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La Bogotá moderna, contada desde una cobija cuatro tigres
Un proyecto transmedia combinó la historia de la popular manta y del edificio Manuel María Peraza.
Cobijas cuatro tigres Foto: Puerto Contemporáneo - La Radio Criolla
Si usted se envolviera en una cobija cuatro tigres y cayera plácidamente dormido podría hacer un viaje en el tiempo para conocer la historia de Los Mártires, una localidad llena de tesoros arquitectónicos y de cambios sociales.
Esa es la tesis del proyecto transmedia ‘Salto a la modernidad envuelto en una cobija’, que sostiene que esa pesada y popular manta, que se vende en la calle 10.ª entre carreras 15 y 18 –más conocida en el centro de Bogotá como la ‘calle de las cobijas’ y situada justo al frente del antiguo Bronx–, tiene una fuerte conexión con la historia de la localidad y, específicamente, con el edificio Manuel María Peraza, ubicado en la calle 13 con carrera 17 y que es patrimonio histórico nacional por ser el primer 'rascacielos' de Bogotá y la primera edificación de la ciudad que tuvo un ascensor.
Relacionar las cobijas cuatro tigres con el edificio Peraza suena a una auténtica locura, pero este proyecto transmedia, con un toque de narrativa experimental, hace que tenga sentido. ‘Salto a la modernidad envuelto en una cobija’, a partir de una serie de seis pódcast, una página web, un performance en video, varios GIF y hasta una galería de memes, habla sobre el patrimonio de la localidad y teje un relato alrededor del edificio Peraza y las cobijas. Esta serie de contenidos, por su calidad y propuesta, fueron premiados este año con la Beca Reflejos del Bronx, convocada por la Fundación Gilberto Alzate Avendaño (Fuga) para contar historias alrededor de lo que fue la olla más grande del centro de Bogotá.
Cobijas cuatro tigres Foto:Puerto Contemporáneo - La Radio Criolla
“Cuando la Fuga lanzó la convocatoria, empezamos a revisar qué cosas albergaba la localidad. Yo, como bogotano, tenía muy presente que allí, en la calle 10.ª, justo al lado del Bronx, yo iba a comprar cobijas, cobijas cuatro tigres. Para los bogotanos, esa ‘cuadra de las cobijas’ es algo que está en la memoria. Y a mí, como investigador e historiador, siempre me ha llamado la atención esa historia popular ligada al tejido urbano, entonces supe que la cosa iba por ahí”, asegura Ricardo Moreno, director del proyecto hecho a través de la agrupación Puerto Contemporáneo - La Radio Criolla. Moreno, en equipo con la comunicadora y antropóloga Zoila Arias y la investigadora Diana Vergel, comenzó a seguirle la pista a la cobija.
El primer rastro estaba, de hecho, en su propio barrio. Allí, en el centro, comenzaron a tener un vínculo con un habitante de la calle y su perrita, que utilizaban una cobija cuatro tigres para blindarse del frío y la inclemencia de la vida a la intemperie. Ese hombre inspiraría el personaje central de los pódcast: Expedito Rodríguez, un habitante de calle que, envuelto en una cobija cuatro tigres que le regala una comerciante de la calle 10, cae dormido justo al lado del edificio Manuel Peraza y hace un viaje en el tiempo en el que conoce la historia de la localidad y del Peraza. En medio de las locuras de su sueño, Expedito despierta, termina asumiendo que él es una especie de reencarnación de Manuel María Peraza, el comerciante detrás de ese edificio erigido entre 1920 y 1921, y decide iniciar un camino de rehabilitación y formación para convertirse en historiador y guía turístico de la localidad de Los Mártires.
El relato de esa aventura, distribuido en seis pódcast, es una mezcla de entrevistas con comerciantes de cobijas y con habitantes de la calle, guiones elaborados a partir de documentos históricos y archivos de prensa, sonidos ambiente grabados en Los Mártires y canciones que, de una manera u otra, se relacionan con la cobija, así fuera por pura cuestión de nombre.
“Arrastrando la cobija, y ensuciando el apellido
Voy por esta mugre vida, como pájaro perdido”.
Con estos versos de los Traileros del Norte, La Radio Criolla comienza esta serie de pódcast en los que, además, suenan apartes de canciones La cobija, de Ramón Ayala y los Bravos del Norte; Ni quemando las cobijas, de Bronco, y de temas de Los Tigres del Norte, La Tigresa del Oriente, de la agrupación colombiana de carranga Los Tigres de la Cobija y otros artistas. “La verdad, nos gozamos mucho ese proyecto”, dice Vergel riendo.
Cobijas cuatro tigres Foto:Zoila Silena Arias / Archivo de Puerto Contemporáneo
Edificio y cobija
Para el equipo realizador del proyecto, la cobija cuatro tigres y el edificio Manuel María Peraza tienen algo en común, además de su cercanía geográfica en Los Mártires: son objetos de memoria que libran una batalla contra el olvido en medio de la transformación del sector aledaño al antiguo Bronx.
“En el siglo XX, el edificio Manuel María Peraza era el hotel que recibía a los viajeros del Tren de la Sabana, era la entrada a Bogotá. Ahora está muy olvidado en medio de todo ese comercio. Los edificios están muy decaídos, y muchos son patrimonio de la nación. Están en una dinámica de comercio de celulares, de bicicletas, de bodegas de sanandresito y no están conservados en su dimensión histórica y patrimonial”, dice Moreno.
