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‘Gritábamos y gritábamos, nadie nos escuchaba’: relato de niños perdidos en Monserrate
EL TIEMPO recopiló voces de algunos de los diez bogotanos que se perdieron durante más de 21 horas.
La alcaldesa de Bogotá confirmó el hallazgo de las 10 personas perdidas en el cerro de Monserrate Foto:
Una cosa es ver la noticia de un rescate, y otra, ser el protagonista. Por eso, EL TIEMPO entrevistó a algunos de los diez jóvenes que decidieron dar un paseo por el cerro de Monserrate el domingo pasado y terminaron perdidos en medio de la nada. Pidieron no revelar sus identidades.
Algunos lloraron, otros no pudieron conciliar el sueño, sintieron que el frío carcomía sus huesos y al no tener agua, comida ni una línea de señal temieron lo peor. Reflexionaron sobre lo que hicieron y hoy recomiendan que en estos recorridos “es mejor no apartarse del camino”.
Son todos amigos porque hacen parte del equipo de fútbol Talentos Bogotá, del barrio Socorro de Kennedy, y muchos estudian en el mismo colegio. Ese día pidieron permiso a sus padres para ir a visitar la iluminación de Monserrate y como iban todos juntos, ellos no le vieron problema al plan. “Salimos a las 6 de la mañana. Comenzamos a caminar y pronto estábamos en la cima. Comimos lo que pudimos, algunos, un arroz con pollo. Estaba muy bonito todo”.
Pero cuando ya se disponían a descender del cerro, después del mediodía, la voz de uno de los caminantes planteó un reto mayor que, además, sonaba emocionante: “¿Por qué no vamos a conocer una quebrada? Sus aguas son hermosas, cristalinas”. Y así, todo el ‘combo’, con ansias de conocer nuevos parajes, le siguió la corriente, y se desviaron del sendero habitual.
Rescate de jóvenes perdidos en Monserrate Foto:Archivo particular
Encontraron el cuerpo de agua, disfrutaron un rato, se bañaron allí, pero cuando iban a regresar a sus casas, ya caída la tarde, no se ubicaron. Algunos dicen que le preguntaron a un lugareño que tenía en la mano una canasta de huevos, y que apareció de forma muy extraña, de la nada.
Este les respondió, con voz muy segura, que el camino corto era a través de una trocha. Por ahí se fueron. “Era un sendero peligroso, como detrás de Monserrate”, dijo otro joven.
Unidades de Bomberos hicieron parte de la búsqueda de los jóvenes. Foto:Bomberos Bogotá
No contaban con que, tras caminar unos 30 metros, se los iba a tragar el bosque, quedaron totalmente desorientados. En ese momento unos les echaban la culpa a los otros porque el desespero se comenzó a apoderar de ellos.
Pronto los nervios habían invadido al grupo. Cuentan que las niñas lloraban, sobre todo cuando empezó a oscurecer y a llover, y que una de ellas también se cayó por un barranco. Perdió su maleta en ese momento.
Ya la montaña no se veía tan bonita. Esa noche, algunos de los jóvenes que llevaban toallas se cobijaron con estas, pero casi ninguno pudo dormir. Era inevitable sentir los ruidos de los animales y temían que cayera una tormenta, sobre todo por los rayos.
A la mañana siguiente todos comenzaron a caminar, pero como se internaron en la montaña les tocó abrir camino. Como pudieron cortaron ramas y movían piedras, palos y raíces. Las manos de los caminantes comenzaron a sangrar y a llenarse de heridas. Hacían una cadena, y los primeros que escalaban ayudaban a subir a los otros. “Nos encaramamos a unas piedras, pero un amigo se resbaló y se lastimó la rodilla. Nos asustamos mucho”.
Para pesar del grupo, la señal de sus celulares estaba muerta y aunque intentaban pedir auxilio, era inútil lograr alguna comunicación, incluso con la línea 123. “Solo rogábamos que alguien nos rescatara. Nos ilusionamos cuando vimos un helicóptero. Ya teníamos las camisas todas embarradas.
Gritábamos y gritábamos, hacíamos movimientos, pero nadie nos escuchaba ni nos veía. Era inútil”. Pensaron en guiarse por la quebrada, pero como llovió vieron sus aguas furiosas bajar a toda velocidad y eso les dio miedo.
Ellos dicen que tiempo después oyeron los gritos y los pitos de los militares y los bomberos, así como los murmullos de algunos padres que se metieron en el bosque a probar suerte, pero que, de un momento a otro, esos sonidos comenzaban a volverse más tenues y otra vez perdían la esperanza.
Porque mientras unos subían, otros bajaban la montaña y ahí se perdía el rastro. Los jóvenes veían a lo lejos la carretera que conocían como Guadalupe, pero, aunque caminaban y caminaban, era como un espejismo al que nunca llegaban.
Tres de los jóvenes decidieron apartarse y ubicar el punto donde escuchaban los ruidos humanos, no sin dejar a un niño encargado como líder del resto del grupo para que se asegurara de que se quedaran en un solo lugar. “Queríamos ayuda. Por eso cuando nos encontraron guiamos a los bomberos y a la gente del Ejército para que hallaran al resto”.
Última foto que enviaron jóvenes antes de desaparecer en Monserrate. Foto:Archivo particular.
Pero el grupo que se quedó quieto también se llenó de ansiedad, pues los tres jóvenes más grandes no llegaban y pensaban que sin ellos no iban a saber qué hacer, que morirían.
Mi hijo tiene 16 años, me pidió 5.000 pesos y yo le di 20.000. Le dije que no se fuera a meter por otro camino y mire lo que pasó.
Otra fue la pesadilla que vivieron los padres de estos jóvenes. “Mi hijo tiene 16 años, me pidió 5.000 pesos y yo le di 20.000. Le dije que no se fuera a meter por otro camino y mire lo que pasó. Sí, mami, sí, mami, eso es lo que responden, pero no hacen caso”.
Muchos buscaron a la policía, pero les decían que había que esperar un poco más porque ese día bajaba gente del cerro hasta las 12 de la noche, que en cualquier momento podían aparecer y que seguro estaban viendo las luces.
Para ellos fue un calvario cada segundo que pasaba sin sus hijos y ver que los bomberos iban y venían sin traer noticias nuevas. “Yo me los imaginaba en un abismo, secuestrados, ahogados, mejor dicho, de todo piensa uno”.
Eso sí, a todos los jóvenes le quedó tiempo para recapacitar sobre las decisiones que habían tomado. “Mi hijo me dice que aprendió la lección”, dijo otro padre de familia, riéndose, ya con su hijo en casa y recuperándose.
Rescate de jóvenes en Monserrate. Foto:X: @UltimaHoraCR
Otra madre de familia nos dijo que solo pudo ver a su hijo cuando se recuperaba en el Hospital San Ignacio. “Cuando lo vi, a pesar del mal genio porque no hace caso, yo solo pude abrazarlo y decirle que lo amaba. Él ha estado muy arrepentido y me dice que nunca más va a volver a cometer ese tipo de errores”.
Afortunadamente, su familia solo ha notado que la palidez no se va de su rostro, pero saben que es cuestión de tiempo.
Los aventureros ya están fuera de peligro, algunos pasaron la última noche de esta película en una clínica, pero ya están en sus casas. Tras este nuevo capítulo de ‘Perdidos en Monserrate’, en voz de las autoridades, solo queda una lección: “No es bueno apartarse de los caminos oficiales. Emprender estas caminatas con ayuda de un guía experto siempre ha salvado vidas”.