cuidado de su hogar, sus tres hijos y su esposa, a los que nunca les ha hecho falta un abrazo o un "te quiero".
SERGIO ANDRÉS GAMBOA MENDIVELSO
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