En 2017, este diario publicó una crónica que daba cuenta del progresivo deterioro del edificio. Por los enrevesados trámites que exigía su recuperación, por ser un bien patrimonial, estuvo cerca de perderse. Pero en el último año, su recuperación despegó: hoy, el Peraza está en los últimos toques de su restauración. Sin embargo, hubo cambios: su fachada ahora es negra con gris, en el último piso luce una terraza que poco tiene que ver con el estilo del edificio, y su primer piso recibirá comercio de celulares, como les indicaron comerciantes a los investigadores.
Y como el edificio, la cobija cuatro tigres también tuvo (o tiene) su permanencia pendiendo de un hilo.
“Hay muchas personas que ya no quieren esa cobija por ser algo ‘viejo’ y ‘obsoleto’. El hecho de que la cobija y el edificio estén vinculados hace que de alguna manera haya esa resistencia a no olvidar. Es lo que nosotros nos enfocamos a no olvidar lo que tenemos allí, no importa si es ‘viejo’ o ‘feo’ pero forma parte de nuestra historia y parte de nuestra identidad”, dice Arias, y advierte que pese a que la cuatro tigres no es un producto colombiano, es adoptado por los bogotanos como suyo. La cobija cuatro tigres, de hecho, es traída desde el Ecuador, donde la fabrica la empresa Vicuña; pero son relacionadas, a veces, con los cobertores San Marcos, propios de México, que tienen una estética similar.
Esta idea de resistencia cultural se refuerza con las entrevistas que el equipo hizo en la zona. Entre ellas está la de Diego Ortiz, un comerciante que lleva cerca de 40 años vendiendo cobijas en ese sector. “Las cobijas las compran las personas que mantienen esa tradición, esa de que una cobija es buena porque es pesada. Pero de resto, las cobijas (...) unos jóvenes la ven y dicen ‘qué oso’, porque están las cobijas térmicas, porque son ‘más bonitas’. Eso ha sacado del comercio la cuatro tigres, la modernidad, todos los productos nuevos”, dice Ortiz, cuya voz está consignada en los episodios finales del pódcast, y precisa el olvido en datos. “Hace 30 años, de 10 cobijas que yo vendía, 8 eran cuatro tigres. Apenas hace 30 años empezó a llegar la térmica, que era desconocida y costaba mucho: la cuatro tigres era más asequible. Hoy es lo contrario, hoy puedo pasar un mes sin vender una cobija cuatro tigres”, sostiene.
Ortiz asegura que, por pura costumbre y clientes esporádicos, tiene un par de cobijas cuatro tigres en la bodega. Pero, a fin de cuentas, reconoce: “Ya nadie puede vivir de eso”.
Quienes sí las aprovechan, de hecho, son los habitantes de la calle y los antiguos merodeadores del Bronx. “La gente las bota, uno se las encuentra en la basura y las carga y duerme con ellas. (Yo) llego, la cojo, la tiendo acá, la desdoblo, la pongo así, me arropo aquí, la perrita se hace acá, yo le echo la cobija aquí. Cuando no tenemos cartón, nos toca poner las dos cobijitas”, les relató un habitante de la calle a Romero, Arias y Vergel para el pódcast.
Aunque esa escena, también, parece ir desapareciendo en el centro de Bogotá; tal y como le pasa a las cuatro tigres y al Peraza original. “Hoy se ve menos, porque son los centros de rehabilitacion que les dan la dotación (a los habitantes de calle) (...) (Aquí) esa transformación se ha visto. Los gobiernos se han tenido que poner las pilas. Cuando estaba el Bronx se manejaba la seguridad diferente (...) Desde que quitaron eso, la gente puede venir más confiada, con más seguridad: para las ventas al detal ha sido más beneficioso quitar eso, la L, el Bronx. Hay centros de rehabilitación, ya no se ven ellos como antes, 10, 15 en el mismo parche. Ha sido una cultura diferente. Hoy la calle es libre, el aseo ha cambiado, la seguridad ha cambiado”, les dijo Ortiz.
Almacén de venta de cobijas en el centro de Bogotá. Foto:Ricardo Moreno / Archivo de Puerto Contemporáneo
Pese a ese inminente camino al olvido, las cobijas cuatro tigres siguen estando presentes en la cultura popular. En los últimos meses, por ejemplo, en las redes sociales han circulado memes con motivos de la cuatro tigres y la consolidan como una cobija icónica, indestructible e imbatible ante el frío y las adversidades.
“En la página del proyecto también incluimos una galería de memes. Muestran que el que se pone su cobija cuatro tigres está completamente blindado contra el frío, o que no hay nada más protector que un tapabocas de cobija cuatro tigres”, bromea Moreno.
Quizá sea eso, los memes y las costumbres en algunos sectores, lo que mantenga vigente la cobija por algún tiempo más. Pero podría no ser mucho.
Con esta idea en la cabeza, y ya en la recta final de la realización del proyecto, Moreno ideó un performance. En la terraza de su casa armó un estandarte con un tubo y una cobija cuatro tigres y empezó a ondearla, eso quedó registrado en un video de cerca de cuatro minutos: al fondo se ve el Bacatá y, hacia el minuto tres, el estandarte empieza a desarmarse y la cobija cae. “El Bacatá es el último gran rascacielos de Bogotá, y la cobija es la memoria, el patrimonio oral e inmaterial que se va perdiendo (...). En el performance, el estandarte cae... y es esa imposibilidad de mantener esas tradiciones frente a la modernidad, el concreto, la pérdida de memoria”, dice Moreno, y agrega: “Pero esto no es una denuncia, es más bien un acto nostálgico”.