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Laura Sarmiento

Mis minutos de agonía luego de que el motociclista con el que me accidenté me abandonara

La periodista Laura Sarmiento cuenta el drama que vivió tras un siniestro en una moto.

EL TIEMPO

Mis minutos de agonía luego de que el motociclista con el que me accidenté me abandonara

La periodista Laura Sarmiento cuenta el drama que vivió tras un accidente en una moto.

Elim Alonso Dorado

Periodista

El 2024 ha sido un calvario. El 16 de febrero iba para una cita médica y decidí tomar un servicio de moto en una aplicación. Ese trayecto nunca se me olvidará. Le rogué a ese joven que se fuera despacio, pero en un abrir y cerrar de ojos terminé tirada sobre una vía con todo mi cuerpo lacerado y con una frase que todavía me duele: “Levántese que no le pasó nada”.

Soy Laura Sarmiento, periodista y locutora de La Kalle. Desde hace varios años, trabajo en Bogotá, donde vivo con mi hijo de 8 años. A comienzos de este 2024, sufrí un accidente en moto que me cambió la vida.

Ese día, un viernes, me atreví a tomar ese servicio de moto por la app, pese a que les temo a estos vehículos. He vivido de cerca varias tragedias en ellos, pues fui jefe de prensa del Instituto de Tránsito de Boyacá. No obstante, uno piensa que nunca le va a tocar vivir una situación como esas en carne propia.

¡Atención, conductores!

¡Atención,
conductores!

¿Serías capaz de ser
motociclista por un día?

Juega y completa tres misiones:
ir a una entrevista, entregar un
domicilio y viajar a un pueblo.

A las 10:40 de la mañana, la moto llegó a mi casa. Por el afán, me subí lo más pronto posible y arrancamos. No caí en cuenta de mirar la fotografía del conductor en la aplicación y compararla. Solo revisé que fuera la placa correcta. Se me estaba haciendo tarde, sí o sí necesitaba llegar pronto para no perder esa cita.

Tras la cita debía ir a hacerme unos drenajes por una cirugía que me había hecho semanas antes. Para diciembre, me regalé varias cirugías estéticas. Trabajé mucho como para darme ese gusto. Llevaba mes y medio de recuperación.

Poco después de arrancar, me di cuenta de que íbamos bastante rápido. Le pedí al conductor que fuera más lento. A mi no me gusta mucho la velocidad.

—Por favor, vamos despacio, vas muy rápido, más despacio, le gritaba al conductor.

Parecía que no me alcanzaba a escuchar porque ambos llevábamos el casco puesto. A los 4 minutos de haber tomado el servicio, cuando íbamos por la avenida Boyacá con la calle 80, en diagonal al centro comercial Titán Plaza, yo le volví a gritar desesperada:

—¡Pare, pare, frene, frene!— le insistí.

Desde mi puesto como copiloto veía cuando nos acercábamos a un taxi. Nosotros íbamos demasiado rápido. Veía en el horizonte una tractomula. Sentí que era inevitable que chocáramos.

La opción era irnos contra el taxi o meternos entre ese vehículo y la tractomula. En ese momento, el taxista disminuyó la velocidad de su carro un poco, pues íbamos por el carril rápido. Pero insisto, íbamos muy rápido en la moto.

De repente, chocamos por detrás con el taxi y en cuestión de segundos me fui de cara contra la parte trasera del carro. El motero se alcanzó a sostener de su moto. Aunque me intenté agarrar de él, por la velocidad –íbamos a más de 70 o 75 kilómetros por hora– salí volando hacia el frente.

Recuerdo cada segundo: caí sobre mi lado izquierdo, alcancé a girar mi rostro a la derecha y me golpeé en la mandíbula, el cuello, el pecho, los senos, las costillas y el abdomen.

Luego, caí para atrás, de espalda hacia el pavimento. Intenté poner los brazos para amortiguar el golpe. Quedé en el suelo como entre dormida y boba. Segundos después, reaccioné

—Dios mío, ¿qué pasó?, ¿qué pasó?— preguntaba.

—Párese. Levántese que no le pasó nada— me gritaba el conductor de la moto.

Laura Sarmiento en el momento del accidente. Foto:Cortesía

La angustia y la odisea para recibir atención médica

El conductor se agachó, pensé que me iba a ayudar, que nos íbamos a ir a un hospital, pero lo que hizo fue quitarme el casco bruscamente. Mi cabeza se volvió a golpear contra el pavimento. Sentí de nuevo dolor.

