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La planta japonesa que crece como maleza en Cundinamarca
Fue hallada en Tena. Hace parte de la familia del apio. Tiene usos culinarios y medicinales.
La planta fue encontrada en zonas húmedas y sombrías, cerca de fuentes de agua. Foto: Archivo particular
En noviembre pasado, cuando los biólogos Andrés Fonseca y Jairo Andrés Peña recorrían el camino real muisca realizando registros fotográficos y tomando apuntes de la vegetación que hay en esa zona del municipio de Tena, Cundinamarca, se encontraron con una planta de hojas trifoliadas y de pequeñas flores blancas que les llamó la atención. Ellos no recordaban una especie parecida en la flora andina.
Poco después, luego de describirla, clasificarla y compararla con especímenes del mismo género en Colombia, no hallaron ninguna otra similar. Entonces ampliaron la búsqueda a Suramérica, luego a Centroamérica y América del Norte, pero tampoco obtuvieron resultados. Finalmente, la cobertura fue todo el mundo. Ahí fue cuando, un mes y medio después del hallazgo, confirmaron que el ejemplar correspondía a una especie nativa del este de Asia, a unos 14.348 kilómetros de Colombia.
Se trata de Cryptotaenia japonica Hassk., una planta que en Japón es utilizada como ingrediente del sushi y en China, para la preparación de infusiones y té. Como esta especie hay cuatro del mismo género en el mundo: en Estados Unidos, Italia, Georgia y Japón (hallada en Tena).
La planta encontrada en este municipio es de la familia Apiaceae, como el apio, la zanahoria y el cilantro. Pero ¿cómo llegó a la región del Tequendama?
La planta fue encontrada en zonas húmedas y sombrías, cerca de fuentes de agua. Foto:Archivo particular
Sus hojas, además de ser trifoliadas, tienen márgenes aserrados. El aspecto y el aroma son similares a los del apio, al que se le atribuyen propiedades alimenticias, pues es utilizado en ensaladas y cremas, y beneficios para la salud, como diurético y digestiva. Otra característica es que sus diminutas flores blancas producen abundante néctar, el cual atrae una mosca que no había sido previamente registrada para esta especie.
Fonseca y Peña son dos jóvenes biólogos de la Universidad Nacional, sede Bogotá, con especialidad en botánica que han estado vinculados a investigaciones sobre la flora de la región y procesos de apropiación de esa riqueza por parte de las comunidades rurales.
Los investigadores consideran que la especie asiática hallada fue introducida en forma de semilla accidentalmente a Colombia, junto con los sustratos (tierra) de plantas ornamentales de origen asiático que son comercializadas en la región. Estas diásporas germinaron en invernaderos y viveros, y de allí fue extendiéndose a otros sectores.
“Muchas veces en la tierra vienen semillas de otras plantas. Entonces, llegan acá, germinan, crecen y se reproducen, y colonizan ambientes silvestres”, explica Fonseca, quien ya había participado en una investigación sobre las plantas utilizadas por la comunidad de la vereda Bradamonte de Sibaté.
De hecho, los dos biólogos de la Universidad Nacional recibieron información sobre una planta con las mismas características que la asiática en Mesitas del Colegio, varios kilómetros al oriente de Tena. Creen que la presencia en la región puede remontarse a 10 años o más.
El hallazgo de la especie se dio en el marco de una investigación botánica que Peña y Fonseca iniciaron a principios de 2020, en el bosque subandino a lo largo del camino real muisca, que fue construido en piedra durante la Colonia y que era la ruta que en esa época comunicaba a Tena con Bogotá y sus alrededores. Por allí transitaron el botánico José Celestino Mutis y los próceres Francisco de Paula Santander y Simón Bolívar.
Al camino empedrado se puede acceder por la inspección de Puerto Araújo, en la vía Bogotá-La Mesa. Al comienzo del recorrido (se realiza en descenso) se encuentran algunas fincas, luego el sendero se introduce en el bosque subandino. En ese trayecto aparecen construcciones antiguas que hoy están abandonadas, la quebrada La Honda –que abastece de agua a La Mesa y Tena y a algunas veredas– y varias cascadas. Todos estos elementos han convertido dicho camino en un atractivo para quienes disfrutan de recorrer a pie el campo y del ecoturismo. Al finalizar, la vegetación corresponde a la de un bosque seco y el clima es más cálido.
“Nosotros decidimos, de manera independiente, iniciar una investigación sobre la estructura, la biodiversidad y la riqueza presente en el bosque subandino, para ampliar el conocimiento botánico y ponerlo a disposición de las comunidades locales, brindar algunas herramientas para procesos de ecoturismo futuros, y, por qué no, para la defensa del mismo territorio”, explica Peña, quien ha sido profesor de la Universidad Nacional en un programa rural en la región del Sumapaz y ha participado en trabajos de investigación sobre los bosques de roble en Tibacuy.
La planta asiática se encuentra en ambientes húmedos y sombríos. Foto:Archivo particular
La apiácea asiática fue localizada entre los 1.500 y 1.700 metros sobre el nivel del mar, en zonas húmedas y sombrías cercanas a fuentes de agua. Según Fonseca, les llamó la atención que se encontraron un gran parche colonizado solo por esta planta, lo que, en principio, podría indicar un posible riesgo para la flora nativa, pues les estaría quitando espacio.
Peña aclara que esto es apenas una hipótesis y se debe investigar más para llegar a esa conclusión. Explica que eso también depende de la biología de la planta y de si las condiciones de climáticas de la región resultan favorables para su desarrollo.
También está por determinar si la mosca que visita las flores de esta especie en el bosque subandino cumple una función de polinización, lo que podría aumentar la probabilidad de invasión.
Los biólogos Fonseca y Peña esperan que en la medida en que la investigación botánica vaya avanzando puedan ir encontrando nuevas sorpresas para la flora de los bosques subandinos de Cundinamarca y que este conocimiento pueda quedar al alcance de las comunidades y ser aprovechado.