En el capítulo de seguridad aparecen como las principales víctimas de homicidios, hurtos, lesiones personales y violencia intrafamiliar, además de que es la población más afectada por el suicidio.
En salud se destaca el embarazo adolescente; en educación, la deserción y las dificultades de a formación superior; y en economía, la alta tasa de desempleo, la informalidad y la demora para conseguir empleo, aun graduados de la universidad.
Para los expertos, detrás de estas cifras hay un problema de falta de oportunidades reales para los
jóvenes y un desconocimiento de los intereses y capacidades de esta población. Y, sobre todo, es un problema de todas las ciudades y no exclusivo de Bogotá.
Rosa Ludy Arias, experta de la Universidad de la Salle, advierte que lo que hay de fondo es que los jóvenes están solos para enfrentar la incertidumbre, la desigualdad, la exclusión, los conflictos de convivencia y la sociedad de consumo.
La lectura de Piedad Restrepo, directora del programa
Medellín, Cómo Vamos, es que hay un desconocimiento de las oportunidades que les traen los jóvenes a las ciudades. “Ahí está el gran desafío, en ver cómo generamos una formación que les permita convivir mejor y aprovechar las capacidades que tienen”, dice.
Precisamente,
ONU-Hábitat está a punto de publicar un estudio que busca responder qué tan grande es la deuda que tienen las ciudades con sus jóvenes, entendiendo como tales a personas entre 14 y 28 años de edad. Ese estudio evaluó temas como productividad, infraestructura, calidad de vida, equidad, inclusión social y sostenibilidad ambiental.
En total se miden 56 áreas de la vida cotidiana como salud, educación, empleo, movilidad y otros.La medición se hizo a través del Índice de Prosperidad de las Juventudes, que calcula el nivel de cumplimiento de cada ítem entre 1 y 100 puntos. Y comparó a Bogotá con otras 22 capitales del país.
Según esa medición, el Índice de Prosperidad de los jóvenes que viven en la capital está en 58,18. Aunque es el más alto de las 23 ciudades y uno de los seis que se ubican entre 50 y 59 puntos, lo que muestra es que hay tarea por hacer.
El mayor déficit de Bogotá con sus jóvenes es en prosperidad y oportunidades económicas: el puntaje llegó a solo 24,44 sobre 100. El estudio señala que las ciudades con “factores muy débiles de prosperidad” están por debajo de 30 puntos, como ocurre en este caso, en el que se miden asuntos como el ingreso y el empleo. El desempleo entre los jóvenes en la capital es más alto que el promedio de la ciudad (15,1 frente a 9,3) y la informalidad, es decir empleo de baja calidad, supera el 24 %.
Para ONU-Hábitat, que entregará el informe en septiembre, “la dimensión económica es donde se encuentran los mayores retos de las ciudades para la prosperidad de las juventudes. Esto es decisivo cuando se tiene en cuenta que buena parte de las ciudades colombianas están en el punto crucial de su bono demográfico”, advierte.
El bono demográfico significa que la población entre 14 y 59 años, la que se considera económicamente activa, supera la dependiente, que son los niños y los adultos mayores. Y en ese grupo están los jóvenes.
Pero la realidad es que 4 de cada 10 jóvenes no logran ingresar a la universidad. El Ministerio de Educación estima que el 42 % de los que terminan el bachillerato no pueden entrar al año siguiente a formación técnica, tecnológica o profesional, mientras que el Dane ha establecido que un universitario puede tardar hasta siete meses en conseguir un empleo.
A esto se suman temas como el embarazo temprano: cuando llegan a los 20 años, el 25 % de las mujeres han estado embarazadas al menos una vez. El 11 % quedó encinta antes de los 14 años y el 14 % entre los 15 y los 19.
La seguridad es el otro tema crítico: entre el 30 y 50 % de las víctimas de homicidios en las ciudades son jóvenes (en Bogotá es 43 %) y en ellos también se concentran los suicidios (35 %) y el mayor número de muertos en accidentes de tránsito. Igual pasa con la violencia interpersonal: este año, de 12.185 casos registrados en Bogotá, alrededor de 6.500 afectaron a esta población. En la ciudad, 4 de cada 10 casos de lesiones personales afecta a personas de 18 a 28 años.
ONU-Hábitat cree que las ciudades han avanzado en inclusión social, pero deben trabajar todas las dimensiones porque un rezago, como ocurre en oportunidades, impacta la prosperidad en general. Además, recomienda que las políticas públicas tengan enfoque territorial y poblacional diferenciado, porque cada ciudad tiene su propia realidad y los jóvenes, sus propios intereses.
Desafíos para reducir la brecha
La Alcaldía de Bogotá tiene la meta de dejar definida la política pública de juventud para diez años con tres premisas: garantizar la participación de los jóvenes, definir las acciones desde sus capacidades y superar el asistencialismo.
En los últimos meses han realizado diálogos con más de 6.000 jóvenes de la ciudad, lo que les ha permitido identificar que su mayor preocupación es la falta de oportunidades laborales y educativas, y la seguridad, y ese será uno de los ejes, explicó Fady Villegas, subdirector de Juventudes de la Secretaría de Integración Social. “Estamos trabajando en una política que fortalece las habilidades y capacidades de los jóvenes para transformar su entorno”, dijo y recordó que una de las obsesiones del alcalde Enrique Peñalosa es que los jóvenes puedan realizar su proyecto de vida y por eso una de las metas es lograr que se suba la edad a la que los jóvenes deciden tener hijos, que hoy está en los 22 años.
La idea es que la brecha de las oportunidades, tanto laborales como educativas, se pueda enfrentar desde los intereses de los jóvenes. Por eso, la instrucción del Alcalde es que se prioricen las industrias culturales. En la ciudad, el 61 por ciento de los jóvenes ha participado en algún proceso cultural.
Para Piedad Restrepo, directora del programa Medellín, Cómo Vamos, el gran reto de Bogotá y las demás ciudades del país es impulsar la formación en valores. “Ahí está el mayor desafío, y es ver cómo generamos una formación cada vez más integral que permita convivir mejor, pensar en nuevas innovaciones, en temas sociales para aprovechar las muchas capacidades que tienen los jóvenes”.
“Es importante que tengamos una política de ciudad y no de gobierno, y que los jóvenes se apropien de ella”, dijo Villegas al señalar que será prioritario garantizar un trabajo intersectorial e integrado para que todas las entidades apunten a invertir en los jóvenes de manera coordinada para conseguir un efecto en esa población.
BOGOTÁ