Opinión | Bogotá, una ciudad donde aumentan el uso de las motos y la insatisfacción con el transporte público

El uso de la motocicleta está imparable en la ciudad. A la fecha se registran 887.000 viajes diarios en este medio de transporte. El equivalente al 19 por ciento más de lo registrado en la encuesta de movilidad del 2019. 

El uso de la motocicleta está imparable en la ciudad. A la fecha se registran 887.000 viajes diarios en este medio de transporte. El equivalente al 19 por ciento más de lo registrado en la encuesta de movilidad del 2019. 

El crecimiento de la moto ha sido desordenado, poco planificado y subestimado por las autoridades, debido a los grupos de presión de motociclistas y a los intereses políticos que han limitado cualquier acción de control para cambiar el panorama. Ocasionalmente, se le presta atención cuando las cifras de siniestralidad vial y seguridad encienden las alertas.

Cualquier acción de control para limitar el exceso de velocidad, llamar la atención por malos comportamientos como transitar en andenes o vías prohibidas, o simplemente para verificar el pago del Soat, es asumida por ciertos grupos de motociclistas como una amenaza, acompañada con paros y protestas en las calles. 

Por supuesto, todo ciudadano es libre de escoger su medio de desplazamiento, pero los motociclistas hablan mucho de derechos y más bien poco de deberes.

Los malos comportamientos también son responsabilidad de las plataformas de domicilios que se han desentendido del tema, ya que su prioridad es garantizar que sus productos lleguen en el menor tiempo posible para mantener al cliente satisfecho. Que el conductor sea imprudente, exceda la velocidad, no respete los semáforos y las cebras peatonales no es su problema. Eso sí se les olvida que la mayoría de estos conductores llevan en sus espaldas los cajones con la publicidad de la marca. ¡Que ironía!

Cuándo la istración les va a prestar atención a estas plataformas, incluyendo aquellas que prestan el servicio de transporte de pasajeros, que crece y crece cada día.

La gente prefiere subirse a una moto o pagar para que lo lleven, debido a que el transporte público no satisface sus necesidades y expectativas. Tan es así que los bogotanos le dan a este medio una calificación de 2 sobre 5. De allí que mientras no se cambie la percepción sobre transporte público y se mejore sus indicadores de seguridad, eficiencia y servicio al cliente, la motocicleta seguirá siendo atractiva. Esto también aplica para los carros. 

Un que se baja del transporte público difícilmente retornará a este medio de transporte. Igual puede suceder con los ciclistas urbanos, quienes le hacen un gran bien a la ciudad, tanto así que el total de los viajes en bicicleta representa lo mismo que los viajes en moto: 7 por ciento.

Lamentablemente, a los ciclistas se les viene dando la espalda. O de qué otra manera explicar que los viajes en bicicleta crecieran tan solo un 1 por ciento en los últimos años no obstante toda la inversión realizada en infraestructura. Acá no se puede bajar la guardia, hay que seguir apostándole a la bicicleta, mejorando iluminación, malla vial y seguridad.

Un ciclista seguramente fue un de transporte público, y si no lo cuidamos y protegemos, pasará a ser un de motocicleta, aumentando los problemas que ya hemos señalado.

OMAR ORÓSTEGUI

Director del laboratorio de Gobierno de la Universidad de La Sabana