El conductor de la aplicación se subió a la moto y se fue. Luego, me di cuenta que la persona que figuraba en la ‘app’ no coincidía con el hombre que me dejó allí abandonada.

Lo que podía ver desde el suelo era que pasaban carros, vehículos de carga pesada y motos que me ignoraban y seguían de largo mientras yo gritaba por ayuda.

Las piernas no me respondían. Solo le pedía ayuda a Dios. Yo estaba fajada por la cirugía anterior: mi cuerpo se empezó a inflamar y no podía respirar bien.

Cuando hacen este tipo de procedimientos, a uno le sacan grasa, le meten agujas por todos lados, le hacen la dermolipectomía para sacar los excesos de piel y grasa. Cosen los músculos y uno queda lleno de puntos por dentro. También me había operado la nariz. Se puede decir que mi cuerpo no estaba en las mejores condiciones físicas, por lo que el golpe fue más fuerte para mi.

Unos minutos después, por fin una señora llegó para auxiliarme. Ella intentaba calmarme mientras yo le decía:

—Ayúdeme, tengo un hijo. Llévame al hospital, por favor— le rogaba.

Le insistía en lo fuerte que me pegué.

—Siento que me reventé por dentro, me duele mucho. Me duele el pecho, no puedo respirar— le decía.

En ese momento pensaba lo peor, que me había roto algo. Se me empezó a dormir la garganta y la boca, no podía hablar bien. No sabía qué me estaba pasando, no recordaba qué día era. Creo que fue el miedo del momento, de estar sola, tirada, con un golpe y que nadie me ayudaba.

Laura Sarmiento en el hospital. Foto:Sergio Ángel. EL TIEMPO

Incluso, me sentí como un signo peso para las ambulancias. De hecho, luego supe que sí llegó una primera ambulancia, pero esta no me quiso llevar porque el conductor de la moto se había ido, entonces no tenía Soat.

La segunda ambulancia llegó, me pusieron un cuello ortopédico pero seguía en el piso. Siento que me trataron mal, como si yo estuviera loca o si no tuviera nada. Traté de mantenerme tranquila y el tiempo empezó a pasar. Corrieron 15, 20, 30, 40 minutos y yo seguía tirada en el suelo.

En medio de la desesperación, pensé en a quién podía llamar y se me pasó por la cabeza un amigo que se llama Felipe García, periodista de Blu Radio y quien cubre el tema de accidentes.

Me alcanzaron mi celular, que se rompió con el golpe. Él intentó hablar con el paramédico, pero este solo decía que ya me iban a llevar. Lo único que hicieron fue subirme a la ambulancia; sin embargo, se demoró en arrancar.

También grabé videos desde que me accidenté, para que quedara algún tipo de evidencia de lo que estaba pasando. Le mandé videos a mi familia y a mi mamá, diciéndole que la amaba. Lloraba porque estaba angustiada.

Mi compañero volvió a llamar y empezó a hacer seguimiento. Pidió los datos de la ambulancia. En ese momento, el celular fue como mi arma.

—Esta vieja se puso a hablar, tocará llevarla— escuché que decía la paramédica

El taxista, al ver la situación, ofreció su Soat para que me atendieran. Por fin me llevaron y duré 10 días hospitalizada.

Una dura recuperación

Tenía trauma en los superiores, trauma de tórax y trauma en inferiores. Me dieron tramadol, hidromorfona y cada tres horas me inyectaban medicamentos para el dolor. Yo estaba totalmente destruida por dentro y ni siquiera podía llorar, hablar o comer; tampoco podía respirar bien. Tenía un dolor impresionante.

Laura Sarmiento, en el hospital tras accidente. Foto:Laura Sarmiento

Los medios empezaron a llegar a la clínica. Yo llevaba tres días en urgencias y después de que me vieron salir en la entrevista, en televisión, me pasaron para una habitación y me atendieron mejor. Siento que si yo no hubiera tenido el respaldo de los medios, la historia sería otra.

Era difícil y doloroso. Me tenían que bañar y alzar. Empezaron a hacer radiografías y encontraron hematomas múltiples, sangre por dentro, dos costillas fisuradas, un esguince con meniscos fracturados y dañados en la rodilla, la mandíbula inflamada, el esternocleidomastoideo también, la abertura de la mano. La parte que más me dolía a la hora de hacer tareas diarias, como bañarme, es la articulación esternoclavicular.

