Se cierne sobre la ciudad un gran problema por el aumento desmedido de ratas en el espacio público. Y si bien nadie sabe, a ciencia cierta, cuántas hay, basta mirar lo fácil que es encontrarse alguna en las calles, canales, parques, y zonas cercanas a oficinas, restaurantes, comercio y transporte público.
Las ratas viven del alimento que encuentran en la basura, y, con lo sucia que está Bogotá, no es extraño que la población de roedores se esté reproduciendo de manera exponencial, gracias a que sus períodos de gestación son rápidos y acompañados de grandes camadas de crías.
La población de ratas viene en aumento porque las condiciones de suciedad en el entorno les favorecen. Ellas existen y se reproducen debido al mal manejo de las basuras en la ciudad: contenedores y canecas desbordados de basura y residuos orgánicos que restaurantes y residentes depositan a deshoras; el inadecuado comportamiento de la población recicladora y el desorden en los horarios de las rutas de recolección por parte de los operadores de aseo. Ello, sumado a la demora en los mantenimientos de poda de césped, y el desaseo de muchos lugares públicos que se han convertido en baños informales, como sucede cerca de los sitios de rumba o los portales de TransMilenio.
Algunos dirán que es normal que las grandes ciudades del mundo tengan ratas, lo cual es cierto, pero también son ciudades que reconocen el problema y lo vienen combatiendo permanentemente, pues saben que detrás de la presencia de roedores está la propagación de enfermedades y alergias por los antígenos contenidos en la orina y la materia fecal que estos animales esparcen en parques, zonas verdes y alrededor de los puestos de comida callejera.
El problema con el crecimiento de las ratas es responsabilidad de la istración pública, la cual ha fallado en los controles y sanciones tanto a ciudadanos como a los operadores de aseo que no realizan bien su papel.
Aquí se ha dejado crecer el problema y no se han realizado las intervenciones a tiempo para evitar que la población de roedores se multiplique.
Empezando por el modelo de aseo, que tiene más errores que resultados positivos. Los contenedores permitieron que mucha gente y comercios se desentendieran de sus residuos, y depositaran en cualquier horario sus desechos. Antes era más fácil de controlar, porque dependía del horario y la ruta de recolección al frente de cada predio.
En las circunstancias actuales, se deberían mejorar los horarios de recolección y los controles. Ejercer mayores inspecciones a restaurantes, bodegas, supermercados y puestos de comida callejera. Aumentar el barrido de calles y mejorar los mantenimientos de parques, áreas verdes y todo el sistema de alcantarillado.
Ya va siendo hora que la istración, a través de la Secretaría de Salud y la Uaesp, presente un balance del programa para el control de ratas en la ciudad, pues a todas luces se requiere cambiar la estrategia si no queremos que termine inundada de roedores.
Ómar Oróstegui
Director del Laboratorio de Gobierno de la Universidad de La Sabana