La aplicación de movilidad dijo que iba a activar unas pólizas. Sin embargo, hasta el momento no me pagaron ni un transporte, un medicamento o terapias. Nada.

Ahí es cuando uno se da cuenta que el sistema de salud tiene también muchas fallas o burocracia. Me tuvieron de un lado a otro autorizando exámenes, pero lo único que podía hacer era redactar derechos de petición.

Secuelas en las manos de Laura Sarmiento. Foto:Sergio Ángel. EL TIEMPO

Voy a iniciar un proceso de indemnización, pero no es fácil, desde la inversión que hay que hacer para pagar a un abogado. Me tocaba escoger entre arrancar un proceso legal o autorizar los exámenes, las incapacidades, ir por los medicamentos, hacer las filas, ir al Caps (Centro de Atención Prioritaria en Salud) de Suba, al hospital, etc. A veces, cambiaban las órdenes, lo mandan a uno del Adres a la aseguradora.

La recuperación ha sido bastante lenta y tuve que esperar varias semanas para volver a trabajar. Tenía previsto participar en varios eventos en los que finalmente no pude asistir. Toda esa plata quedó perdida y me han dicho que todos esos contratos irían para la indemnización, pero no sé qué tan fácil o difícil vaya a ser todo ese proceso.

También tengo pendiente empezar con unas terapias de lenguaje porque a veces no puedo hablar bien. El médico dijo que es debido a que todavía está inflamado el músculo. Además, me debo someter a una nueva intervención en la nariz, ya que se vio afectada por el golpe

Realmente he conocido buenas personas trabajando en este tipo de aplicaciones. Sé que la situación del país es difícil, todos tenemos un conocido o un amigo que maneja una moto o un carro, la gente también lo hace porque necesita vivir y es su trabajo. Pero, tras mi experiencia, yo lo pensaría dos veces antes de subirme a una moto.

Laura Sarmiento tras su recuperación del accidente. Foto:Sergio Ángel. EL TIEMPO

Hay que pensar en todas las consecuencias que trae un accidente, entre estas una muerte instantánea, porque los riesgos que uno corre cuando se sube a una moto son inminentes y realmente el valor de la vida y la salud no tienen precio. Yo daría todo por volver a estar bien, incluso doy gracias porque estoy viva. Pudo ser peor.

(Esta historia hace parte del especial Perder la vida en dos ruedas. Espere todo el reportaje en los próximos días. Si usted quiere contar su historia, escríbanos a [email protected])

(EL TIEMPO se puso en o con Didi para aclarar el tema de los seguros que señala Laura Sarmiento, la empresa contestó: “Respecto al accidente de tránsito de la periodista, desde el pasado 16 de febrero se hizo seguimiento oportuno a este caso y desde el momento en que tuvimos conocimiento del mismo, activamos todos los protocolos para arnos con la usuaria afectada y sus familiares, tanto desde el equipo de asistencia en Seguridad para DiDi, como desde la aseguradora y así poder prestarle la atención necesaria. Confirmamos que desde que entramos en conocimiento del caso, DiDi activó el proceso ante el corredor de seguros que ampara todas las solicitudes que se intermedian por medio de la aplicación, y que la clínica cuenta con la carta de garantía que hace valer el mismo desde el 19 de febrero”.

En la misiva, la empresa también señaló que “al hacer uso de la aplicación, los s cuentan además con un esquema integral de asistencia en seguridad, que engloba múltiples funciones para promover el bienestar de las personas antes, durante y después de solicitar un arrendamiento usando la aplicación, algunas de ellas son: el botón de emergencia, que se puede activar en cualquier situación y que conecta con la línea de emergencia Nacional 123; la Central de Emergencias 24/7, conformada por un equipo capacitado para brindar apoyo en caso que se necesite; la opción de compartir la ubicación en tiempo real con os de confianza para que puedan dar seguimiento a la solicitud incluso sin tener la aplicación DiDi instalada en su teléfono; el respaldo de patrullas de reacción en colaboración con WSO en caso de incidentes y una póliza de responsabilidad civil para proteger a s arrendatarios y cualquier tercero afectado en su persona o sus bienes, durante una solicitud usando la app”).